Fotografía emotiva
Un tronco, un dinosaurio, la luna y una foto genial
Marcelo Minichelli fue testigo de un hecho alucinante y nos cuenta detalles del “robo” del siglo.
A veces, una foto maravillosa nos sorprende, nos lleva a un lugar que no imaginamos con elementos que desconocemos. Y otras veces, una foto maravillosa se mueve de la escena principal y nos permite conocer la historia que esconde.
Algo así nos pasó con la foto que Marcelo Minichelli pensó y repensó antes de poder concretarla en El Cóndor. “Suelo programar mucho la mayoría de mis fotos y éste es un ejemplo porque la venía imaginando desde hace un tiempo”, nos cuenta con tono pausado como quien está haciendo memoria.
“Está ese tronco, que yo llamo ´Troncosaurio´, que apareció en la playa y algún artesano lo talló con una forma que, de lejos parece un dinosaurio. Ya venía planificando una foto con la luna, no tenía muy claro cuál sería pero ese día iba a salir grande así que fui”, nos dice y así empezó la historia de una foto tan inexistente como imaginada.
Marcelo tenía una sola idea más o menos clara, el resto era todo suspenso. “Mi idea era que la luna interactuara con el `Troncosaurio` y en el momento que empezó a salir la luna, empecé a buscar la ubicación más adecuada. De todas las fotos que hice, esa fue la que más me gustó, el `Troncosaurio` se llevaba la luna a cuestas”.
“El día que el Troncosaurio se robó la luna.
Shhhh, no digan nada..”
Marcelo Miniceli, El Cóndor (Río Negro)
¿Cuánto tiempo estuviste preparándote? Marcelo trata de recordar y nos dice que estuvo atento y vigilando la escena desde unos 40 minutos antes con el equipo haciendo pruebas. “Mi preocupación era que no se pasara ningún objeto delante y yo estaba con teleobjetivo a unos 500 metros del `Troncosaurio`”.
“Es muy rápido el momento desde que sale hasta que está en el horizonte es un minuto o un minuto y medio, y tenés que estar a tiempo para encuadrar y conseguir la foto que vos queres”.
Marcelo consiguió la foto que quería. Por nuestra parte nos quedamos con la historia del fotógrafo patagónico que espera, agazapado, el momento exacto en que el Troncosaurio se roba la luna, o con la del tronco perdido en la playa y que alguien -vaya a saber quién- dio forma de dinosaurio e inspiró a un fotógrafo soñador.