Deporte y pasión

Fútbol gaélico: un deporte poco común que tiene a un neuquino como capitán del equipo nacional

Lucho Robledo es el capitán de la Selección Nacional de Fútbol Gaélico, y nos cuenta de qué se trata este deporte tan poco conocido como particular, en el que Argentina es referente mundial.
viernes, 3 de julio de 2020 · 21:50

Lucho tiene 42 años. De pequeño su familia se instaló en Neuquén, por eso se considera un neuquino por adopción. Fue al Colegio Don Bosco, y desde su adolescencia se destaca en lo deportivo: jugaba al básquet en Pacífico e Independiente de Neuquén. 

Hoy, vive en Buenos Aires, es kinesiólogo y está casado con tres hijos. Lejos de los aros del básquet, su vida sigue 100% ligada al deporte: es jugador del HURLING CLUB (Hurlingham, Buenos Aires) donde practica y difunde el fútbol gaélico, un deporte amateur de origen irlandés que en Argentina se practica muy poco, y es el capitán de la selección nacional.

Foto: Luciano Robledo, capitán del seleccionado nacional de fútbol gaélico.

 

¿Cómo explicás vos qué es el fútbol gaélico?

Es un deporte de origen irlandés y, además de que es muy divertido, me gusta porque es súper completo y requiere mucho esfuerzo físico. Conjuga destrezas de muchas otras disciplinas, del vóley, básquet, handball, fútbol o rugby, y te permite hacer todo lo que los demás deportes no te dejan. Podés quitar la pelota con la mano, picarla o patearla. También tiene mucho contacto porque la pelota se saca a los manotazos y hay que tener el timing para correr al jugador y saber que en algún momento se va a desprender de la pelota.

¿Cómo llegaste a este deporte?  

Llegué al HURLING CLUB por invitación de un amigo kinesiólogo que lo había jugado. Y empecé a entrenar. Al principio me llegaba la pelota y no sabía qué hacer. Yo vengo del básquet y, aunque me costó sacarme ese chip, me ayudó mucho porque este deporte tiene mucha disputa de la pelota en el aire, el saque por ejemplo, que es con un salto.

Foto: Jugadores de la Liga Nacional. Equipo verde, Leinster, equipo Blanco, Ulster (2018).

Aunque tiene un seleccionado nacional, no es un deporte muy popular en Argentina. ¿Por qué?

Es un deporte 100% irlandés y está dentro de los Deporte Gaélicos. El hurling es otro deporte gaélico y ya se jugaba acá hace 100 años. Así nació el Hurling Club, pero con el tiempo y por diversos motivos se dejó de jugar, y se fueron sumando otros deportes más populares como el rugby, hockey. Pero el fútbol gaélico se practica cada vez más en todo el mundo, y también en la Argentina. En mi club se juega hace 7 años y vamos creciendo con los años, pero requiere mucho esfuerzo y compromiso. Además, aunque es un deporte irlandés, en el mundial que se hace cada 3 años, no permiten jugadores nacidos en Irlanda, justamente para promocionar el deporte en el resto del mundo.  

¿Y cómo llegaste a la Selección Argentina de Fútbol Gaélico?

En 2015, cuando descubro este deporte, Argentina recién volvía de ganar el mundial en Abu Dabi (Emiratos Árabes) y había como un parate. Después de unos meses, cuando retoman los entrenamientos, empiezo a entrenar. Al principio entrenaba sólo los sábados pero cuando se empezó a definir el próximo mundial, ya lo tomé más en serio porque quería participar. Y así, empezamos a entrenar dos veces más en la semana, hasta que llegó el día. En 2016 se vuelve a realizar un mundial en Dublín (Irlanda) y voy por primera vez. No era capitán aun.          

El fútbol gaélico es como un “vale todo del deporte”, se juega con una pelota con el mismo tamaño que la de fútbol y un poco mas  pesada, con gajos como la de vóley, lo que permite que agarre mucha altura y velocidad. Se puede llevar la pelota con la mano o con el pie y lo único que requiere es que, cada 4 pasos, el jugador haga algo con la pelota: o la paso pegándole de abajo con la mano, como un saque de vóley, o hago un jueguito con el pie, o la puedo picar una sola vez para tener la chance de hacer 4 pasos más. El objetivo, meter goles: 3 puntos si le hacés un gol al arquero, 1 si pateás por arriba del travesaño, dentro de la H. 

Foto: Selección Nacional en el Mundial de Fútbol Gaélico Dublín 2016. 

 

¿Y cómo fue esa experiencia en Dublín 2016? 

Cuando Argentina salió campeón había sólo 4 equipos, y para 2016, había 15 de todo el mundo. Y fue muy duro. Había equipos que venían de ligas mucho más armadas que la nuestra, los demás jugadores eran más jóvenes que nosotros (risas), había mucha diferencia física y habremos jugado, de martes a jueves, 10 partidos, que son cortos pero súper intensos. Ahí salimos quintos. 

En 2019 el equipo argentino ganó la copa de plata de los Juegos Mundiales Gaélicos 2019, de los que participaron 24 equipos de la liga mundial. ¿Qué pasó con Argentina entre 2016 y 2019?

Cuando volvimos del mundial 2016, mucha gente dejó de jugar y quedamos unos pocos. A partir de ahí, desde el club, empezamos un gran trabajo de fomento de este deporte en Argentina. Yo, personalmente, me involucré mucho más en la Subcomisión de Deportes Gaélicos de mi club y empezamos a trabajar con todos los socios que son como 2.000, entre la gente del tenis, del rugby, los que habían dejado de jugar al rugby, los de hockey. Dividimos el club en dos equipos, cada uno tenía un capitán que era jugador de fútbol gaélico, y cada uno tenía que traer, una vez por mes, como mínimo 10 jugadores para jugar por el campeonato. Estuvo buenísimo porque se empezó a sumar mucha gente y así surgió el primer torneo en 2017. Para 2019 hicimos lo mismo, pero el club ya tenía 3 equipos y 1 de jugadores irlandeses que viven en argentina. Así, armamos una liga de 4 equipos, con más disponibilidad de canchas para entrenar, con entrenador físico, todo con miras al mundial de 2019; y pudimos inaugurar la primera cancha exclusiva para deportes gaélicos en conjunto con la ArGAA (Argentina Gaelic Athletic Association) con sede en el Hurling Club.

Foto: Luciano Robledo con la celeste y blanca.

 

¿Qué se siente “ponerse la  celeste y blanca” y salir por el mundo a representar al país?

Viajar con la Selección es algo que ojalá, todos pudieran vivir. Moviliza, genera vínculos más allá de la competencia, y es una gran responsabilidad. Uno no se tiene que olvidar que a donde va, está representando al país, no sólo en el juego, sino en general. Para el resto “sos Argentina”, ya no sos una individualidad, por eso nosotros siempre fuimos con la intención de dar lo mejor tanto en la parte humana como en la deportiva.

Y ser el capitán ¿qué te demanda ese rol, tanto fuera como dentro de la cancha?

Yo no sabía lo que era ser capitán. Nunca lo había sido ni cuando jugaba al básquet. Y cuando el equipo me eligió fue una responsabilidad enorme que, además de llevar la pasión a todos lados, implica estar pendiente de todo lo que puedo, de lo que le pasa a cada jugador, al grupo, no faltar a los entrenamientos; y también valorar que hay todo un esfuerzo familiar para poder jugar. Ahora toda mi familia va al club, y eso lo hace más lindo aún.

“Yo soy de Neuquén. Tengo cosas muy importantes allá. Vuelvo para visitar a mi familia, a amigos que extraño mucho. Creo que todo esto lo hago porque soy de Neuquén, porque tengo mis raíces allá, porque extraño a los amigos de allá, y esa energía la traslado para hacer amigos en todos lados, para sentirme como en casa donde sea que esté”.

Foto: Selección Nacional en el Mundial de Fútbol Gaélico, Waterford, Irlanda 2019. 

 

En el mundial 2019, ¿en qué se destacaba el equipo albiceleste?

Estábamos muy cansados. Habíamos tenido desgarros, fracturas de muñeca. Veníamos sufriendo bajas. Pero, iban pasando los partidos y el equipo se iba acomodando y logrando una identidad. Había tácticas que definían nuestro estilo de juego, como tocar mucho la pelota. El fútbol gaélico es un deporte que va siempre para delante a lo kamikaze, y nosotros éramos más de tener la pelota aunque estemos ganando, y los otros no nos venían a buscar, porque esperaban que ataquemos (risas). Así se fue marcando la identidad del equipo argentino, de guardar la pelota. A los demás no les gustaba nada, pero así ganamos, con nuestro juego.

¿Qué valores debe profesar un buen jugador de fútbol gaélico?  

El primer valor que transmite es que, aunque sea un deporte amateur, aun así no hay un solo jugador que no deje todo en la cancha. Además, es un deporte de contacto, roces y de mucha adrenalina pero nunca pasa a mayores. Siempre se respeta la interpretación del juez y cada jugador sabe bien hasta dónde puede llegar.

¿Cuál es “La gran Lucho” o tu marca personal en el juego?

Como siempre jugué de defensor soy el patrón Bermúdez, pero solo por la posición de juego (risas), y organizo la defensa. Y mi característica personal es que si tengo un gran rival, me gusta hacer marca personal y sigo mi marca por toda la cancha y no lo dejo. Y después, hay una frase con la que me cargan bastante. Cuando hacíamos la arenga antes de cada partido, tratábamos de llevar las emociones a full, y yo no me daba cuenta y gritaba: ¡Es ahora! Entonces me gastan con eso. Hay memes y todo. (Risas).

Foto: Selección Nacional en el Mundial de Fútbol Gaélico, Waterford, Irlanda 2019. 

 

 

Sos un gran impulsor del desarrollo de este deporte en el país. ¿Qué se siente ser parte de la historia del deporte que elegiste?

Me emociona mucho. Ser el capitán de la Selección es como la frutilla del postre, pero trabajamos mucho por el deporte. Pudimos armar la liga, en la que ya hay 4 equipos; a fines del año pasado armamos el primer intercolegial con los colegios irlandeses, y logramos que algunos colegios lo pongan dentro de la currícula anual; y este año tenemos gaélico infantil y femenino. Nunca imaginé llegar hasta acá. 

¿Cuál es tu horizonte?

Jugar mundiales no sé, porque ya tengo 42 años, pero voy a seguir entrenando, voy a seguir viajando al mundial e impulsando este deporte como sea.

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Así le pone garra al deporte este neuquino de corazón que nos representa por el mundo y que, a través del compromiso, supo llegar al mejor lugar al que un deportista puede llegar: ser el capitán de la selección nacional.

 


 

 

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