EDITORIAL

El MPN y el avance de la izquierda en el conflicto docente

La política de la no confrontación y sus posibilidades. La nueva realidad de ATEN con el avance y la presión de la izquierda. El contexto nacional y cómo juega.
sábado, 4 de marzo de 2017 · 20:32

Más allá de la superficie, que a todos incomoda, comenzar las clases con un paro plantea con crudeza algo de lo que será el año, hablando estrictamente de política: denso, complicado, con exámenes frecuentes para los dirigentes, que no tendrán tiempo para hacer la plancha ni para dormir siestas abundantes, ni tampoco para pretender arreglar todo con recetas dogmáticas de pretendida eficacia.

El examen es para todos. En primer lugar, para el gobierno de Omar Gutiérrez. El gobernador ha reiterado, en su discurso, que no piensa confrontar. La postura a lo Gandhi no convence demasiado, pero si se analiza un poco, se verá que no es ni más ni menos que la prolongación o continuidad de una modalidad inaugurada por Jorge Sapag en 2007, cuando el MPN necesitaba salir de una confrontación permanente con al menos dos de los gremios estatales, ATE y ATEN.

Estos primos hermanos de la política sindical neuquina habían ingresado en una espiral sin retorno de pelea con la conducción del MPN entonces en manos de Jorge Sobisch. Aquel gobernador había planteado sin demasiada sutileza que los gremios perseguían algo muy simple: gobernar la provincia sin ganar elecciones. Esa confrontación tuvo un episodio final determinante, que fue la muerte de Carlos Fuentealba. Ese crimen coincidió con el tiempo electoral del recambio. Sapag ganó la gobernación, y dio comienzo a una nueva política hacia los sindicatos, que tejió un perdurable pacto de no agresión, o por lo menos, de agresión con cauces estrictos. Se apostó mucho dinero entonces en el altar de los sindicatos, y se instaló una modalidad de negociación o diálogo abierto y permanente.

Como toda metodología política, la iniciada por Sapag en 2007 y continuada ahora por Gutiérrez, con algunos sutiles cambios, no es ni buena ni mala: se juzga según los resultados, y sobre todo, se evalúa según el contexto, pues es imposible tener una política con los gremios que no esté conectada y relacionada con la economía, la marcha del país, y hasta la situación internacional, que en una provincia que produce hidrocarburos, siempre es relevante en cuanto a incidencia.

El gobierno de la nueva ola emepenista enfrente ahora la certeza de un año que comienza con paro docente. No es el primero ni será el último. Pero esta vez se da con un contexto nacional relacionado y comparable, ya que –salvo en San Luis- el conflicto con los docentes está presente en todos los distritos. Esto juega a favor del gobierno, sin eximirlo de ninguna responsabilidad, pero al menos justificando el conflicto. La propuesta gubernamental, de atar la recomposición salarial a una actualización trimestral por inflación, también juega con el contexto, porque en definitiva es la línea argumental que el gobierno nacional está dispuesto a avalar, y una posición con la que ningún gobierno podría disentir demasiado.

Cuando el gobierno nacional dice que el paro docente es más político que reivindicativo, no hace más que repetir algo que en Neuquén se ha dicho hasta el cansancio, tanto, que ahora prácticamente ya no se lo dice. Eso sí, ahora no conviene demasiado, porque la especificidad neuquina reconoce otros ingredientes, como el avance importante de la izquierda en el sindicalismo. El gobierno del MPN está ocupado y preocupado por frenar ese avance más radicalizado. A tal punto, que prefiere sostener un estatus quo que conserve la línea de diálogo con la actual dirigencia, tanto de la CTA, con Carlos Quintriqueo, como con ATEN, con Marcelo Guagliardo. La línea es simple: es preferible negociar con kirchneristas opositores, que con el Partido Obrero o cualquier otra fracción de la izquierda, siempre menos propicia a los acuerdos incómodos, esos que no pueden explicarse fácilmente en las asambleas.

Esta izquierda avanzó hasta el punto de controlar la conducción de las seccionales más importantes, como la capitalina. Desde allí se ha impulsado un cuestionamiento a la conducción provincial de Guagliardo que no se ha detenido en cuestiones filosóficas, sino que ha ido al hueso, al manejo financiero del gremio, por ejemplo.

En la última asamblea capitalina, una amplia mayoría votó y aprobó cuestiones que delatan esta certeza cuestionadora. Por ejemplo, se aprobó el pedido de informe de las "finanzas regulares”, y la realización de un plenario de finanzas "para debatir el reparto y uso de los fondos sindicales”. Revisar el uso de la generosa billetera gremial es meterse directamente con el manejo del poder, que es lo que se suele acordar y hasta compartir con el MPN.

La presión de las asambleas controladas por la izquierda consiguió que Angélica Lagunas, la titular de la seccional capital, se sentara a la mesa de negociaciones al lado de Marcelo Guagliardo. En algunos aspectos, este doble comando puede favorecer las estrategias del gobierno. En otros, no lo favorece. Dependerá, en buena medida, de hasta dónde llegará la inteligencia gubernamental para manejar el conflicto. Es decir, para que no se torne incontrolable, y derive en otro año de fracaso educativo, que podría ser letal para cualquier aspiración política del oficialismo.

Rubén Boggi

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