EDITORIAL

El cambio se instala como necesidad: será inexorable

La necesidad impulsa el cambio, tanto a nivel nacional como provincial. Lo que se viene en YPF. Lo que implica el proceso de negociación para legalizar el EPAS en su servicio principal, el que presta en la capital neuquina.
sábado, 27 de agosto de 2016 · 20:20

Llegan tiempos de cambio, impulsados más por la necesidad que por otras cuestiones. La necesidad suele esquivar nimiedades como convicciones ideológicas o filosofías políticas, y suele adueñarse, como la gran motivadora, de las coyunturas distinguidas por la escasez de recursos en la administración de los Estados. Como bien se sabe, en Argentina la política pasa por el Estado, ese mundo inclusivo y a la vez excluyente, que los argentinos supimos construir entre las mieles de la abundancia durante y después de la Segunda Guerra Mundial, a mediados del siglo pasado.

El cambio, en Neuquén, viene empujado por diversas circunstancias económicas y políticas, y se verá en distintos niveles de importancia. Habrá cambio por ejemplo en la coyuntura energética: el tarifazo será distinto al que se imaginó a principios de año, y el precio del gas también. Se buscará consenso y política a largo plazo, pero en lo inmediato, lo único que cabe es la contingencia asfixiante de una crisis retardada pero no solucionada. Habrá cambio, entonces, por ejemplo, en YPF, que prepara renovación de directivos, adecuación de personal, y atacar con dureza los enclaves considerados como emblemas del atraso que no permite el progreso. Entre esos enclaves figura Rincón de los Sauces, considerada ya esa ciudad petrolera como un reducto sindical-corporativo, con el que el MPN juguetea, casi siempre con el dinero de otros.

El gobierno de Omar Gutiérrez, mientras precisa aspectos de su plan político propio, construcción de espacio partidario incluido, se mueve también al ritmo de las urgencias. El tema EPAS, por ejemplo, motivo de comienzo de negociación –esta vez, parece, en serio- con el gobierno capitalino de Horacio Quiroga, es parte de las urgencias necesarias. El motivo es simple: hay que transformar esa empresa clave del Estado en algo más eficiente, moderno, con tecnología de punta. Y esto no será posible si se mantiene un esquema en el que el EPAS recauda 100 millones de pesos al año, y gasta solo en salarios más de 500 millones para una planta de personal relativamente acotada, integrada por 600 empleados.

El gran tema del cambio se veía venir para el EPAS en la capital neuquina, por la sencilla razón que es su servicio más exigente, por cantidad y calidad de habitantes. Neuquén tiene la mitad de los hogares de la provincia, y a los fines de agua y saneamiento, depende exclusivamente de la empresa provincial. La configuración de la red de distribución de agua y cloacas, el crecimiento incesante, las particularidades morfológicas de su geografía, esconden un desafío que es de los más exigentes en la Argentina. El EPAS atiende contingencias de manera continua, y para eso aumenta sus gastos contratando empresas privadas, entre cuatro y seis según la coyuntura y la época del año, según confirmó este mismo sábado el ministro de Energía, Alejandro Nicola, para reforzar la actividad continua de las cuadrillas con labores en las calles capitalinas.

Así, lo que se prevé mientras se avanza en el contrato de concesión tantas veces amagado y negado, es incrementar la capacitación del personal, la incorporación de tecnología, que incluye ya la posibilidad de tener sensores informáticos que regulan el fluido de agua a través de las válvulas de control según la demanda; y fundamentalmente, el sistema de medidores, para tener la certeza de cobrar –sea cual sea la tarifa que se fije- sobre la base de la cantidad de agua que se consume por domicilio. Hay muchos trabajos que hacer. Reemplazar las viejas cañerías, por ejemplo, que incluyen en su material el asbesto, un elemento considerado como potencial cancerígeno, que ya no se usa por ese motivo. En lo inmediato, en referencia al saneamiento, se espera terminar la colectora central máxima, que atraviesa el Parque Central y terminará en la Planta Tronador. Enseguida, el gobierno sabe que debe hacer otra gran colectora, en el Oeste. Recién entonces se podrá empezar a considerar que la exigencia de saneamiento capitalino estará más o menos encauzado y sin peligros de colapso permanente, como ocurre en el presente.

Es, por ende, momento de cambios nacidos de la necesidad. Con este contexto llegará el año político. Ese momento es la zanahoria agitada frente al hocico de la gran bestia gobernante. Desde el gobierno nacional hasta la última intendencia que participe de estos comicios, se sabe que son cruciales para todo lo que podrá o no hacerse en el país. Por eso Macri apurará la solución parcial de la crisis energética en Argentina; por eso Gutiérrez redoblará esfuerzos para garantizar financiamiento este año de la gran maquinaria estatal neuquina, mientras prepara para el año próximo un diseño que –por primera vez- le pertenecerá por entero en el presupuesto, que sin lugar a ninguna duda será más austero que cualquiera de los presupuestos de los últimos años en Neuquén, en lo que a control del gasto público se refiere, apostando fuertemente al compromiso inversor como el gran dinamizador de la economía.

Rubén Boggi

 

Mantenete informado todo el día. Escuchá AM550 La Primera aquí

Seguinos por la tele, en CN247 aquí

Comentarios

Otras Noticias