EDITORIAL

El factor Rioseco, el MPN, y el cómodo Cambiemos

Intensa pelea en el campo de la oposición, que busca aprovechar el descontento. La ubicuidad del MPN. Cómo juega Rioseco, y el triangulito codiciado.
sábado, 24 de junio de 2017 · 19:58

Pasados casi ya los seis meses de este año, el ingreso de lleno a la circunstancia electoral muestra en el escenario neuquino una afanosa pelea en el campo de la oposición a Mauricio Macri, con la singularidad, tradicional en esta provincia, de que el MPN juega un poco en ese campo y otro poco en el otro, en el del oficialismo.

La ubicuidad emepenista es fuerte y suscita en cada etapa de su larga vida en el poder divisiones internas, que la mayoría circunstancial (la que rodea ansiosamente al poder) anula casi siempre. En estos comicios de medio término, le costó al gobierno llegar a definir candidatos, más que nada por ese debate, sordo aunque innegable, entre quienes no tienen problema en colgarse de los pantalones de Macri cuando es beneficioso, y descolgarse cuando no; y aquellos que tienen una mayor lejanía, que hacen prevalecer la vieja raíz peronista y sienten urticaria ante el contacto cajetilla, y, además, temen que acercarse a Macri es como dormir con el enemigo, con quien está pensando cómo ganarte el distrito, mientras te abraza con ternura.

Entiéndase bien: estas diferencias se expresan en conductas que nunca pierden de vista el objetivo, que es permanecer en el gobierno de la provincia rompiendo nuevos récords; no hay mayor intensidad para la ideología que esa cercanía con el poder. Ahí se confirma cómo la estrategia se adecua sin rígidos manuales, con el pragmatismo como fundamento principal. ¿Cómo se traduce esto en la coyuntura emepenista?

Dos hechos ejemplares: uno, el retorno a la actividad plena de Jorge Sapag, que implica la necesidad de una voz que defienda y al mismo tiempo ataque, ya que el gobierno, con Omar Gutiérrez, sigue en una actitud de empecinada concentración en la gestión, sin salirse de ese foco; el otro, el fin del capítulo acerca de la candidatura de Rolando Figueroa, algo que estuvo a punto de concretarse.

Lo de Figueroa, a nivel local, es como lo de Florencio Randazzo en Buenos Aires, salvando circunstancias y magnitudes, en lo que hace a la actitud del ex ministro de Transporte, frente a la presión de la ex presidente Cristina Fernández, para sentenciar una unidad a su medida. Figueroa decidió mantener su perfil y su territorio. Tendrá por eso algunos costos, y tal vez, algunas ventajas, que se irán viendo a medida que pase el tiempo.

En el agitado campo de batalla de la oposición por el favor del voto, sobresale Ramón Rioseco, con su Frente Neuquino. Rioseco es un gran armador de pastiches ajenos. Así como fue el primer aliancista con Benítez tras la pueblada en Cutral Co, kirchnerista después cuando convino, ahora busca transformarse en el primer emepenista fuera del MPN, partido en el que nunca estuvo, pero del que copió su consigna central: defender a Neuquén antes que cualquier otra cosa.

Esa consigna busca desarmar la estrategia mediática del partido que se adueñó de la marca del triangulito. Por eso Rioseco, que será acompañado por Asunción Miras Trabalón (abogada, bailarina de flamenco, mujer de izquierdas moderadas que se traducen en Nuevo Encuentro) y por Pablo Tomasini (ex Frente Grande zapalino, ahora en el partido del cutralquense), funde en el mismo campo enemigo al partido provincial que gobierna con el Cambiemos de Macri, que se expresa en Neuquén en los candidatos "puros” de Horacio Quiroga.

Rioseco compite en ese lugar de las trincheras con sus ex socios del peronismo neuquino K. Darío Martínez, Javier Bertoldi y otros hijos dilectos del parrillismo vernáculo, toman la bandera de competir con Cristina Fernández como referente rediviva, prometiendo recuperar la patria de las manos vendedoras y aviesas de Macri. No hay muchas diferencias, en esta coyuntura, entre el sector de Rioseco-Mansilla y el kirchnerismo residual. La más fuerte, es que Rioseco no tiene problemas en mirar para atrás con intenciones críticas, y trazar una línea de coherencia entre Cristina y Mauricio en relación a algunas cuestiones, y eso el peronismo todavía K en Neuquén no lo permitirá. Por lo que seguirá llorando otro hijo descarriado. Ya le pasó con Quiroga, ahora con Rioseco. "Es probable que nos vuelva a unir el espanto”, sentenció el otro día un peronista desencantado.

A todo esto, Horacio Quiroga con el Cambiemos ha conseguido lo que buscaba, cuando decidió fundir en una sola fecha las elecciones municipales con las nacionales. Hacer campaña con un agresivo oficialismo, mostrar su sector como el único representante genuino de Macri en la provincia. Para eso, mostrará gestión de gobierno, eventualmente respaldado por el gobierno central, y enfrentará ácidamente al MPN en ese cometido, porque el MPN le escupe el asado continuamente, en la propia cara, y el gobernador se pasea con sus candidatos mostrando obras del Intendente, tanto como éste luce insignias ganadas con ayuda ajena.

El segundo semestre, con sueldos estatales pagados en tiempo y forma, con aguinaldos incluidos, será a pura campaña y revoleo escatológico de presuntos defectos del adversario para exaltar las virtudes propias. Se mostrarán obras y surgirá la bandera del optimismo, pues nadie gana votos pronosticando infiernos.

El pueblo seguirá trabajando, como se puede, en medio de esta Argentina que sigue en transición, su marcha en democracia récord, un logro casi técnico, deslucido por injusticias y carencias.

Rubén Boggi

 

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