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Viernes 20 de Junio, Neuquén, Argentina
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Así es el pueblo chileno ideal para visitar en vacaciones de invierno y elegido entre los más lindos

Ralco, en el Alto Biobío, combina paisajes imponentes con cultura viva y fue destacado por su modelo de turismo sustentable.

Por Redacción

Viernes, 20 de junio de 2025 a las 13:00
Un paraíso en Chile

En el corazón del Alto Biobío, al sur de Chile, se encuentra Ralco, un pequeño pueblo que ha logrado destacarse entre los destinos turísticos más bellos del mundo. Rodeado de montañas, ríos cristalinos y bosques nativos, este enclave andino ofrece una experiencia única que entrelaza naturaleza y cultura viva. Recientemente, fue incluido por ONU Turismo en su prestigiosa lista Best Tourism Villages, que premia a comunidades rurales comprometidas con la sostenibilidad y la identidad local.

Lo que distingue a Ralco no es solo su entorno natural, sino el modo en que su gente ha sabido preservar y compartir su historia. La comunidad Mapuche Pehuenche, presente en la zona desde tiempos ancestrales, es protagonista activa en el diseño de las experiencias que se ofrecen al visitante. Más del 70% de la infraestructura turística está concentrada en Ralco, convirtiéndolo en un punto de encuentro para quienes buscan un turismo consciente y participativo.

Un ejemplo notable es la Tienda Ruka Pehuenche Kudaw, que funciona como centro artesanal y de información. Allí, más de 200 productores locales exhiben sus creaciones: tejidos, alimentos y objetos que reflejan una cosmovisión ancestral. Cada pieza está elaborada con técnicas tradicionales y materiales propios del territorio, lo que otorga autenticidad y valor cultural a cada compra.

Pero este espacio va más allá del comercio. Forma parte de una red de turismo gestionada por la comunidad, donde las decisiones se toman de forma colectiva y las ganancias se redistribuyen equitativamente. Quien llega a Ralco no es solo un turista, sino un invitado que participa, escucha y aprende de una forma de vida profundamente enraizada en la tierra.

El Museo Pehuenche también merece una visita. No se trata de una exposición convencional, sino de un espacio curado por los propios habitantes, donde cada objeto cuenta una historia: desde instrumentos de uso diario hasta elementos de la medicina tradicional, todo está acompañado por relatos que revelan la espiritualidad y la organización social del pueblo Pehuenche.

Durante el invierno, el paisaje se transforma en un escenario ideal para el descanso, con nieves que cubren los cerros y un clima que invita a disfrutar del calor de las rucas, el fogón y los sabores típicos de la cocina local. Las actividades no cesan: caminatas guiadas, talleres de oficios, recorridos por senderos sagrados y encuentros culturales son parte de la propuesta.

Además, Ralco ha sabido desarrollarse sin perder su esencia. A diferencia de otros destinos que ceden ante el turismo masivo, aquí la comunidad mantiene el control de cada proyecto. Esto garantiza que el impacto ambiental sea mínimo y que el crecimiento económico beneficie directamente a las familias locales, fortaleciendo su autonomía y sus valores.

Visitar Ralco es encontrarse con una forma de turismo distinta, donde la experiencia está mediada por el respeto, el diálogo y el aprendizaje mutuo. Aquí no hay fórmulas prefabricadas ni servicios impersonales: hay cultura viva, proyectos comunitarios y un paisaje que no se entiende sin las personas que lo habitan.

Este pueblo chileno no solo fue elegido entre los más lindos del mundo: fue reconocido por su capacidad de mostrar que el desarrollo puede ir de la mano con la tradición, el medio ambiente y la justicia social. Por eso, en estas vacaciones de invierno, Ralco no es solo un destino: es una invitación a ver el mundo con otros ojos.

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