EDITORIAL

Parodia sindical, zanahoria y peligro en el trono del MPN

La campaña y lo que se juega como experimentos en la calle. Las PASO motivan casi nada. La zanahoria está en el 2019. El peligro de los globos de ensayo.
sábado, 5 de agosto de 2017 · 19:27

El proceso político-electoral, a una semana de las inútiles PASO, demuestra hasta el momento una incapacidad muy grande para conseguir motivar al pueblo con el entusiasmo de eventuales mejoras.

Entre pasiones impostadas, frases huecas, anunciados de intenciones improbables, y clientelismo jugado a pleno, esta penosa estación que alguna vez se imaginó a imagen y semejanza de las primarias yanquis por un gobierno que se decía anti, no hace más, por ahora, que acrecentar la picardía por sobre la inteligencia, el discurso por encima de las acciones, la búsqueda incesante de la autosatisfacción por encima de la de soluciones auténticas para los problemas nacionales.

Ha motivado, eso sí, una intensificación de la pelea por la torta del Estado, cada vez más extendida en su radio por el pausado aunque firme crecimiento de la explotación no convencional de hidrocarburos en Vaca Muerta, y la radicación allí de inversiones multinacionales.

Por eso, el proceso electoral neuquino reconoce esta motivación, casi única: ¿quién gobernará Vaca Muerta desde 2019?

La zanahoria pende del futuro, pero el camino hacia ella pasa un poco por estas elecciones: no las del domingo 13, encuesta disfrazada con probable reducción de asistencia a las urnas, sino las del domingo 22 de octubre de este año. En ese afán, el aglomerado estatal-sindical se revuelve en su propia loca ambición, y se ponen en el campo estrategias de semblanteo con puja, experiencias que generalmente no toman en cuenta que se juega con la vida real, no con la virtualidad de las pantallas celulares.

El viernes se dio una síntesis importante. Mientras ATE desplegaba en la escena capitalina todo su arsenal de simulaciones, la UOCRA versión Juan Carlos Levi (el elegido antes de las elecciones por el MPN) simulaba una rebelión con intenciones de apriete hacia la cúpula nacional del sindicato. Las dos parodias tuvieron escenario real, con potencial peligro hacia bienes y vida de los ciudadanos inocentes.

En las dos, el gobierno de Omar Gutiérrez tiene responsabilidad, aunque más no sea por ósmosis socio-política, por tradición político-sindical, y por ser el gran gestor de la generación o des-generación de empleo en la provincia.

También el resto de los sectores políticos, claro. El Frente Neuquino, de Ramón Rioseco, alienta la pelea en la UOCRA para procurar ganar masa crítica entre los 11 mil trabajadores de la construcción, que son una llave para la herramienta social y a la vez un acceso a una de las tantas puertas de acceso al gran tesoro estatal que paga la obra pública y genera el resto de inversiones. Y el frente Cambiemos neuquino, que el viernes hizo un acto en el gimnasio del Bouquet Roldán, también tiene su cuota de responsabilidad en el asunto, toda vez que asume con fervor su adhesión al gobierno nacional de Mauricio Macri, tan o más interesado que nadie en Vaca Muerta-Neuquén.

La interna en los sindicatos no tiene PASO, pero se refleja en la política. ATE se distancia de ATEN y viceversa, entre otras cosas, porque hay una puja por llegar de pleno al nivel nacional de conducción de la CTA, entre dos dirigentes sindicales de primer orden en Neuquén, que son Carlos Quintriqueo y Marcelo Guagliardo. No es la primera vez que los gremios hermanos tienen rencillas familiares. El viernes fue también ilustrador en este sentido, cuando Guagliardo salió a decir, con total tranquilidad prístina y pura, que el acta salarial que ATE decía no se había respetado, estaba bien aplicada por el gobierno. Esto no lo acerca a Guagliardo con Gutiérrez, pero ciertamente sí lo aleja de Quintriqueo. No importa, es coyuntural, se afirmará. Cuando llegue el momento "la lucha” los unirá nuevamente. Algo de todo esto es cierto: el conflicto en Neuquén anida, como las culebras, en el seno calentito del Estado.

Mientras tanto, el MPN hace lo suyo con disciplina. Gutiérrez y Sapag (Jorge) aparecen despegados de la campaña de los candidatos partidarios, y el protagonista que desde el gobierno tiene más labor en este sentido es, sugerentemente, el menos PRO de todos, Rolando Figueroa. Chani Sapag acrecentó el discurso emepenista, al estilo de "Nación se queda con el 75 por ciento de lo que producimos los neuquinos”. El gobierno trabaja incesantemente al ritmo del intenso Gobernador. Inversiones en los yacimientos, inauguraciones que reafirman la "reconversión” (los mataderos se van poniendo en marcha, pensando en el reconocimiento pleno de Chile al estatus sanitario), obra pública con viviendas, escuelas, hospitales. Al MPN no se le puede reprochar inacción en la gestión, y eso ya es mucho en el mundo actual de la política argentina.

Del otro lado, hay una sensación perceptiva muy concreta: Ramón Rioseco probará su techo, más que su piso, en las PASO. Cambiemos, probablemente, seguirá creciendo. El peronismo trasmutado en Unidad Ciudadana constatará, casi con seguridad, cuánto cuesta la elipsis en desmedro de lo lineal. Solo tres llegarán a la disputa del trono, en octubre, con posibilidades. El juego, con un poco de suerte, será incruento. Pero si alguien se excede en jugar con los límites del cauce, algo muy malo puede pasar. La insatisfacción, cuando persiste, suele traducirse en violencia.

Rubén Boggi

 

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