Arte y pandemia

Geraldine, la activista cultural que nos sacude el aislamiento 

La sorpresiva aparición de una pandemia puso al mundo patas para arriba. En el mundo de las artistas la situación no es diferente, pero si hay algo que las trabajadoras del arte saben hacer bien es adaptarse a los cambios.
miércoles, 15 de julio de 2020 · 09:23

Geraldine Schroeder es diseñadora de indumentaria, galerista y artista visual en romance eterno con el grabado y el dibujo en líneas que dan forma a las huellas que las mujeres dejan en ella. Es muy fácil reconocer su pasión por el activismo cultural; sobre todo, cuando de cuentas por resolver se trata.

En sus obras más actuales, las palabras se convierten en imágenes, y cada imagen es el reconocimiento a una mujer poeta. Desde su taller, Geraldine hace arte, nos interpela y les da a estas grandes mujeres la visibilidad que merecen.

 

 

Grandes mujeres poetas en pequeños formatos 

Todo comenzó a principios de este tiempo excepcional de confinamiento.  Muchos procesos cambiaron sus modos,  y otros se intensificaron: la práctica artística, la lectura, las redes. 

Hace tiempo que utilizo las redes sociales para compartir mi trabajo pero también para contactarme con otros/as artistas, con los que genero un intercambio de obra de pequeño formato a través de arte correo autogestivo.  Es a través de Instagram que nos contactamos con Carlos Skliar, escritor, pedagogo, investigador, educador, y surge la propuesta de ilustrar la tapa de uno de sus libros “Los Mares de la Infancia”.

 

 

Este intercambio, de escritos, de autores, de libros, de obras, fue llevando a ilustrar un segundo libro de su autoría, “Mientras respiramos (en la incertidumbre)” y en una de esas conversaciones dice como al pasar: “Sería lindo una serie de poetas mujeres…”  comentario que  tomé instantáneamente y a la media hora ya estaba probando técnicas, formatos, soportes con las escritoras que había leído recientemente.

El deseo surge de lecturas de poesía escrita por mujeres y de sus biografías, en las que me sumergí (y sigo sumergida) durante estos meses,  atravesada por sus vivencias, sus contextos determinados de tiempo y espacio, sus vidas. 

 

 

Sería lindo...

El proceso de esta serie de “Mujeres Poetas” es muy hermoso y lo disfruto muchísimo.  No logro leer en formato digital por lo que cada libro próximo a leer es un ritual: imprimo, diseño su tapa, lo encuaderno…luego de unos días recién comienzo a leerlo (claro que mientras, voy leyendo entre líneas).  En esa especie de tiempo suspendido, el de la lectura, tengo la necesidad de subrayar, de escribir en los márgenes, palabras,  frases que me resuenan, que me interpelan, que me gustan, así es que todos mis libros tiene la huella de mi lectura.

Las primeras obras, a mediados de mayo, comenzaron en formato mediano de 50 x 50 cm sobre madera, de las poetas Marina Tsvietaieva y Alda Merini, a las cuales le siguieron Alejandra Pizarnik, Chantal Maillard, Olga Orozco, Wislawa Zsymborska y la lista sigue… El tiempo de proceso en estas obras es mayor, y me interesaba compartir casi a medida que las iba leyendo, obras más pequeñas y accesibles para que cada persona que lo desease pudiera tener una pequeña obra en su casa, regalar y/o regalarse… Así es que comencé a realizar una serie similar en pequeño formato sobre papel.

 

 

El compartirlas en las redes sociales es una forma de compartir parte del proceso de lectura, de  subrayados que se convirtieron en pequeñas obras gráficas, pero también visibilizar la poesía escrita por mujeres, ya que en la historia del arte, y en la historia en general, durante mucho tiempo se le dió mayor importancia a los artistas hombres, casi uno podría pensar, leyendo esos libros que el papel de las mujeres era casi exclusivamente el de musas, inspiradoras, modelos para grandes pinturas de un artista hombre reconocido; y creo que, lentamente, gracias al trabajo de visibilización de la mujer, que se viene realizando desde distintas disciplinas, ejes y lugares, vamos pudiendo conocer esa otra parte de la historia, la de las obras realizadas por artistas mujeres, sus libros, sus lenguajes, sus pensamientos, el trabajo y las voces de miles, muchas veces atenuadas, solapadas e invisibilizadas.

Y es que uno nunca sabe qué vendrá y algo viene. Mensajes de personas nombrando a una poeta mujer que aún no he leído, sugerencias de lecturas, intercambio de libros, agradecimientos por algún posteo y pedidos en formatos especiales.

 

 

La imagen del taller de los últimos meses es la de un espacio lleno de libros abiertos subrayados, fotografías de mujeres poetas, manuscritos, papeles, recortes, biografías, tintas de grabado, matrices y un cuerpo lleno de imágenes, palabras y frases que atraviesan y permanecen, y que incorpora otro ritual, el del gesto amoroso de compartir voces de mujeres en formato obra por correo postal a todo el país.

 

 

 

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