EDITORIAL

Gutiérrez, los gremios, y el tiempo de la dificultad

El último bimestre del año presenta distintos niveles de descontento que se traduce en dificultades para el gobierno. Chihuido, el petróleo, y los gremios en confrontación creciente.
sábado, 5 de noviembre de 2016 · 18:37

Es el último bimestre del año, y es un momento de dificultad para el gobierno de Omar Gutiérrez. También, de inexorables decisiones. La realidad, esa esquiva certeza, no siempre concuerda con los deseos, y esto parece ser la impronta de una coyuntura de fin de año a la que llegan los sectores con diversos niveles de descontento, que a su vez se traducen de distintas maneras.

La frustración en lo inmediato para Chihuido I es importante en su significación política, aunque más no sea por el aprovechamiento miserable de algo que no prospera, un recurso siempre para cualquier oposición, aunque peligroso si se maneja mal, porque a nadie le gusta celebrar la mala fortuna. La caída del financiamiento ruso, si bien previsible en función de las señales que se hacían, intentó ser pintada como una responsabilidad de Mauricio Macri primero, y de Omar Gutiérrez después, por ese kirchnerismo persistente que intenta amoldarse a la coyuntura para volver a ser una opción en los planes electorales, con algo del PJ (nunca todo) y otro poco de poderes distritales, entre los que asoman los de Zapala y Cutral Co.

La evidente dilación para la gran obra que podría movilizar lo más urgente, que es la creación de fuentes laborales, no es algo para celebrar, y pegó duro en el gobierno provincial. Más allá de sus responsabilidades, que había perdido de alguna manera cuando se definió, en la anterior gestión, que la licitación y puesta en marcha sería responsabilidad nacional. En aquel momento, del gobierno de Cristina Fernández. Ahora, del de Macri. Sigue faltando, pues, el paso decisivo que siempre faltó: que aparezca la plata para la construcción de la represa. Plata que el Estado nacional no quiere poner desde hace 40 años. Debería hacerlo, en realidad. Chihuido es importante no solo para Neuquén, sino también para el país. Claro, eso implicaría invertir en una obra que demorará muchos años en verse, erecta sobre el desfiladero que encierra el río Neuquén allí en sus principios cordilleranos.

El Estado nacional probará suerte ahora con los amigos chinos, después de verse desairado por los amigos rusos. El Eximbank de China es la nueva promesa. La economía china tiene una situación distinta a la rusa, aunque tampoco esté en su plenitud, pues comienza a atravesar ese desfiladero que generalmente sigue a los crecimientos abruptos, y que conduce a un equilibrio más moderado, menos espectacular, donde los países –en el capitalismo global- pueden mostrar si realmente hay solidez económico-social, o solamente ímpetu que muere después, rápidamente, como en una relación apasionada.

Gutiérrez salió a enfrentar la contingencia con previsibles decisión y argumentos. Dijo que ya había pasado antes, y que se explorarían rápidamente otras opciones, y aseguró, con cierta temeridad antes desusada, que Chihuido se concretará en "los cuatro años de mi gestión”. El gobernador sabe que no puede mostrar ningún indicio de debilidad, porque a su alrededor no solo hay incondicionales (obsecuentes y de los otros, más inteligentes), sino también buitres con suma paciencia, que esperan a hincar el pico en la carne muerta mientras sonríen a las cámaras.

Mientras la realidad allende los límites neuquinos oscila entre la dilación y las negociaciones siempre intensas alrededor de los energéticos fósiles, el triángulo del mapa neuquino encierra el crecimiento imparable de esa oposición que asoma cuando el MPN comienza a vacilar con la billetera: el gremialismo.

La movilización de la CTA hizo recordar épocas de confrontación épica en el seno del gran Estado neuquino. Es una señal: la de la reafirmación del resurgimiento del poder sindical en la balanza del poder provinciano. De esa movilización surgió una inquietante consigna, la de "sitiar” la Casa de Gobierno, hecho prometido por Carlos Quintriqueo para el miércoles de esta semana. El sindicalismo pretende aprovechar la debilidad relativa de un gobierno siempre tironeado por circunstancias internas. Desde esos cuarteles donde florecen las ideas para acumular ventajas sectoriales, saben de la tensión entre lo viejo y lo nuevo, y saben también cómo exacerbar errores eventuales. Por algo el gremialismo le apuntó directamente al hermano del Gobernador, Pablo Gutiérrez, como el hombre que "gobierna en las sombras”. El sindicalismo disfruta abriendo grietas por donde conseguir penetrar y ganar lo que se le niega. No le preocupa al gremialismo la sustentabilidad futura, sino la ventaja presente. "Hasta intendentes llamaron para felicitarnos”, se dijo en la carpa chica sindical, tras el efecto conseguido.

¿Qué hará el gobierno? Por ahora, parece inevitable volver a concentrarse en los hidrocarburos, porque es cierto que en el sector energético es donde Neuquén tiene más peso nacional relativo. Gutiérrez se reunió con el ministro de Energía, Juan José Aranguren, la semana pasada, y volverá a reunirse esta. El precio del crudo está en el centro del foco. Neuquén pretende se asegure, documento federal mediante, un precio sostén que no baje de los 63 dólares el barril. Mediante la alquimia de la reducción de costos implementado por YPF y el resto de las petroleras, sería suficiente para mantener una razonable actividad petrolera, que Neuquén necesita por la ocupación laboral que implica y por los recursos que asegura en el presupuesto. Ese es, precisamente, el precio estimado en la proyección del gobierno para el 2017. Un precio que se acerca al internacional, como quiere Aranguren, y que tal vez (solo tal vez) baste para sostener el empleo en el sector, y las regalías en un nivel de 30 por ciento del total de recursos para la provincia.

Rubén Boggi

Mantenete informado todo el día. Escuchá AM550 La Primera aquí

Seguinos por la tele, en CN247 aquí

Comentarios