DESDE TRUMP A MILEI

Criticar la cultura woke está de moda: ¿Neuquén es woke?

El discurso de Trump al asumir, y el de Milei en Davos, coincidieron en una declaración de guerra contra la cultura instalada en el progresismo.
jueves, 23 de enero de 2025 · 10:41

"Stay Woke" (mantente despierto) fue un eslogan que se usó en Estados Unidos en la década del '30 del siglo pasado; y en este siglo XXI se instaló con el lema "woke", o despierto, según la versión española, a tal punto que su apología del feminismo, la política de género, la ecología extrema, y otras características que fue descubriendo y re designando, provocó un movimiento en contrario.

Fue alimentado fundamentalmente desde la derecha o el conservadurismo político; y hoy entró en su apogeo con las resonantes declaraciones del presidente estadounidense, Donald Trump; y del presidente argentino, Javier Milei, quien hizo una especie de clonación del discurso del yanqui, y buscó universalizar su destino,  más allá de América (del norte y del sur).

Trump y Milei son socios en esta cruzada contra la cultura o ideología woke. El ataque o cuestionamiento comienza por el Estado. Trump desmanteló las dependencias que se ocupaban de los temas "de género", por ejemplo. En su discurso lo había anunciado bajo el paraguas del "sentido común".

Para Estados Unidos hay dos sexos, el masculino y el femenino, soltó con su tono monocorde, y, por ende, cualquier ampliación de ese universo binario será considerada por fuera de lo que oficialmente se reconoce. Milei opina lo mismo desde aquí, Argentina. Y, a decir verdad, comenzó a hacer antes que Trump lo que ahora hace, o hará, el presidente estadounidense.

En la agenda anti woke no solo está la "ideología de género", sino también la cuestión "verde". Los dos presidentes cuestionan despectivamente el tono dramático del cambio climático. No es cierto, como livianamente se dice, que están en contra de la ciencia y lo que ésta dice, sino que coinciden en que se ha exagerado, y este es el punto que define la esencia de lo woke en el siglo XXI: la exageración o sobreactuación de determinados enfoques propiciados por el progresismo, incluido el progresismo científico.

De allí soltó Trump lo de "perfora, baby, perfora", para alentar la producción de hidrocarburos en un contexto woke de satanización del petróleo, como la némesis de la contaminación y el exterminio. 

Aquí vale la pena introducir a Neuquén en este debate de la "ideología woke", que, según Milei, es el "cancer" que está destruyendo a la humanidad.

Neuquén, en las últimas décadas, hundió profundamente al establishment alimentado por y desde el Estado en la cultura woke, pese a profesar a ultranza, al mismo tiempo, la cultura petrolera y extractivista por excelencia en Argentina. El Estado se agrandó increíblemente en dependencias de género, de diversidad, y declaró una virtual guerra, bastante insólita, contra lo "binario".

Los funcionarios comenzaron a hablar usando el "los y las", y esta modalidad del lenguaje woke se instaló en las escuelas. Miles de millones de dólares se quemaron en la gran hoguera de la reivindicación igualitaria, tomando y pegando en un gigantesco pastiche una cultura, o intento de cultura (pues es raro imponer cultura de arriba hacia abajo, ya que ésta se construye, generalmente, al revés) que en algún momento pareció ser lo único que realmente importaba.

Esto, objetivamente, ha sido así, y queda como inercia en este 2025, ahora inflamado por las llamas del gran incendio iniciado por Trump y Milei como nunca antes había sucedido: dos presidentes metiéndose con una cuestión cultural que aseguran que es altamente perniciosa para el desarrollo de la economía, y, por ende, del bienestar de los pueblos.

¿Qué pasará de aquí en más? 

Es posible que se tienda hacia el equilibrio, pues la mecánica es más o menos la siguiente: hubo una acción, ahora hay una reacción;  esto generalmente provoca conflicto, y, luego, una conclusión, proceso que podrá tardar mucho o poco, y durar, igualmente, décadas, siglos, o solo un par de años.

Se verá.

 

 

 

 

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