EDITORIAL

La grieta neuquina es la contradicción en el MPN

Es cierto que el MPN es garante de que "no entre" la grieta nacional. Pero es a costa de su propia contradicción, potencialmente muy peligrosa.
sábado, 29 de julio de 2017 · 19:41

Neuquén está, nuevamente, ante una disyuntiva, ante su verdadera "grieta”, para utilizar el cliché de moda. Es, más que un abismo, más que una zanja social abierta, una contradicción, que existe en el MPN desde hace muchos años y que ocasionalmente provoca correcciones de rumbo político para la provincia. Esta contradicción, abierta como una llaga incurable, es entre la persistente mirada hacia el propio ombligo del Estado, y lo que necesita por fuera de él para crecer y progresar de verdad.

No es que sea algo que no se sabe. El MPN lo sabe, aunque raramente hable de esto. Lo sabe, por ejemplo, el gobernador Omar Gutiérrez, quien acaba de anunciar un trabajado y laborioso pacto entre bambalinas –ahora explicitado- con el gobierno de Mauricio Macri, el gremialista de UOCRA Gerardo Martínez, con el gremio petrolero que conduce Guillermo Pereyra, con las principales empresas petroleras que operan en la rica Vaca Muerta, y con los aliados locales internos dentro del gremio de la construcción.

Ese acuerdo, presentado una vez más con la fórmula de Neuquén para los neuquinos, laboralmente hablando, se hizo necesario a partir del flagrante atraso que sufrió para empezar a concretarse en el terreno la inversión de Tecpetrol, la subsidiaria de Techint. El descalabro de conducción en la UOCRA, nacido de la fulminante huída y después caída de Víctor Cárcar, el hombre que ahora está en prisión y que antes garantizaba los pactos necesarios tanto a empresas como a gobiernos, había provocado una incertidumbre temible, que el gobierno neuquino entendió tenía que solucionar.

Lo hizo, aunque la grieta se agrandara dentro del propio seno estatal, dentro del ombligo referencial y sagrado, con el gremio ATE. Gutiérrez empieza a mirar con más decisión el horizonte de inversiones, y sabe que llegó la hora de imponer autoridad en esa ambigua relación con los hermanos estatales. El ATE de Carlos Quintriqueo y Jorge Marillán, confesamente kirchnerista en objetivos políticos tanto como en metodología sindical, creó un conflicto a medida de la coyuntura, basado en una abierta interpretación del acta firmada con Mariano Gaido, el de la actualización por inflación. La grieta neuquina se mantendrá abierta, es probable, hasta octubre, con conocimiento pleno de todos: lo único que hay que esperar a ver es hasta dónde llega la osadía, el tironeo de un cuerpo que nadie quiere quebrar, que todos protegen por ser la teta de la que todos maman.

Cuando la diputada y candidata a serlo en el Congreso Nacional, Alma Chani Sapag, o el propio vicegobernador Rolando Figueroa, afirman que la grieta no entrará en Neuquén y que el MPN es el garante de tal circunstancia eventual, se refieren en realidad a esa "grieta” inventada por los medios nacionales, la que se abrió en la sociedad entre pro y anti kirchneristas. Tienen razón: el MPN es la garantía de que esa grieta no prospere en Neuquén, porque al mismo tiempo es la encarnación de la ubicuidad política, del pragmatismo ideológico más interesante de Argentina, y tal vez, de Latinoamérica y del mundo entero: un partido provincial que genera su propia singularidad social. Aquí esa grieta no penetra, pero hay otra de la que no se quiere hablar, que más que grieta es contradicción en el seno del propio partido gobernante, entre el ansia de progreso y el ombligo del sustento estatal, de la autosatisfacción como sistema.

Así, la puja en el Estado seguirá. El conflicto recurrente, cíclico, no terminará. Está en la esencia neuquina, en su morfología política. El MPN lo sabe, y lo arriesga todo el tiempo, bajo la única exigencia de mantener el control político, es decir, su propio gobierno. Por eso, en esta coyuntura, ha vuelto a juntar filas sin por eso perder diferenciaciones que volverán a confrontar apenas se sepa el resultado de las elecciones del 22 de octubre. El partido provincial tiene unidos y alineados en la campaña a Sapag, Gutiérrez, Figueroa, Pereyra. De los referentes más importantes, históricos, el único apartado es Jorge Sobisch, pero está en silencio, sea por acuerdo no expresado, sea por conveniencia propia.

El MPN, sumergido en su contradicción de alimentar el Estado y aumentar al mismo tiempo la actividad económica por fuera de él, muestra cada vez más explícitamente que está jugando todo para ganar este año, y sumar masa crítica para reafirmar su larga hegemonía en 2019. A dos semanas de las PASO, marcha con paso seguro, y posiblemente no tenga problemas electorales.

El problema de Neuquén viene por otro lado. La contradicción supera en peligro a la grieta. Es eso lo que se pone en juego de aquí al 2019.

Rubén Boggi

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