HISTORIAS VIVAS

El heredero de Sarmiento

De San Juan a Viedma, con varias escalas en el medio, Eliseo Schieroni, sobrino segundo de Sarmiento, llegó a estas tierras con la misión de rescatar a un pueblo de la inundación y terminó fundando la primera escuela normal de la Patagonia. (Imperdibles fotos históricas)
viernes, 11 de septiembre de 2020 · 10:13

Por Cecilia Russo, desde Bariloche. 

Los comienzos del Siglo XX, entre otros hitos, se caracterizaron por la necesidad de nacionalizar el territorio más allá de los límites porteños y la Pampa húmeda. El “ser nacional” era el motor y excusa para el avance de las ideas y formación del ciudadano argentino.

Poniendo a un costado al ejército y las campañas de conquistas –que ya sabemos cómo terminaron– la escuela fue la herramienta que posibilitó transmitir esa historia y valores.

Dijo Ricardo Rojas, uno de los intelectuales más influyentes de la época dijo: “La escuela nacional tendrá que ir como las fortificaciones y el ejército a las fronteras ahora abandonadas, […] ante la falta de habitantes que contribuyan al afianzamiento de nuestra soberanía”.

Con ese emblema por delante, un sanjuanino, ingeniero de profesión y patagónico por adopción, anticipó el futuro de la inmensa geografía sureña y emprendió la epopeya de construir y educar gran parte de la región por debajo del Río Colorado: Eliseo Schieroni.

Eliseo Schieroni.
 
 

Un repaso por la historia

La pasión por la enseñanza ya corría por las venas de Schieroni desde la cuna. Nació en San Juan. Sus padres eran el profesor Eliseo Schieroni (matemático italiano) y Romana Sarmiento (prima de Don Domingo Faustino Sarmiento).

Cursó sus estudios primarios y secundarios en su ciudad natal y se recibió de ingeniero civil en la Universidad de Buenos Aires donde conoció y compartió el fragor de las luchas políticas apoyando la federalización de Buenos Aires y enrolándose en el Ejército nacional. Posteriormente, viajó a Mendoza integrando la misión científica Olascoaga a la Cordillera en su carácter de oficial auxiliar.

Primeras alumnas junto a Schieroni.
 
 

El Gobierno nacional envió a Schieroni a los territorios nacionales de Formosa y El Chaco, donde hizo mensuras y relevamientos, pero fue la ciudad de Viedma la que lo atrapó y donde fijó su residencia a partir de 1895.

Casualidad o causalidad, cuatro años más tarde, una inundación arrasó con el poblado y fue él quien dirigió los trabajos de salvamento y proyectó los desagües de la laguna El Juncal, cuyos desbordes ponían en peligro a toda la población de la zona.

Inundación de Viedma en 1899.
 

 

Su actuación durante este acontecimiento catastrófico –el cual puso en peligro la continuidad de Viedma como la capital de la Provincia– fue destacable: Primero, dirigiendo las obras de defensa del poblado por el desborde del río Negro; y luego, con las tareas de reconstrucción de lo arrasado por las aguas.

Después de ganarse el amor del pueblo, Schieroni logró, casi 20 años después, su obra más querida y perdurable: la creación de la Escuela Normal Mixta de Viedma, en 1917. La institución se convirtió en pionera como formadora de maestros y maestras de la Patagonia y es a él a quien la comunidad le atribuye la “paternidad” de este emprendimiento.

1958, Acto por el centenario del nacimiento de Schieroni.
 
Primer libro de actas.
 

 

Pionero de la educación sureña

“Como argentino no puedo mirar con indiferencia el progreso intelectual del país entero; el progreso intelectual, con abstracción de los pobladores de las regiones patagónicas abandonadas a su suerte cuando requieren más que nunca el soplo de la nacionalidad ante el grave problema del crecido número de extranjeros que la habitan, sobre todo en la cordillera de los Andes, donde solo los funcionarios son argentinos”.

Esta frase  fue pronunciada el 17 de febrero de 1917 por el ingeniero Eliseo Schieroni y consta en el acta constitutiva de fundación de la primera Escuela Normal de la Patagonia con sede en Viedma. Así, no sólo se convirtió en su fundador, sino también en su director hasta el día de su muerte, sucedida en esa ciudad, tres años después.

Egresados maestros y profesores en 1932.
 

 

Cuenta la historia que Schieroni, por un lado, y el Padre Luis Pedemonte (representante de la congregación de los salesianos) por otro, venían gestando la idea de dar a los jóvenes del norte de la Patagonia los elementos necesarios para transformarlos en luchadores contra el analfabetismo.

Aunque, uno laico y otro religioso, ambos habían visto la necesidad de crear escuelas para alfabetizar e inculcar valores, de formar maestros que aglutinaran a la población dispersa y diversa culturalmente, a la vez que se originaba una actividad laboral y, en el caso de los salesianos, de iniciar el camino que llevaría a la formación de futuros sacerdotes.

Fachada de la primera sede en calle Buenos Aires 320.
 

“Un grupo de caballeros de Viedma está gestionando la forma de instalar una escuela normal popular. El 17 de febrero se abre la inscripción”, titulaba a principios de 1917 el diario local “La Nueva Era”. Y, más abajo, el comunicado indicaba los requisitos para ingresar al curso Normal:

1° Tener 15 años de edad, comprobados con certificados del registro civil y, en caso de una imposibilidad manifiesta, con una información suficiente a juicio de la Dirección de la Escuela.

2° Haber aprobado el sexto grado de los cursos complementarios o el sexto grado de las escuelas públicas de la Capital Federal o el mismo de las escuelas de aplicación anexas  a las escuelas normales nacionales.

3° Presentar certificados de vacunas.

4° Presentar certificado de buena salud expedido por cuerpo médico escolar.

Estos documentos se adjuntarán a una solicitud de admisión que se elevará a la Inspección General con los que se formará el legajo personal de cada uno.

Las clases de la Escuela Normal empezarán el 10 de marzo y la inscripción de los alumnos quedará definitivamente cerrada el 15 de abril. La Comisión Directiva.”

 

Desfile de maestras de la Escuela Normal de Viedma.
 

 

Así, bajo una profunda vocación de nacionalizar el sur, nació el establecimiento destinado a formar maestros, quienes llevaron el alfabeto desde el Río Colorado hasta el Estrecho de Magallanes, en la soledad de extensas regiones que se fueron incorporando después y paulatinamente al resto del país.

El 22 de marzo de 1917, pocos días después de la firma del Acta Fundacional, comenzaron a dictarse las clases, a los 19 alumnos inscriptos (11 varones y 8 mujeres). En la sede municipal concurrían a clase las mujeres, cuya enseñanza quedó a cargo de profesores laicos; mientras que los hombres, lo hacían en la sede del Colegio San Francisco de Sales, con profesores religiosos. Durante los primeros años de existencia de esta escuela, los maestros trabajaron sin recibir salario.

Y al poco tiempo, la Patagonia conoció a sus primeros nueve maestros normales, formados en el sur argentino: Romana Schieroni, Elena Kruuse, Georgina Balda, María Elena Pérez Petit, Nélida Guidi, María Antonia Lagrás. Elisabet Barone, María Teresa Rucci y Emilio Kruuse.

Primeros profesores de la Escuela Normal Popular de Viedma.

 

Al maestro con cariño

Este repaso histórico de los primeros pasos de la enseñanza patagónica como la conocemos actualmente, busca transformarse en un simple homenaje a esos hombres y mujeres que soportan vientos, nieves, distancias, estepa y sol, llevando, no sólo la enseñanza de manual sino también aprendizajes de vida a todos los pobladores de nuestra bella y particular región. A todos los maestros patagónicos, ¡feliz día!

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