Las cámaras de seguridad lo liberaron de las sospechas

Ramón Romero fue sobreseído de la investigación del asesinato de su esposa, Edith Esther Marín, ocurrido en noviembre del año pasado en el barrio Villa Ceferino. No solamente porque no se encontró material genético en el cuerpo de la víctima que lo vincule con el crimen, sino porque las cámaras de seguridad instaladas en puntos estratégicos de la ciudad lo registraron lejos de su casa en el momento del crimen.

Romero llegó a juicio por la acusación que el fiscal Maximiliano Breide Obeid le hizo el 2 de diciembre pasado, al afirmar que el 28 de noviembre, entre las 8.30 y las 9 de la mañana asesinó por asfixia a su esposa, en la casa que ambos compartían en Villa Ceferino.

A poco de andar la investigación, las dudas invadieron no sólo a los investigadores sino a la familia. El fiscal pidió un estudio de ADN y que se incorporen al expediente las grabaciones de cámaras de seguridad. El primero dio negativo en cuanto a indicios biológicos en el cuerpo de la mujer. Y los registros fílmicos lo ubicaron lejos de su casa en el momento en que su esposa estaba siendo atacada y asesinada. Por ejemplo, a las 8.58 fue registrado por las cámaras de un kiosco ubicado en el trayecto de su trabajo a su casa.

Con ese dato como elemento indubitable, la funcionaria de la fiscalía, Inés Novoa, argumentó que "el poco tiempo disponible desde que llegó a su domicilio, informó a vecinos (de la muerte de su esposa) e inició llamadas a los hijos para dar alerta del panorama con el que se encontró, sumado a la ausencia de indicios biológicos, lleva a descartar la autoría del mismo para realizar las diversas acciones que dieron muerte a la víctima, acciones estas descriptas por el médico forense”, (golpear, ahorcar, incluso la limpieza de la escena del hecho).

Los familiares de la víctima aseguran tener sospechas sobre una persona.