PATAGONIA

Abrazarte Argentina: la aventura a caballo que unirá, de sur a norte, todo el país

El joven de 28 años que recorrerá la Argentina junto a sus 3 caballos, ya llegó a Neuquén.
lunes, 19 de octubre de 2020 · 15:40

Marcos Villamil es un joven Ingeniero Agrónomo de 28 años, oriundo de Buenos Aires, que hace un mes (y días) emprendió, absolutamente solo, una cabalgata junto a sus 3 caballos con el objetivo de recorrer toda la Argentina.

El lunes 7 de septiembre, comenzó esta aventura y Marcos cuenta que la primera semana del viaje fue dura. Muy pocas personas sabían de su proyecto entonces durmió a la intemperie y transitó largos trechos en soledad. Esa fue “la parte más rústica del viaje”, dice, pero también fue esa rusticidad la que le marcó con firmeza, que el viaje había comenzado. 

 

“La primera semana hasta poder entrar en ritmo de cabalgata, me costó. Todavía no tenía tantos contactos, me tocó dormir al sereno o no tener señal durante toda esa semana. Pero eso me sirvió mucho para decir `arrancó el viaje` y es esto”, comenta mientras de fondo se escuchan, a través del teléfono, las herraduras de los caballos golpear el asfalto de la Ruta 22. 

En el momento en que conversamos con él, Marcos estaba transitando el trecho con el que unirá Plottier con Villa Pehuenia, atravesando la provincia del Neuquén y dejando atrás su paso por el Alto Valle.   

“En este momento, voy montando a Tordo. Mora vino de carguero y Wayra está de tiro también, porque como estamos en ruta tenemos que ir los tres atados. Sino, siempre va el tercero suelto. Estoy viendo un arroyito en el que están por tomar agua los caballos y también veo un gran valle muy lindo, bastante verde, y empiezan a aparecer los pozos de petróleo, las cigüeñas”, cuenta mientras camina a la altura de Challacó, rumbo a Plaza Huincul donde lo espera un tal Ramón Fernández, que es herrador, para ayudarlo a reemplazar las herraduras de los caballos “porque desde que salí de Alvear que no las cambio”. 

 

 

El recorrido de Marcos comenzó en sus pagos, General Alvear (Provincia de Buenos Aires), donde su familia tiene la estancia “El Centinela”. De allí partió rumbo al sur, con el fin de hacer un primer tramo de la travesía que unirá Buenos Aires con Tierra del Fuego. Una vez en el fin del mundo, Marcos piensa tomar un flete para volver con su pequeña tropilla a La Pampa, y de allí encarar el otro tramo por el norte del país, para terminar en La Quiaca y luego volver por el litoral hasta General Alvear. Ese es su itinerario de viaje de unos 8.500 kilómetros  que le llevará un año y 3 meses, aproximadamente.

La clave del viaje es ir por camino de tierra, esquivar las grandes ciudades y hacer trechos cortos y por la mañana a un tranco “que es un poco menos que el trote. Ese es nuestro ritmo”, dice.  

 

  

A tranco lento por el Alto Valle

Su paso por el Alto Valle fue una experiencia inolvidable, cuenta. No conocía la zona y mucho menos las bondades del Río Negro. “Justo en Choele Choel, coincidió con mi cumpleaños, entonces fueron mi madre, con su marido y mi abuela a saludarme y me quedé unos días ahí en una posada. Pegué muy buena onda con los dueños y ellos me dieron un montón de contactos.  De ahí, agarré por la margen Sur hasta la Estancia La Paloma, de los Hernández. Después, frené en el campo de los Murray y de ahí seguí hasta Valle Azul e hice noche en lo de los Turín, una familia de argelinos franceses, primeros pobladores. Fue increíble”, comenta.

A tranco lento pero constante, Marcos atravesó el Alto Valle de Río Negro y Neuquén sin perder su asombro ante la hospitalidad de los locales. Luego de la chacra Azul donde hizo noche, cruzó el puente por Chichinales, hizo la siguiente parada en Godoy y de ahí siguió hasta General Roca.

 

“Todo el tiempo Iba entre la ruta y el río hasta que encontré que costeando el canal tenía camino de tierra. Pero estoy fascinado con el río Negro. No lo conocía. Los argentinos tenemos un paraíso alucinante, es un lugar hermoso y la gente es muy buena. Es increíble ver el efecto del agua, la gestión que tienen del agua porque hacés 500 metros de ahí y está la estepa pura. Fue muy lindo”.

Marcos estima llegar a Villa Pehuenia en unos 6 días. Antes pasará por Plaza Huincul, Cerro Bandera y Santo Domingo. En Zapala hará parada en la estancia Llamuco, para seguir por Primeros Pinos y llegar a la cordillera. De ahí, tiene contemplado seguir por Rahue, Pilo Lil, Malleo hasta llegar a Junín de los Andes. “Ahí me contactó Tito Bonazzola, un paisano de San Martín de los Andes que hizo a caballo de Bragado a San Martín, entonces tenía todas las paradas y me pasó todo el recorrido”.

 

Generosidad argenta

Una de las cosas que este joven aventurero tiene como fin, desde el minuto cero de esta cruzada, es mostrar que en la Argentina no todas son pálidas, que hay gente bondadosa, algo que comprueba a diario cuando se encuentra con la solidaridad desinteresada de personas desconocidas.

“Celebro poder estar hablando desde acá con alguien, contando de mi viaje, hablando de las cosas lindas que tiene nuestro país. Porque a veces hacemos hincapié en lo malo, pero también está la otra cara, tenemos un país de personas increíbles que te ayudan desinteresadamente. El camino de Allen a Plottier lo hice casi todo de noche. Cuando se hizo de día ya estaba pasando la Isla Jordán y entré por Balza las Perlas a Plottier. Fueron unos 50 km que me llevaron unas 7 horas. Miro mi carguero y ya no tenía ni la bolsa de dormir ni mis zapatillas de montaña.  Las había perdido en el camino. Entonces, lo conté por mi Instagram y también se lo comenté a Luis Barletta, quien me recibió en Plottier. Y me escribió Bettina, con quien yo ya había estado, que me traía una bolsa de dormir para prestarme y me la hacía llegar. Y Luis, con un grupo de amigos, me consiguió zapatillas. Estas cosas me hacen valorar la calidad de gente que tenemos en nuestro país. Vale la pena destacar esas cosas”.

 

Marcos comparte su aventura a través de la cuenta de Instagram Abrazarte Argentina. Allí, muestra los paisajes y también plasma sus impresiones a medida que avanza en su camino. “La gente me está contactando un montón, me dan contactos y me van asistiendo. Es muy lindo”, detalla sin descuidar el trote un segundo.

 

Equipo animal

Los caballos, son el otro pilar fundamental de esta cruzada. “Ellos son mi familia, mis amigos, son mis compañeros”, asegura el joven jinete que aprende también de la templanza de sus animales.

 

“El principal aprendizaje con ellos es el ritmo, la velocidad. Hoy en día el mundo, los trabajos, todo va a gran velocidad y no sé hasta qué punto eso es saludable.  El tranco, el ritmo al que voy con los caballos me enseña a frenar. Ese ritmo, con el que avanzamos de a 30 km por día,  es un ritmo que me permite estar muy en contacto con el clima y la naturaleza. Por eso, invito a todos a frenar, a bajar un cambio, porque la vida no se repite, la vida es una hay que disfrutarla”, comenta el joven jinete que, una vez que abandone territorio neuquino, continuará su travesía por el resto de la Patagonia, hasta llegar al fin del mundo llevando su mensaje optimista a todos los rincones del país.

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