Debate Vivo

¿Qué quiere decir "cancelar" a alguien?

Yo cancelo. Tu cancelas. Nosotros cancelamos. ¿Qué hay detrás de esta cuestión, que se ha vuelto tan polémca como cotidiana?
sábado, 22 de enero de 2022 · 21:23

Solemos pensar la “cultura de la cancelación” como un fenómeno relativamente reciente, un producto de las redes sociales y de la era de la información. En el día de hoy, todos somos parte de ella, seamos conscientes de nuestras acciones en las plataformas online o no. Cuando nos unimos a un grupo de personas que retiran su apoyo o “cancelan” a alguien que dijo o realizó algo que consideramos problemático u ofensivo, estamos siendo parte de este fenómeno cultural. Tras sus actividades y declaraciones transfóbicas, por ejemplo, hemos cancelado a J. K. Rowling, la célebre autora de Harry Potter. “Está cancelada”, decimos. ¿Qué quiere decir eso? Hemos dejado de “aprobar” sus comportamientos. Le hemos arrebatado toda posibilidad de redención. Con un click, con un tweet, nos hemos unido en contra de una multimillonaria, y la hemos vuelto mala palabra.

Actuamos ciegamente, en masa, guiados por un supuesto deber moral. Con teléfonos a nuestro alcance, nada parece detenernos. “Cancelar” aquello a lo que nos oponemos parece más sencillo que nunca antes. ¿Pero es realmente este fenómeno cultural algo exclusivo del siglo XXI? En su nuevo libro, el periodista Juan Batalla explora esta pregunta y se remonta al pasado y a la Historia de la humanidad para entender mejor nuestras acciones en las redes sociales. Publicado por el sello Indicios de Ediciones Urano, La Cultura de la Cancelación es una lectura imperdible que trae a la luz la historia de la humanidad para comprender lo que hacemos con un teléfono en manos. Tal vez, solo tal vez, somos más predecibles de lo que pensamos.

 

“Está cancelada”, decimos. ¿Qué quiere decir eso? Hemos dejado de “aprobar” sus comportamientos.

 

A continuación, unas pequeñas preguntas al autor:

¿Cuáles crees que son los propósitos de "cancelar" a alguien? ¿Qué nos motiva hacerlo además de una supuesta obligación política y moral contra aquello que consideramos "tóxico" o "problemático" y "digno de cancelar"?

Los propósitos pueden ser múltiples. En una cancelación suele haber un tema “central”, pero en sí cada persona lo hace por su propio interés; me refiero a que detrás de cada “tema” hay subtemas que están atravesados por nuestra propia subjetividad y moral. Gramsci hablaba de la hegemonía cultural como una serie de valores que se intentaban hacer válidos por sobre otros y en los tiempos de muchos cambios sociales como los de hoy hay muchas disputas que tienen que ver justamente con una moral que intenta silenciar a la anterior. Esto es válido, la confrontación del pensamiento es un signo de vitalidad democrática, pero si se lo lleva al extremo, si se cierran las posibilidades de diálogo, aun cuando el otro piense diferente, logramos todo lo contrario: la eliminación de las diferencias, la negación de la diversidad, porque la diversidad está allí, en todos lados, y no existe un razón única e universal. Es un poco el pensamiento de “grieta” que mueve al país, la creencia absolutista y ciega de que el otro está equivocado y que impide la posibilidad de la autocrítica, del consenso; una mirada infantil, inmadura, de nuestras acciones y un rechazo a la disidencia porque sí.

Repito, creo que detrás de cancelar se mueven intereses personales, la negación del otro, la negación de lo conflictivo, de los frustrante, y el querer colocar unas ideas por sobre otras utilizando las redes como campo de batalla.

 

"La confrontación del pensamiento es un signo de vitalidad democrática", opina Batalla.

 

¿Por qué crees que es importante analizar y hablar sobre la cultura de la cancelación?

El libro está pleno de ejemplos cancelatorios, que van de personas que perdieron el trabajo por hacer un comentario desafortunado en redes a grandes personalidades de la cultura que también sufrieron campañas cancelatorias, con diferentes resultados, por razones disímiles. También se plantea cómo en pos de evitar cancelaciones muchas veces se llega a situaciones ridículas, como pedir disculpas por haber interpretado un rol en una película o cómo las industrias buscan maneras de evitar conflictos a futuro, como las cláusulas de comportamiento que hoy imponen algunas editoriales para sus autores. 

Es importante poner sobre el tapete que la cancelación no solo es un fenómeno de época, que hay una traslación de ese poder de censura hacia un grupo de personas pero que, a la vez, aquellos que censuraban o cancelaban antes también se valen de esta herramienta para llevar adelante una agenda propia. Es que en la cultura de la cancelación también hay mucho de engaño, de conveniencia, y fenómenos como las fake news tienen su lugar. Entender a la cultura de la cancelación como una respuesta necesaria a los cambios sociales que la sociedad necesita es algo parcial, ya que sería inocente creer que detrás de cada campaña solo rigen buenas intenciones o el deseo de un mundo mejor.

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