Te quejás, pero contame qué hacés vos por la sociedad

Quejas por aquí, quejas por allí. Es una costumbre del ser humano, quejarse porque sí (hasta que despertás).

Siempre nos indicaron que debemos aspirar alto, anhelar lo inalcanzable. Por empezar, imposible es nada. Partiendo de esa base, me pregunto por qué debería ser un camino difícil de transitar, el llegar a un objetivo puntual. Es decir, ¿por qué la queja?, entre otras tantas cosas.

Dejando de lado la queja, hay un factor fundamental que también utilizamos: la culpa. Y, para comenzar a mencionarla, déjenme decirles que prácticamente no existe. Es una creación nuestra.

También acostumbrados a ella, nos resguardamos detrás de esa palabra y el sentido que le damos a la misma, para atribuirle a otra persona, la responsabilidad de nuestros actos (por ejemplo). De pronto, nos encontramos no solamente hablándole a alguien en particular, sino a una sociedad en general.

He aquí la hermosa pero tediosa pregunta: ¿Vos qué hacés? ¿Yo qué hago? ¿Qué hacemos juntos, para cambiar nuestra "realidad” y la de toda una sociedad?

Según las definiciones, la queja es "resentimiento o disgusto que se tiene por la actuación o el comportamiento de alguien”. Por otra parte, la culpa "nos hace conscientes de que algo hemos hecho mal para facilitar el intento de repararlo”. 

De manera contraria y sorprendente, podrán recordar que el accionar, es "hacer lo necesario para poner en funcionamiento o movimiento, un mecanismo”, "para dar a entender una cosa o para acompañar a la palabra”.

No me malinterpreten, no quiero ser pesimista, pero sí consciente. Ya que, ese, es el primer paso para hacer honor a la palabra "acción”. Para dejar de quejarnos por redes sociales detrás de una pantalla, o sosteniendo el celular mientras estamos acostados en nuestras camas.

La consciencia y el accionar, son amigos eternos para cambiar/nos/lo. Son amigos eternos para que podamos ser.

Queja, culpa, acción… ¿Cuál eligen?

Sofía Seirgalea