Condenaron a 22 años de cárcel al policía que mató a Floyd

El ex policía Derek Chauvin fue sentenciado a 22 años y medio de cárcel por la muerte del afroamericano George Floyd, el año pasado en Minneapolis, un caso que repercutió en todo el mundo y originó una toma de posición global contra los crímenes de odio basados en el racismo.

Chauvin, de 45 años, fue hallado culpable de los tres cargos de homicidio que le imputaron tras matar a Floyd en un arresto brutal, que fue grabado por los transeúntes y que provocó una movilización mundial contra el racismo y la brutalidad policial. Desde que se conoció el veredicto, el pasado 20 de abril, Chauvin se encuentra aislado por su propia seguridad.

“No dicto la sentencia basándome en la opinión pública ni intento enviar ningún mensaje con ella”, advirtió el magistrado, Peter Cahill, consciente del impacto social de este proceso. Cahill, que consideró como agravante el abuso de poder, dictó el veredicto en una vista cargada de emotividad, como lo fue todo el juicio.

Carolyn Pawlenty, madre del ex policía, defendió a su hijo y dijo que es “un buen hombre”. Advirtió al jurado que la sentencia sobre él es una sentencia sobre ella. Chauvin rehusó una declaración formal, alegando procesos pendientes (una apelación u otro pleito federal por violación de los derechos civiles de Floyd), pero dio el pésame a los parientes del afroamericano y, sin dar detalles, avanzó que habrá “alguna información” en el futuro que, confiaban, les daría algo de “paz mental”.

Los hechos que se juzgaron ocurrieron durante la tarde del 25 de mayo de 2020, cuando una patrulla acudió a la llamada de una tienda, Cup Foods, que avisó de que un cliente había pagado un paquete de tabaco con un billete de 20 dólares aparentemente falso.

El dependiente había salido a buscar al sospechoso, que era George Floyd, pero este se había negado a volver. Se encontraba dentro de un coche estacionado, fuera del establecimiento. Cuando llegó la policía, Floyd se resistió inicialmente y Chauvin y otros dos agentes lo inmovilizaron en el suelo. Cuando Floyd dejó de oponer resistencia, la presión no cejó y comenzaron esos nueve minutos interminables, en los que la rodilla del policía aprieta al hombre que clama que no puede respirar, y que terminaron con la muerte de la víctima.