EDITORIAL

Un momento entre la moderación y la picardía

La negociación petrolera sigue, en Buenos Aires. Los gremios ven a Gaido, y el jueves viene Macri. La tensión política en CALF, y el abroquelamiento del MPN frente a Cambiemos.
sábado, 12 de noviembre de 2016 · 18:38

El lunes se comienza a definir el fin de año salarial de los petroleros; y el martes, seguirán las negociaciones para el barajar y dar de nuevo que significará para la política energética el inexorable acuerdo que devendrá en el pacto federal petrolero. Juan José Aranguren y Omar Gutiérrez ya se reunieron dos veces con empresas y sindicatos. La del martes será la tercera escala de la negociación más importante para Neuquén de los últimos años. De allí saldrá una política a aplicar en el corto, mediano y largo plazo. Un intento de política de Estado para el petróleo, algo que no ha existido desde la época de Mosconi.

No es ésta una época para éxitos resonantes que podrían anotarse en el haber los políticos contemporáneos. Más bien parece un momento necesario para acuerdos entre sectores en procura de un bien superior, un bien común. Eso no da mucha chapa en el presente, aunque sí prestigio más adelante. La definición petrolera se ubica en ese rango de posibilidades, el de las cosas importantes, aunque con cierta pátina antipática para cada sector que entrega algo a cambio.

Hay un solo factor que une a los sectores, común a las petroleras grandes (YPF, Pan American Energy), a los sindicatos, y a los gobiernos: conseguir sostener la actividad petrolera, y aun aumentarla, para llegar lo más pronto posible al autoabastecimiento. Neuquén, en este contexto, busca que se garantice un camino previsible, pues Vaca Muerta necesita inversiones, y para eso se debe terminar con la incertidumbre. El gran factor, que juega para todos, es el bajo precio del crudo internacional. El gobierno neuquino pide un nivel relativo alto para el piso, y que no haya un techo. Es un factor de presión para recordar que la provincia no está dispuesta a resignar lo que resignó años pasados, cuando en el medio de la fiebre del consumo en el gobierno kirchnerista, el barril se liquidaba a menos de 50 dólares cuando el precio internacional era superior a los 100.

Esta negociación es fundamental en lo inmediato para el Estado neuquino. Es impensable, por ejemplo, que el gobierno le entregue respuestas y satisfacciones a los sindicatos estatales, sin que antes se defina qué pasará con las regalías y el nivel de actividad del sector petrolero. Hay que considerar esto, pues el miércoles el ministro Mariano Gaido recibirá, si se cumple con lo anunciado, a los gremios de la CTA, encabezados por Carlos Quintriqueo. El encuentro abrirá un nuevo proceso de negociaciones, pero tanto el gobierno como el gremialismo irán llevando las charlas mirando con el rabo del ojo lo que sucede en Buenos Aires alrededor del ministro Aranguren.

El contexto es tan complejo en este entramado económico-político, que es posible hablar al mismo tiempo de potenciales conflictos, y de moderación para esos conflictos, de parte de los mismos protagonistas. Hay dos dirigentes claves para este rol. Uno es Quintriqueo, el otro es Marcelo Guagliardo. El de ATE, sostendrá la presión pero al mismo tiempo contendrá a los sectores más radicalizados, que sueñan un fin de año de piquetes en las rutas, de navidades combativas. Más o menos igual es el rol que se percibe juega Guagliardo en el gremio docente, en un lugar con más nivel de dificultad, porque el costado más combativo del sindicato conduce las seccionales más importantes (por número de afiliados) después de las últimas elecciones.

Así las cosas, se observa una predisposición del establishment a la moderación, con la finalidad de no perjudicarse a sí mismo en el afán de competir con vistas al año electoral próximo. El menos moderado es el sector que está, en estas circunstancias, más lejos del poder: el peronismo kirchnerista. Mientras los demás están de acuerdo en no levantar olas, el PJK no encuentra razones para la moderación, sino, al revés, para la exageración intencionada. Por eso hizo base en Zapala y plantó bandera factible de atraer a otros (como Ramón Rioseco, que evalúa su estrategia todavía) en la cumbre del caso Chihuido. Para el PJK, el fracaso del financiamiento ruso es atribuible a Macri-Gutiérrez. Incluso se sugiere una intención de beneficiarse con China. Se reclama, en ese contexto, un resarcimiento para la zona centro. Y que se comience con la obra con el dinero que prevé la partida asignada en el presupuesto nacional para el año próximo.

Cambiemos difiere con la visión K, por supuesto. Horacio Quiroga ya anticipó que irá con UNE otra vez el año próximo, y en ese camino mantiene abierta la puerta para el riosequismo. Pero por ahora no busca confrontación en los grandes temas con el MPN, pues entraría en contradicción con los planes de Macri. El Presidente, aseguraron, vendrá a Neuquén el jueves, y visitará algún yacimiento de YPF en Vaca Muerta. Es la tercera vez en poco tiempo que se anuncia la visita presidencial, y la agenda tentativa, que comparten Quiroga y Gutiérrez. Por fuera de los temas macro, Quiroga sí compite.

Por ejemplo, se ve la competencia en la cuestión tarifaria con CALF. La cooperativa es conducida por dirigentes afines al MPN, y el gobierno municipal (poder concedente) no facilitará las cosas. Ha jugado en esto de diversas maneras, todas cuestionadoras de decisiones de la actual conducción. Logrará, así, que el MPN se abroquele con la conducción cooperativa, y posiblemente, que haya del otro lado una concordancia con sectores ariscos al oficialismo municipal.

La jugada es riesgosa para Cambiemos, porque Quiroga ha motivado a la unidad en el partido provincial con estas jugadas. Y el MPN, unido…jamás ha sido vencido.

Rubén Boggi

 

 

 

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