La tensión en Medio Oriente escaló dramáticamente este sábado con una nueva ofensiva del régimen iraní contra zonas residenciales de Israel, que dejó al menos 14 personas heridas. Los ataques con misiles se registraron durante la madrugada y la mañana, y afectaron principalmente a las ciudades de Tel Aviv y Jerusalén, en una noche marcada también por explosiones en Teherán.
La agresión ocurre un día después de un ataque aéreo sin precedentes lanzado por Israel sobre instalaciones nucleares y militares iraníes. En esa operación, aviones de combate y drones previamente infiltrados en territorio iraní atacaron objetivos clave, provocando la muerte de altos mandos militares y científicos vinculados al programa nuclear persa. Desde Tel Aviv justificaron la ofensiva como una acción necesaria para frenar el desarrollo de un arma nuclear por parte del régimen iraní.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, advirtió tras el contraataque: “Hay más en camino”, mientras que su ministro de Defensa lanzó una amenaza directa: “Teherán arderá” si continúan los lanzamientos de misiles contra suelo israelí.
En respuesta, las autoridades iraníes prometieron una “respuesta aplastante”, elevando aún más la posibilidad de una confrontación directa a gran escala entre ambos países.
La comunidad internacional observa con creciente preocupación una espiral de violencia que pone en jaque la estabilidad regional y plantea el riesgo de un conflicto abierto entre dos potencias enemistadas desde hace décadas. Mientras tanto, civiles en ambos territorios viven momentos de incertidumbre bajo el sonido de las sirenas y el estruendo de las explosiones.