EDITORIAL

El baile está complicado en Neuquén

Llega la semana del Día del Petróleo con dificultades para anunciar acuerdos duraderos. El bono de fin de año. La perspectiva, apostando en buena medida al azar de lo imprevisible.
sábado, 10 de diciembre de 2016 · 19:21

No importa si el escenario es un patio de tierra regada y el calzado predominante es las alpargatas, o si se plantea un salón reluciente con piso de madera lustrada y oropeles colgando de las luces encendidas, con zapatitos de tacón charolados: es el baile, el movimiento en sí, lo que puede prescindir del decorado pero no de su esencia, lo que se ha complicado.

La expectativa estuvo durante el último mes puesto en la fecha clave del 13 de diciembre. Es el Día del Petróleo en Argentina, una ocasión justa para dar buenas noticias. Precedido, además, en el caso de Neuquén, por la fiesta de inauguración del nuevo edificio levantado en la calle Santa Cruz de la capital neuquina, donde funciona el sindicato y la mutual de la poderosa organización que conduce Guillermo Pereyra.

Pero no se llega bien a la semana elegida. El baile se ha complicado. Los danzarines tienen problemas en ajustar los diversos movimientos que exige la coreografía diversa y plural de la gran danza del acuerdo. Las empresas siguen exigiendo poder obrar para reducir costos sin hacer beneficencia, que para eso, dicen (con buen tino capitalista) "no estamos”. El gobierno nacional, golpeado por el episodio Ganancias en Diputados, no quiere resignar más dinero en pos de la recuperación petrolera. El gobierno neuquino se encrespa si se le pide resignar caja cuando más la necesita. Y los sindicatos claman con el latiguillo histórico: que el hilo no se corte por lo más delgado.

Esto ocurre en un escenario de conciliación obligatoria planificada, instalada en el escenario para conseguir 15 días más de tiempo. Los bailarines se miran sin saber bien qué hacer con ese tiempo, porque se han terminado las variables: hay que resignar dinero, pero ¿quién lo pone? Juan José Aranguren mastica impotencia argentina: "en otro país, dice, esto no pasa. Se toma la medida que hay que tomar y listo. Acá todo cuesta mucho”. La bronca del ministro-empresario cada vez es menos contenida por el círculo político que intenta moderarlo porque valora su experiencia. Aranguren dice algo que nadie quiere escuchar: "es imposible arreglar este lío sin despidos ni consecuencias sociales”.

Mientras tanto, por imperio de las reglas de juego internacionales, el precio "real” del petróleo crudo se acerca al precio "irreal” del barril criollo. El viernes, el WTI cerró a 51,47 dólares el barril. En Londres, el Brent cotizó a 54,33 dólares. La brecha es menor, pero el problema en Argentina no es sólo de precio, sino de impacto político-social. Es lo que traba la resolución del problema. Todos han coincidido en el diagnóstico, pero nadie se atreve a tomar el bisturí, hacer el corte, sacar lo que se ha enfermado, desinfectar, cerrar, coser, esperar.

Con esto sin resolver, y con la expectativa reducida en cuanto a la real efectividad de que se solucione, pues, aunque se hagan anuncios, se presume ya que no serán radicales, sino apenas dilatorios en busca de que algún que otro milagro caiga como las mieses sobre la tierra de la desesperanza, Neuquén, junto al país, entra en el vago terreno del azar en la política. Un golpe de suerte, alguna que otra pegada, que resuelva lo que nuestro empecinado ser nacional nos impide resolver.

Así, se volvieron a patear los problemas para adelante. El oxígeno más inmediato se consiguió otorgando la suma "puente” –hacia otra negociación salarial, que se hará en enero, febrero, o marzo- de 3.500 pesos por "única vez” (¿cuántas veces se ha dado por única vez un bono así?) a los gremios estatales, tanto de la CTA (ATE y ATEN) como de la CGT (UPCN). Los 3.500 pesos se dan a todos los empleados públicos que banca directamente el Ejecutivo, que una semana antes había colocado otros 1.000 millones de pesos en Letras del Tesoro. Es decir, otros mil millones que habrá que pagar en el corto plazo, más intereses.

El gobierno nacional, el que preside Mauricio Macri, avisa que procurará acentuar el control del gasto, es decir, el ajuste en el Estado. Para eso, que no suena apropiado a un año del gobierno, pues es la confesión que no se "controló el gasto” (no se ajustó) todo lo que se debía en los primeros meses, cuando la gestión era todo futuro y por ende todo optimismo, el gobierno ingresará en la inevitable etapa de la torpeza, pues cuando se recorta apurado siempre algún estropicio se comete.

Es, por supuesto, una advertencia para las provincias, que ahora ruegan para modificar en algo la modificación de Ganancias, y meterla por un sendero donde la recaudación no se resienta tanto y la coparticipación no caiga más todavía, ahora no por imperio de la avaricia centralista, sino porque hay realmente menos para repartir. Neuquén baila, en este caso, con menor atención, porque su fuerte no es la coparticipación sino las regalías. Igual, le comprende las generales de la ley, así que los senadores del MPN intentarán sumar, con mayor o menor discreción, a la antipática postura oficialista…si es que hay alguna señal por el lado petrolero. Pues ese es el paso que podrá cambiar en algo la coreografía, y Neuquén tal vez pueda jugar a eso que jugó tantas veces Elías Sapag en otras épocas y en ocasiones tanto o más bravas que la presente.

Rubén Boggi

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