EDITORIAL

Neuquén se debate entre lo banal y lo importante

Se lanza el Plan Nacional de Riego, y Neuquén está entre las cuatro provincias que lo comenzarán. Es uno de los temas importantes que la agenda política no registra.
sábado, 11 de febrero de 2017 · 21:22

En estos días, se tendrá la primera señal seria de una gran posibilidad de desarrollo para Neuquén, en ese universo paralelo al de los hidrocarburos, injustamente retrasado, pero siempre potencialmente revolucionario en el objetivo de consolidar un desarrollo sustentable para la provincia.

El gobierno de Mauricio Macri lanza el Plan Nacional de Riego, con una primera etapa que abarcará 255 mil hectáreas. Cuatro provincias fueron las elegidas para empezar. Neuquén está entre ellas. Las restantes son Entre Ríos, Río Negro y Chubut. El modelo es interesante: se conformarán corporaciones (como Puerto Madero). Serán sociedades, de las que participarán los propietarios de las tierras, el gobierno nacional, y la provincia a la que pertenezca la jurisdicción a desarrollar.

Según se explicó, el propósito es conformar fideicomisos. Los activos estarán compuestos por las tierras, que servirán para atraer inversores. Las corporaciones fijarán el valor del agua de riego y podrán fijar estrategias comerciales. Tendrán un marco legal de largo plazo, y los convenios con las provincias deben prever que se requiera de mayorías especiales para cualquier modificación impositiva, sea nacional, en el Congreso, o provinciales, en cada Legislatura.

El tema es sumamente trascendente para Neuquén, y es posible que sea mencionado especialmente en el discurso que prepara el gobernador Omar Gutiérrez para el 1 de marzo, cuando inaugure las sesiones de la Cámara de Diputados. Es parte de lo que planificó hacer, con el área que está al mando del ministro José Brillo. Neuquén ya había empezado con este desarrollo del riego, en emprendimientos más acotados, pero igualmente importantes, como la experiencia que el grupo Ilolay realiza en Picún Leufú, regando campos para sembrar pasturas, que se apliquen al engorde de ganado en feedlots.

De hecho es uno de los temas del Plan Patagonia, que durante la semana se anunció en Viedma, con la presencia de los gobernadores de la región. La impericia política de la Presidencia en sus aspectos comunicacionales redujo ese encuentro a una cuestión protocolar y al contento de haber conseguido juntar en una misma sala, lejos de Olivos y de la Rosada, a todos los mandatarios de la región. Pero en realidad hay planes concretos (una lástima que no se instalen con fuerza en la agenda política, que solo discute temas basados en campañas berretas en las redes sociales) y uno de ellos es el del impulso decidido al riego. No es un tema menor, si se tiene en cuenta que Argentina tiene casi 7 millones de hectáreas aptas para producir bajo riego, de las que actualmente están regadas poco más de 1,5 millón.

El riego, el agua, en realidad, es un gran tema para Neuquén. Es el principal recurso económico de la provincia, superando por lejos en potencial a los hidrocarburos. Neuquén podrá tener más o menos plata según el gas y el petróleo que explote; pero si quedara sin agua, directamente sería inviable, un páramo inhabitable.

La cuestión es que los temas importantes no distinguen la agenda actual. Son esquivados, o por impericia o por temor. En esto hay un error importante, que puede pasar factura a los entusiastas gestores actuales de la política provincial.

Mientras, la ciudadanía observa con cierto pavor que la inseguridad florece, en ciclos que repiten estallidos, como el sucedido en el barrio Mudon, desde las entrañas mismas del narcotráfico en pequeña escala, el narcotráfico de barrio.

La ciudadanía observa la patética certeza de la contaminación de los ríos, esa fuente esencial de vida, y difícilmente entienda que se le responda con una danza de millones de inversión en caños que sólo conseguirán llevar más desechos al mismo lugar que hoy está contaminado.

La ciudadanía observa la contradicción que existe entre la siempre demorada puesta en marcha de Vaca Muerta y la multiplicación de los panes (en este caso, los puestos de trabajo) con una realidad en la que saltan evidencias de trabajos que desaparecen, encima vinculados a la generosidad del Estado, como ha sido el caso de Textil Neuquén.

Ya es sabido por todos que no es posible responder todas las demandas al mismo tiempo, y conseguir mágicamente soluciones rápidas para los problemas que se evidencian. Pero esos temas deben estar en la agenda concreta de los políticos. Es un principio básico para la eficacia de la democracia.

Sino, como se decía en los ’70 del siglo pasado, tendremos alegres burgueses hablando del sexo de los ángeles, cuando el hambre, la carencia, el dolor, la injusticia, la violencia, el delito, rodean ese pináculo metido en su propia cárcel de pensamientos, hasta que no queda más remedio que vivir otra crisis, otra catarsis social, que recuerde que el conflicto social se resuelve con la aplicación de la política, y que la política, para serlo, tiene que estar al servicio de las personas, de todas las personas, no solamente de las que habitan cómodas corporaciones.

Rubén Boggi

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