HISTORIA VIVA

El pescador de los confines del mundo

Guía de pesca en zonas extremas, fotógrafo casual del New York Times, confidente de personalidades de todo el mundo, así es Alejandro Martello, un apasionado patagónico que anda por el mundo intentando descifrar lo que le dice la naturaleza.
jueves, 8 de julio de 2021 · 20:41

"La pesca con mosca podés practicarla todo el día sin tener éxito y pasarla bárbaro igual" dice Alejandro Martello, un guía profesional de pesca con mosca que trabaja en algunos de los lodges más extremos del mundo. Pasa la mitad del año en Tierra del Fuego (Argentina), la otra mitad en Islandia y, otro poco, en la ciudad de Cipolletti (Río Negro) donde vive. 

Empezó a pescar siendo un niño, junto a su viejo y su tío, pero fue de adolescente, en un viaje al paraíso de Villa Traful, que “hice un click y me agarró como una enfermedad por la pesca”, cuenta. Después de que le “picara” la pesca, intentó estudiar Marketing en Buenos Aires pero se dio cuenta de que no, no era un bicho de oficina. “No quería pasar la vida haciendo planillas de Excel”, reflexiona. Entonces, siendo muy joven se fue a su primera operación de pesca en Tierra del Fuego. 

 

 

Foto: Ríos de Islandia.

 

Así comienzan las aventuras de Martello que, además de guiar a grandes personalidades del mundo, trabajó en la jungla Boliviana, en el paraíso de las truchas de Río Grande y en los ríos más lindos de Islandia. Tiene cientos de anécdotas desopilantes y pasa días enteros tratando de interpretar a la naturaleza para cuidarla mejor.

 

¿Qué es una “operación de pesca”? 

Es un turismo receptivo que viene solo a pescar, a donde hay hosterías que lo único que te dan es servicio de pesca y todo está armado para eso y nada más. Mi primera operación fue de 3 días, pero ahora trabajo en operaciones de hasta tres meses en estancias de Tierra del Fuego o Islandia. 

¿Cómo llegaste a Islandia?

El primer año que fui a Tierra del Fuego, hace 16 años atrás, conocí a Arni Baldursson, el dueño de una empresa de pesca muy conocida. De cara rota, le pregunté si necesitaba gente en Islandia y al año siguiente me llamó porque necesitaba guías que hablaran en español. Me subí a un avión con dos chicos de Bariloche y ya hace 16 años consecutivos que voy.  

Foto: ríos de Islandia.

 

¿Cómo es trabajar ahí? 

Trabajar en Islandia no es difícil. Ahí no se roba, todo funciona, tenés que llegar a horario, ser respetuoso y hacer las cosas como corresponde. Y, otra cosa es que allá los ríos son privados y está todo regulado por el gobierno. Yo trabajo en un sistema de tres ríos que confluyen en uno que llega al mar. Son 90 kilómetros de río donde hay 37 propiedades ribereñas. Los propietarios, por ley, tienen que formar una unidad y se licitan los derechos de la pesca deportiva. Entonces, hacen una concesión anual y la temporada empieza en junio. 

¿Y cómo es el lugar donde vas a trabajar en Tierra del Fuego, la otra mitad del año?

Está en Río Grande, en una estancia que está en las afueras, a 10 minutos del la ciudad. Ahí se pesca una trucha marrón anádroma, una especie que nace en el río y luego migra al mar donde transcurre su ciclo de vida adulta y es donde ganan peso. Después remontan el río con fines reproductivos. Tierra del Fuego es el mejor lugar del mundo, indiscutiblemente, para esa pesca.  

¿Cómo es un día normal de trabajo? 

Ninguno de los ríos donde trabajo se navega entonces llegamos siempre en camioneta. Lo normal es salir tipo ocho de la mañana y pescar hasta la una de la tarde. Ahí cargás a la gente y la llevás al hotel donde se hace un almuerzo. Descansamos y a las seis de la tarde volvemos a salir porque la pesca se da mejor a la mañana con el sol en cierta posición y a la tarde cuando se está yendo.

Foto: Operaciones en Tierra del Fuego.

 

¿Qué otros lugares del mundo te permitió conocer tu trabajo?

Trabajé dos meses en la selva de Bolivia, en el Parque Nacional y Reserva Indígena Isiboro Secure, donde se pesca dorado. Esa fue una operación bastante rupturista. En la selva todo es agresivo, te tenés que acostumbrar al calor, la humedad y los bichos; las plantas tienen veneno, púas; los insectos, todos pican; andás con el calzado mojado todo el día y se te pudren los pies. En la selva todo es hostil pero está muy bueno porque tenés una interacción muy fuerte con la población originaria, los Chimanes y Yuracaré, comunidades aborígenes que viven de la agricultura, la caza, la recolección y la pesca.

 

Foto: dorados en Bolivia.

 

Yo estaba acostumbrado a algo más parecido a Tierra del Fuego que a la selva de Bolivia. Ahí es todo agresivo, te tenés que acostumbrar al calor, la humedad y los bichos; las plantas tienen veneno, púas; los insectos, todos pican; andás con el calzado mojado todo el día y se te pudren los pies. En la selva todo es hostil. 

 

¿A qué personas que te hayan sorprendido, pudiste conocer a través de tu actividad? 

¡A muchos! En general es gente muy tranquila que si no me hablan del trabajo, yo no pregunto. Pero a la persona que más me gustó guiar se llama Ross Brawn (un ingeniero de automovilismo británico) que hoy es el número uno de la Fórmula 1 a nivel mundial. Fue ingeniero de Reuteman; fue parte de la época más gloriosa de Ferrari con Schumacher; compró un equipo con el que hoy Mercedes Benz está ganando todo. Lo cómico es que en mi casa siempre mirábamos Fórmula 1 y mi viejo siempre nombraba a este tipo y yo termino guiándolo durante cuatro años. Un tipo muy agradable, sencillo, enfermo de la pesca y extremadamente inteligente. Es muy amigo de Eric Clapton, van a pescar juntos. También recuerdo a un grupo de cuatro mujeres italianas que estaban haciendo un tour por Islandia y tenían tres días de pesca. En un momento, una se pone a tararear y me sonaba conocida la canción y su voz. Era Gianna Nannini, la cantante de la canción del mundial Italia 90. Fue muy divertido.Y también tuve la suerte de guiar a mucha gente que no es famosa, pero sí muy destacada del mundo de las finanzas, de Wall Street, Bloomberg.  

 

Foto: Alejandro junto a Ross Brawn.

 

 

Conocí al tipo que le descubrió el tumor en el pie a Bob Marley  y me contó toda la historia. Le dijo: “te tengo que operar ya”,  y Bob no quiso, se fue de gira y se murió. 

 

Te gusta la fotografía y, para tu trabajo, es un gran recurso para inmortalizar momentos imperdibles. ¿Cómo llegaron tus fotos al New York Times?

Me gusta mucho la fotografía. Me divertía levantar la cámara y registrar todo lo que veía. De golpe, en un atardecer fantástico en Tierra del Fuego, o aparecían 18 cóndores comiendo arriba de algo y lo tenía todo ahí nomás. Un día conocí a un periodista, Peter Kaminsky, que para mí tiene el mejor trabajo del mundo: es crítico de pesca y de cocina (autor del libro “Inteligencia Culinaria”) y escribe una columna en el New York Times entonces va a pescar y comer por el mundo con la chapa del diario. Lo conocí en Bariloche, hablamos de la operación de Río Manso, me contó que estaba haciendo un libro con Francis Mallmann. Luego le armé un viaje y mientras él pescaba me pidió algunas fotos para ilustrar una nota. Después me di cuenta que era un tipo groso (risas).  

 

 

¿Y cuál es el lugar más extremo al que te llevó la pesca?

En Islandia me tocó salir con 3 grados bajo cero y viento de 90 kilómetros, con nieve del tamaño de una taza. Y con tanta mala suerte que, en vez de estar guiando unos señores norteamericanos, eran unos noruegos jóvenes que se creen vikingos, ¡y te lo dicen! Eso fue extremo.

¿A qué lugar regresarías mil veces?

Bolivia es para volver siempre. Es avasallante en todos los sentidos. Te levantas a las 6 y escuchás todo tipo de pájaros, ves la exuberancia de la selva, los dorados, los nativos haciendo sus cosas, es totalmente impresionante. Te desborda. Islandia también es hermoso. Vi, por ejemplo, auroras boreales de verano. Es difícil de describir o de registrar en foto o video. Es algo que está por todo el cielo.  

 

 

Cuando estás en operaciones de meses, tenés una convivencia estrecha con el otro. Ahí comemos, dormimos, convivimos juntos por meses entonces el factor humano, cómo te llevás con la gente, es fundamental.  

 

¿Ves cambios en la naturaleza en los últimos años?

Hace 10 años que hay una gran sequía a nivel mundial. Y lo más notorio es que hay más pescadores y menos lugares para pescar. Y la pesca se está poniendo muy cara, justamente por eso, y porque los lugares se están “privatizando”. Y creo que el principal problema es el hombre, porque ensucia, porque no respeta o porque tiene necesidad de matar. Por suerte, desde el punto de vista ecológico, y comparando con otros puntos del país, en la Patagonia estamos muy adelantados. En el grueso la gente respeta mucho. Nuestra premisa siempre es que la gente no tire basura y que cuide. 

¿Qué cosas te dio haber vivido en el Valle que hoy te sirven para tu trabajo? 

Creo que  tiene que ver con el cuidado del medioambiente. Ser de la Patagonia te ayuda a tener una conexión con la naturaleza, la respetás, entendés cómo funciona. En el Valle, tenemos una conexión con el río. Creo que nosotros estamos bastante conectados con eso. 

 

Ser de la Patagonia te ayuda a tener una conexión con la naturaleza, la respetás, entendés cómo funciona. Y creo que el principal problema es el hombre, porque ensucia, porque no respeta o porque tiene necesidad de matar. Por suerte, desde el punto de vista ecológico, y comparando con otros puntos del país, en la Patagonia estamos muy adelantados.

 

 

¿A dónde te transporta la pesca y por qué?

La pesca con mosca podés practicarla todo el día sin tener éxito y pasarla bárbaro igual. Porque te conectás con el lugar, lo entendés y de golpe, te sentas y un zorro se viene al lado tuyo. Entrás en una conexión más primitiva con el ambiente, más básica, no necesitás hacer cosas, es una abstracción de todos los quilombos diarios. La pesca pasa por eso, estar en contacto, en paz con el medioambiente. 

 


El mejor tip de pesca de Martello: "Ser pacientes. Disfruten, cuiden. Llevate tu basura y si no tenés la necesidad imperiosa de matar a un pez, no lo hagas".

 

 

Fotos: Islandia. 

 

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