Francisco Castillo fue formalmente acusado por el crimen de su cuñado, Diego Fasce. Durante la audiencia la fiscalía dio a conocer detalles escalofriantes que permitieron elevar la acusación sin ningún tipo de atenuante como pretendía el abogado defensor al querer introducir la figura de violencia de género y legítima defensa.
La fiscalía no escatimó calificativos: homicidio doblemente agravado por el uso de arma de fuego y por alevosía. No sólo lo emboscó, sino que lo mató por la espalda sin darle ninguna oportunidad de defenderse.
El hecho ocurrió el miércoles 25 de junio a las 17:30, justo frente a la Escuela 63, en la salida del turno tarde. Según la reconstrucción de los fiscales, Castillo iba en su auto con una mujer -aún no identificada- cuando se cruzó con Fasce, ex pareja de su hermana.
Discutieron. Palabras fuertes, reproches viejos, tensión acumulada. Pero la escena no terminó ahí: Fasce se alejó, caminó hacia el auto donde lo esperaban su actual pareja y un sobrino. Fue en ese momento, según la acusación, que Castillo bajó de su vehículo, sacó una pistola y le disparó por la espalda.
Al menos ocho veces. Cinco balas impactaron en el cuerpo de la víctima. Una de ellas, la primera, en la cabeza. Cuando Fasce ya estaba caído, indefenso, Castillo volvió a disparar otras cuatro veces.
La acusación sostiene que el arma, una pistola 9 milímetros semiautomática, no estaba registrada legalmente a su nombre. La escena fue presenciada por varios testigos y quedó registrada en cámaras de seguridad que fueron incorporadas como prueba clave por el Ministerio Público.
La pareja de Fasce, testigo presencial, también brindó una declaración contundente, que no coincide con la del abogado defensor. A todo eso se sumó el informe del médico forense: cinco orificios de bala, uno de ellos letal, como ya publicó Mejor Informado.
Durante la audiencia, la defensa intentó suavizar el contexto, alegando un conflicto familiar previo como telón de fondo. Pero ni los argumentos ni la insistencia evitaron el golpe de la acusación. La fiscalía fue por todo: pidió prisión preventiva por un año, argumentando riesgo de entorpecimiento de la investigación.
La jueza de garantías no le dio tanto, pero sí lo suficiente: seis meses de prisión preventiva para Castillo, quien ya había quedado detenido tras entregarse sin ofrecer resistencia.
Mientras tanto, la investigación sigue avanzando. La identidad de la mujer que iba con Castillo, el posible origen del arma y otros detalles aún se investigan. Pero para la fiscalía, el crimen está prácticamente cerrado: fue una ejecución a sangre fría, con alevosía, y a la vista de todos.