POLÍTICA EN NEUQUÉN
Viviendas neuquinas, entre la pompa y el clamor desesperado
¿Por dónde pasa la realidad de la situación que expresa la oferta y demanda de viviendas en Neuquén? Breve repaso de una situación reveladora.No es poco (aunque tampoco suficiente) entregar, como entregó el gobierno de Omar Gutiérrez, 24 viviendas, el viernes, en la capital neuquina. Los tiempos de crisis económica, de inflación desenfrenada, no son los más propicios; y, siempre, habilitar más viviendas para la gente, en medio de una extrema demanda y una escasa oferta, deberá ser saludado como algo positivo.
La entrega se formalizó el viernes 3 de este mes que tiene el 19 marcado en el almanaque como el día del balotaje que, si no pasa nada raro, encumbrará a un nuevo presidente en el país. Fue en Cuenca XV “intermedia”, como se denomina al sector de este singular reino en el que el monarca, Heriberto Chureo, se viste de rojo, igual que sus acólitos, comandando una estructura sólidamente establecida de ejecutor de viviendas que se hacen con plata del Estado. En este caso, se declararon 272 millones de pesos, oficialmente.
Le llovieron las gracias y los saludos afectuosos a Chureo. El gobernador le dedicó palabras casi épicas: “nunca claudicaste en ir para adelante y entonces fue el gimnasio y fue la escuela y fue la ruta y fueron los servicios. Cuando esto era un desierto te plantaste aquí y fuiste a gestionar para construir y levantar esta gran ciudad”. Chureo, así, ha sido reconocido como un constructor social, un líder político en positivo, como en su momento fue para el kirchnerismo Milagro Sala en Jujuy. El reconocimiento ha llegado en los últimos días de un gobierno del MPN que dice adiós entre susurros, tal vez seguro de que ha negociado ya las bases para una continuidad soterrada.
Lo cierto es que en todos estos años de progresivo deterioro, al tiempo que crecía la producción de Vaca Muerta y se sostenían con ella los recursos del Estado (más deuda creciente y refinanciación constante), la demanda de viviendas se incrementó mucho más que la oferta, siempre acotada; el sector privado solo ha invertido en grandes edificios o en viviendas de sectores de alto poder adquisitivo; y amplios sectores de la población con ingresos medios o bajos, está penando con alquileres imposibles y accesos problemáticos a la solución de una vivienda propia.
El Estado, híper burocratizado, terceriza incesantemente. En el tema viviendas, apuntando a las corporaciones sindicales y las cooperativas “populares”, sustentadas en organizaciones “sociales”, reducto de otro nivel, tal vez el más oscuro, de la política. El IPVU gestiona y controla, pero no luce por resultados, al contrario. Se adjudica y desadjudica a velocidades extraordinarias.
Una mujer, que supo en su momento refugiarse en una carpa frente mismo a la Casa de Gobierno, reclamando por respuestas a sus gestiones para acceder a una vivienda (pagando, por supuesto) ha sido tomada como “caso testigo” por este columnista. Es un caso individual, pero por eso mismo, valioso. Un caso concreto, que le esquiva a las estadísticas y a las engañifas de la burocracia estatal asociada a las organizaciones piqueteras disfrazadas de constructoras sociales.
A esta mujer ya le adjudicaron, y después cambiaron, tres lotes. De uno de ellos, cuando fue a verlo, tuvo que escapar corrida a punta de pistola por otros que habían sido adjudicados con el mismo terreno, antes. El IPVU le concedió un fondo para la construcción del primer módulo de una vivienda en un lote, el último que le prometieron. El viernes estaba en el IPVU tramitando un papel que no se había firmado para poder comenzar la construcción. Es decir, tenía el financiamiento del Instituto, y al mismo tiempo, le faltaba una autorización del mismo organismo. Su presencia molestó, al punto que la amenazaron con sacarla de las oficinas con la policía.
Esta mujer está alojada, por ahora, en una vivienda de alquiler temporario. Debe pagar 12 mil pesos por día. Tiene cinco hijos. Ella y su marido han conseguido esos pesos, día a día, trabajando duro. Cada vez que tiene que hacer un trámite, pierde esas horas de trabajo, y se atrasa en el pago del alquiler, y recibe amenazas de desalojo.
Mi “caso testigo” lo ha contado, al aire, en el programa “Así Estamos”, en radio Mitre Patagonia. No ha habido motivos para no creer en su historia, refrendada por su propia existencia. Es un clamor (individual) frente a la escenografía plural de una puesta en escena de supuestos grandes líderes que se ocupan de las miserias de la gente.
Aquí estriba el gran dilema nacional: en la distancia que separa al palacio de las masas que sustentan la vida de quienes viven en ese palacio. De esto se trata, fundamentalmente, el 19 de este mes. La perogrullada mediática habría que ahorrársela, para empezar nuevamente a practicar una política de pata en el suelo, de abrazos concretos, de solidaridad no impostada.