MPN, entre la unidad y la confrontación, decide qué hacer

Si las cosas ocurren como están previstas, esta semana será muy importante para Neuquén. El martes, último día de enero, se firmaría la adenda definitiva al convenio colectivo de los petroleros de Neuquén, Río Negro y La Pampa, inaugurando una nueva era de reglas laborales que propician la productividad antes que cualquier otro beneficio. El jueves, el gobernador Omar Gutiérrez comenzará, junto a los otros mandatarios argentinos, la negociación económica más importante para la organización federal del país: una reforma tributaria integral, que modificará la ley de coparticipación de impuestos tal como la conocemos.

Son dos temas centrales para las finanzas neuquinas. El primero, trabajado arduamente por Guillermo Pereyra y el propio gobernador, remite a las posibilidades de ingresos de la principal materia prima que produce Neuquén, la energía. Se sabe que se está ante el inexorable declive de las extracciones convencionales, y a las puertas de los métodos no convencionales, que posibilitan extraer tight y shale, petróleo y gas almacenados en la roca, en profundidades hasta hace poco inaccesibles. Estos métodos, fracking (fractura hidráulica) de por medio, permitirán explotar Vaca Muerta, una formación que ha sido calificada como la tercera más importante del mundo en este rubro.

Millones de dólares esperan allí para beneficio de Neuquén. La llave para abrir esa caja de Pandora, sin embargo, la tienen las multinacionales del petróleo y del gas. Por eso tanto trabajo, en una época de bajos precios, para encontrar la motivación necesaria para los inversores. Gutiérrez y Pereyra apostaron fuerte a conseguir precio alto para el gas (7,50 dólares el millón de BTU) y jugar esa pieza como principal motivo de activación económica para el sector, a sabiendas que el precio del petróleo no será mejorado, sino, por el contrario, reducido hasta encontrarse con la actual cotización internacional, demasiado baja como para atraer inversionistas en yacimientos que todavía salen más caros que en otros lugares del mundo.

En ese camino, el cambio laboral es una pieza clave en el tablero donde se juegan los finos números de la reducción de costos. El tema se habló largamente, pero cuando se comenzó a concretar, con despidos incluidos, maquillados con retiros voluntarios, indemnizaciones plenas y subsidios de hasta 20 mil pesos por operario durante seis meses, más la continuidad de la obra social, produjo un espasmo violento dentro del MPN.

Es un espasmo que no reconoce ese solo factor, pero que sí rebasó el vaso de la prudencia tranquila con la que hasta ahora se habían manifestado las diferencias internas. Justo en el año electoral, claro, el agua se derramó y algunos empezaron a hablar seriamente de la conveniencia de sacar los pies del plato. El gran catalizador, se supone que sin ingenuidad alguna, fue un hombre fuerte: el vicegobernador de la provincia, Rolando Figueroa. El presidente, también, de la Convención del MPN. El hombre que a los fines del escalafón político-institucional es el número 2, el segundo, el titular de un puesto que abre horizontes amplios e imprevisibles aunque a nadie le guste esa posición, de estar todo el tiempo olisqueando el dudoso placer de estar en la cima, sin poder alcanzarla más que por períodos fugaces de tiempo.

Figueroa, según declaraciones que después no negó pero tampoco repitió, dijo que no le gustaba que fueran los trabajadores (del petróleo) los que terminaran pagado el pato de los ajustes en el sector. Esa sugerencia, que aparece como dicha en voz baja, resonó no obstante como si se hubiera transmitido mediante un poderoso amplificador. ¿Por qué la diferencia de decibeles? Evidentemente porque había un caldo de cultivo previo, que había detonado hacía muy poco, cuando varios testigos observaron una acalorada discusión entre Gutiérrez y Figueroa, a campo abierto, en Aluminé, durante una celebración protocolar. Entonces se abonó con esa imagen, la teoría vigente desde el nacimiento mismo de ese dúo de solistas, allá por la campaña del 2015, una teoría que desarrolla motivos varios para una confrontación permanente entre ambos, que puede ir desde una tranquila convivencia hasta la posibilidad de situaciones incómodas para el conjunto de ávidos habitantes del poder político.

De cualquier modo, lo que ocurrió fue que la diferencia llegó a la superficie y fue inocultable. Así, el mandamás del gremio petrolero y senador de la Nación, Guillermo Pereyra, le dedicó un furibundo documento a Figueroa, en el que lo trata de ignorante en materia petrolera, por un lado, y donde elogia a Gutiérrez, por el otro. El Gobernador, por su lado, no dijo nada públicamente, y esperó un par de días antes de disparar su efusividad sobre Vaca Muerta, para describir el cuadrúpedo geológico como "el motor” del desarrollo económico, no solo de Neuquén, sino de toda la Argentina.

La situación, y se verá con claridad esta semana de fuerte protagonismo para Neuquén, es de división en el MPN entre quienes se sienten cómodos con el actual gobierno de Mauricio Macri, y aún coincidentes en materias de profunda implicancia; y entre quienes han comenzado ya a marcar una diferencia basada en la presunta ideología sagrada del partido fundado en los tiempos de la proscripción peronista, y que aprovechan para destacar que nada podrá arreglar, a la larga, ese partido, con un petimetre que cada dos días se va de vacaciones a algún lado en lugar de trabajar duro por la patria.

El primer grupo lo lidera, actualmente y ya sin dudas, el gobernador Omar Gutiérrez. ¿Quién liderará el segundo? ¿Será Figueroa, o se mantendrá en la zona gris de la no agresión? ¿Será, en definitiva, este año el propicio para marcar los dos bandos claramente, o el MPN, ataviado de zorro pícaro, decidirá de común acuerdo dejar correr el tiempo para épocas más propicias?

Rubén Boggi