Nido de las manos

“Un árbol de laurel”

El 10 de agosto se llevará a cabo una performance colectiva (60 artistas) inédita en un espacio que fue hogar de dos y será de decenas en el corazón de la ciudad. Conozcan la maravillosa historia tras el árbol de laurel.
jueves, 8 de agosto de 2019 · 09:00

Por Carla Barbuto
Fotos de Marianela Tisberger

La ciudad está en ebullición. Vemos cómo cambia y lo vuelve a hacer una y otra vez en cuánto tiempo, en nada. Mucha gente llega, otra se va; las calles cambian de sentido; un negocio cambia por otro; una casa da paso a un edificio. La ciudad está en ebullición.
Y esos cambios redefinen la esencia neuquina y pueden ser oportunidades de manifestaciones artísticas que nos pongan la piel de gallina. Eso mismo sentimos cuando la genial Marianela Tisberger nos contó cómo una casa citadina fue hogar de una pareja, será una torre de 17 pisos y, en el mientras tanto, ella lo convertirá en un espacio de arte a cielo abierto que promete una performance con cada piso construido.
La ciudad está en ebullición de arte, de sinergia, de comunidad artística en marcha y eso, queridos lectores, nos pone la piel de gallina y nos hace consciente sobre cuánto admiramos a Neuquén y a su gente

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El 10 de agosto pondrás en marcha “Un árbol de laurel”, una performance colectiva en la calle Roca. Contanos cómo nació esta idea.
Nació con el ofrecimiento de un grupo de desarrolladores inmobiliarios de Neuquén, que se llaman Torre Eleganza. Ellos compran una propiedad en la calle Roca y demuelen la casa con la intención de construir un edificio de 17 pisos. En el mientras tanto, en el tiempo en el que iba a estar sin actividad en el espacio, me ofrecen si quiero tomarlo como una galería a cielo abierto. 
Cuando me acerco al predio a verlo, imaginate mi emoción por la posibilidad de tener un espacio de exposición en el centro de Neuquén que tenía que ver con gente que se ponía en el lugar del artista. Era una propuesta soñada.

 



¿Qué pasó cuando fuiste a la calle Roca?
Fui al lugar, empecé a caminarlo, hice alguna que otra instalación con mis telas, intentando ser consciente de lo que estaba sucediendo. Sentía que había algo muy profundo. Empezó a aparecer causalmente gente que había vivido en esa casa, como la hija de los antiguos dueños; los nietos, los vecinos... algo super extraño y es que hay una vecindad de antes en una cuadra hipermoderna de la ciudad. Parece que los abuelos conservaban un trato que los volvía adorables y la señora hacía pasta frola y le convidaba a los empleados de los negocios y cosas por el estilo. 
Me empiezo a enterar de estas cosas justamente yo, que trabajo con la historia, lo ancestral y me dije: “Acá está el gancho”. Y se me ocurrió empezar a trabajar la idea del reloj de arena, de la angostura el reloj por donde pasa el hogar antropológico, ancestral, contemporáneo, que se va a construir en la calle Roca. Había una casa y va a haber un lugar hipermoderno con gente que tiene otro modo de habitar. 

 

 

Y así fue tomando forma la idea de “Un árbol de laurel”. ¿Cómo llegaste a esa imagen?
“Un árbol del laurel” es una oda del hogar, al que fue, al que es y al que será. El laurel tiene que ver con laurear a quien ha ganado tal o cual batalla y que en general es consigo mismo. La corona de laurel aparece, para los artistas, más allá de haber conquistado alguna meta, el laurel supone que está en el camino. Creo que todos los seres que crean y sostienen hogar  deben ser laureados. Mi obra habla del hogar, de la historia, de las familias, de las mujeres.

 

 

¿Con que se va a encontrar la gente que se acerque a la calle Roca el sábado?
Con una performance de la que participan 50 mujeres y 60 artistas en total. Se me ocurrió articular el cruce de lenguajes entre el arte y la arquitectura. Por eso le pedí a los dueños de Torre Eleganza si mi arte podía acompañar la construcción de la torre a lo largo de tres años. Como va a tener 17 pisos, va a haber 17 momentos performáticos a lo largo de la construcción. Imaginate, me da mucha emoción.

 

 

¡Qué hermosa génesis para ese edificio!
Si, quieren entregar a los dueños de cada departamento un certificado de autenticidad de obra de arte. Son obras de arte efímeras durante la génesis de sus hogares.
No sé si se ha  hecho algo así antes en algún lugar del mundo. Está muy bueno tomar la idea para bendecir los lugares, despedir lo que fue y dar la bienvenida a lo que viene; y saber que todo está en un reloj de arena cíclico, lo que está arriba estará abajo y viceversa.
En un momento e la performance, yo digo: “No hemos abandonado el hogar, lo estamos rediseñando” y siento eso, nos estamos rediseñando continuamente.

 


La ciudad está en ebullición. Los artistas están en ebullición. Ellos saben que, como nos dijo la maravillosa Marina Cisneros, “nos damos cuenta que el modelo de artista que obra solo inmerso en la melancolía no va más. Somos artistas fuertes, que queremos obrar con nuestros pares. Lo que hacemos habla no sólo de cada una de manera individual, sino de la comunidad artística. Por eso salimos a la calle, muchas produciendo experiencias, no sólo obras materiales”.
Y así, con artistas en acción y gente ávida de nuevas conexiones, la ciudad de Neuquén redefine su ser y, en el camino, da margen a la novedosa construcción de un edificio, que es arte y hogar al mismo tiempo.

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