De la privatización, la estatización y la mezquindad kirchnerista por YPF

Un 24 de septiembre de 1992, el Congreso de la Nación sancionaba la Ley 24145 de federalización de hidrocarburos y privatización de YPF. La misma establecía la transferencia del dominio público de los yacimientos de la Nación a las Provincias. Ello posibilitó una mayor autonomía de estas últimas en el diseño de su política hidrocarburífera, tanto en relación a la negociación de los contratos como en lo referente a la recaudación tributaria derivada de la actividad generada por las empresas presentes. En los últimos años, el trasfondo de la privatización ha cobrado actualidad, en primer término por la presencia en la Casa Rosada de quienes tuvieron gran interés por acelerar el proceso de privatización de la petrolera estatal, pese al discurso anti – noventa pronunciado por los Kirchner. Vale recordar que el voto a favor de la privatización por parte de Santa Cruz fue una moneda de cambio por el pago de casi 500 millones de dólares en concepto de regalías mal liquidadas.

Esos 500 millones son los que, luego de tantos años, no se sabe con exactitud su disponibilidad, tal como han denunciado en varias ocasiones desde la oposición santacruceña. Por otra parte, es una de las paradojas del peronismo que uno de los miembros informantes del Congreso a favor de la privatización sea hoy el Secretario General de la Presidencia, Oscar Parrilli.

La dualidad de opiniones se torna más surrealista cuando se suman los referentes que en aquel momento no dudaron en avalar y apoyar con bombos y platillos la entrega de una empresa que hace algunos años es símbolo de la decadencia energética y el fracaso de las políticas de mediano y largo plazo del gobierno encabezado primero por Néstor Kirchner y continuado por Cristina Fernández. En estos tiempos, en que las reservas de Vaca Muerta y otros yacimientos no convencionales brindan un horizonte donde el autoabastecimiento puede ser nuevamente algo real; lo acontecido con YPF y la discusión por el papel de la empresa otra vez estatal y las Provincias; y las declaraciones de la presidente Fernández de Kirchner sobre la "nueva Arabia”; la historia del petróleo y cómo la explotación atravesó cambios a partir de los intereses políticos y sectoriales sin medir las consecuencias de las políticas públicas, no puede ser ignorada. Todo lo que pudieron haber hecho los sectores gobernantes en los últimos se vuelve mínimo e insignificante cuando se comprueba que no son, ni más ni menos, que pequeños mojones en el camino de un largo recorrido, donde las pequeñas decisiones de hoy tienen un peso relevante en el mañana.

Por Shelknamsur / Tierra del Fuego