EDITORIAL

El MPN en la noche de la ignorancia

El acto del sindicato petrolero y su significación política premeditada. El contexto, con la fuerza de la tensión social. Lo que falta para definir la importancia del año electoral.
sábado, 1 de abril de 2017 · 19:53

Los hechos políticos suelen ser contrastantes con otras realidades. Ciertamente lo fue el boato emepenista mostrado en la inauguración del edificio de la mutual del sindicato petrolero. El show focalizado en lo partidario no fue sutil, sino agresivamente poderoso. Una muestra de lo que un sector del MPN está dispuesto a sugerir en el año electoral.

El acto fue trabajado con paciencia, porque el edificio estaba terminado y en funciones desde hace tiempo. Pero su inauguración estaba señalada en la agenda del senador Guillermo Pereyra para que no pasara inadvertida, y para que constituyera en sí misma un hecho político importante. Esta ocasión se consideró después del largo, trabajoso y difícil proceso que culminó con el gran acuerdo petrolero y la adenda al convenio colectivo del sector. Y se hizo realidad después que Tecpetrol (grupo Techint) presentara en la Casa Rosada la confirmación de que con las nuevas reglas, las inversiones volverían a los yacimientos.

El rutilante MPN oficialista, que está dividido pero junto en sus vertientes más y menos (neo) peronista, hace punta así con los hidrocarburos y su promesa de dólares frescos en el escenario. Apunta a la cercanía de la zanahoria del hocico anhelante del burro. No está dispuesto a las visiones pesimistas. Es conciente del 34 por ciento de pobreza (más de 45 por ciento si hablamos de niños), de la hecatombe educativa, del presente flaco para las billeteras estatales, y hasta de sus concesiones osadas hacia el protagonismo gremial en el poder. Pero alimenta la esperanza en el futuro, afirmando que está cada vez más cerca, ahí nomás, al alcance de la mano.

Esta es la línea en la que convergen Jorge Sapag y su hermana Chani, el propio Pereyra con su hijo Martín, el gobernador Omar Gutiérrez, y –un poco más separado, pero también en el grupo- el vicegobernador Rolando Figueroa. Este sector –se presume que mayoritario- del partido, tiene definido converger con el gobierno de Mauricio Macri ahora y hasta que sea conveniente. Tiene la llave de una estrategia que se adivina pese al hermetismo: una fórmula de candidatos al Congreso que sería definida por Sapag y Pereyra (esos dos apellidos, precisamente, estarían presentes); y una lista de candidatos al Deliberante capitalino en donde tendría más incidencia directa el actual jefe del Ejecutivo, Omar Gutiérrez.

La promocionada mediáticamente "unidad” partidaria, se sabe, es nada más que una entelequia imposible en el MPN. Salvo coyunturales liderazgos firmes, que implican más subordinación que acuerdos, el partido provincial vive, desde 1987, una continuidad de pujas internas que representan la amplia diversidad que encierra el continente; y el mecanismo de internas es casi ineludible, aunque suele ser gambeteado con la aplicación de encuestas y otros artificios técnicos que permiten negociar sobre la base de la inutilidad, en determinadas ocasiones, de la confrontación explícita y la participación efectiva de los electores.

El gran escenario armado en plena calle el viernes, las bombas de estruendo, la música potente, los afiliados del sindicato poniendo la masa popular inevitable, constituyen la postal del MPN dominante en la coyuntura: casi el producto de una refinería petrolera…un combustible social que persigue centralmente el propósito de realimentar el poder, tanto político como económico.

El contexto social de la provincia no le agrega armonía a esa postal, sino contradicción. El paro docente se comió marzo, y sumó otro grano de deterioro a las escuelas públicas, esas en la que el Estado invierte el mayor porcentaje relativo del presupuesto anual. No es solamente que no se ha dado clases, y se ha perjudicado a miles de alumnos. También es la historia de un gran fracaso económico, en una coyuntura donde la plata no sobra, sino que, por el contrario, escasea. Con el gobierno aplicando los descuentos salariales por cada día de paro, y el gremio ratificando la continuidad de la huelga, por ahora, hasta el 7 de este mes, la situación no mejorará en lo inmediato, según admiten por lo bajo todos los actores.

Más allá de este pesimismo casi lógico, también se deduce, en función de la comparación con episodios similares del pasado, que la historia de los conflictos largos suele terminar por su propio peso. Este conflicto no será la excepción, y serán sus protagonistas los que deberán decidir si apuestan por un final en el que no haya ganadores ni perdedores, o por uno que implique que uno de los dos sectores ceda, permitiendo el triunfo relativo del otro. Pase lo que pase, las escuelas públicas ya perdieron. Tanto el gobierno como ATEN deberían admitir que el daño es irreversible, al menos en el actual ciclo. Por más que se decore el resultado, sea cual fuere éste, estamos ante la evidencia de la "noche de la ignorancia”, esa que sostiene poéticamente la letra del himno a Domingo Faustino Sarmiento.

Ahora, resta que Horacio Quiroga anuncie la fecha de las elecciones municipales para completar la expectativa del año en este difícil contexto social. El Intendente volvió a decir que le gustaba la sonoridad de la palabra "septiembre” para tal efecto. Advirtió también que podrían usarse las listas "espejo”, es decir, listas partidarias diferenciadas que llevarán una sola nómina de candidatos. Esto se lo permitirá la nueva ley electoral sancionada el año pasado, que decidió conservar los mecanismos electorales que criticaron duramente muchos de los que ahora los utilizarán.

No hay que sorprenderse por estas cosas. La política no tiene vergüenza. Es un atributo que no está en el catecismo político argentino, porque en alguna vuelta de la historia la perdió, y, como dice el Martín Fierro, si la vergüenza se pierde…jamás se vuelve a encontrar.

Rubén Boggi

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