CHOS MALAL

Julián, el niño de 7 años que pasó el día de Reyes en la montaña

Con su abuela y su tía, realizaron una travesía por el ANP Tromen. Con su regalo de los Reyes Magos, conoció de cerca el emblemático volcán y se bañó en las aguas de una cascada.
lunes, 8 de enero de 2024 · 18:56

Hay historias mínimas que, por la carga del amor y la devoción por la familia, están inevitablemente a transformarse en enormes y que se perpetuarán en la eternidad de los recuerdos. Así de simple y sencilla es la historia de Julián Espinosa, que eligió pasar el Día de Reyes “encaramado” en la altitud y la majestuosidad de los paisajes de la Cordillera del Viento, en el norte neuquino.

Los "Reyes Magos" que lo llevaron a conocer de cerca el Volcán Tromen fueron su abuela Marta y su tía Lilén. El niño es un fanático de la naturaleza y, desde pequeño, ya le llamaban la atención las diferentes actividades de los volcanes y todo lo que los rodea: “Julián es un nieto del corazón que tengo. Con solo siete años, ya se interesa por temas como los volcanes y las rocas”, contó a modo de presentación Marta Beatriz Parada, la abuela del pequeño explorador.

Sobre cómo nació la idea de viajar desde Chos Malal hasta la ANP Tromen, contó que en vísperas de año nuevo su nieto levantó una piedra de la calle y se la mostró: "Le expliqué que era una roca sedimentaria y cómo se formaban, y que también había otras rocas que se formaban a partir de los volcanes que se llamaban ígneas o volcánicas y me dijo que quería conocerlas”. En principio la idea era llevarlo hasta el paraje Chapúa, pero luego se sumó su tía Lilén Alarcón y la “escapada” a la montaña se extendió un poco más allá.

 

El día de Reyes en cercanías al Volcán Tromen

 

El día elegido para vivenciar de cerca al Volcán Tromen fue el día sábado de reyes. Con las primeras horas del sol, Marta y Lilén pasaron a buscar a Julián en auto para emprender el viaje al Área Natural Protegida.

Una vez allí, se calzaron el equipamiento y emprendieron la marcha con destino al pie del volcán y luego hasta la Cascada del Arroyo Chapúa, que nace en el Bañado Los Barros: “Fue una caminata relativamente corta para sus siete años. Llegamos al ANP Tromen y observamos su volcán con sus majestuosos 4114 m.s.n.m. y sus coladas de lava. Luego nos dirigimos en dirección a la cascada ubicada en cercanías de la veranada de la familia Rebolledo”.

A todo esto, hay que remarcar que la excursión de tres ya se había transformado en un “cuarteto explorador” debido a que los Reyes Magos habían pasado por la casa de Julián y le habían dejado un muñeco de regalo. Rápidamente, lo bautizó como “Pepe”, lo cargó en su mochila y fue su fiel compañero durante toda la travesía.

El arco iris en la cascada y un cóndor en vuelo como regalo

 

Los paisajes del norte neuquino son enteramente mágicos y siempre hay que ir con la vista y con la mente dispuestas a dejarse sorprender. Así le fue sucediendo a Julián tras cada paso que fue dando por las montañas: “Comenzamos a caminar bordeando el arroyo. Allí nomás un cóndor nos recibió y su tía le dijo a Juli que eso era una buena y maravillosa señal. En ese mismo recorrido pudo apreciar patos, gaviotas, tero real y teros comunes. También vio una familia de patitos que lo dejó maravillado”, contó con entusiasmo Marta.

En la mitad del trayecto, hicieron un alto entre las piedras e improvisaron una mesa y sillas y se dispusieron a tomar un desayuno reparador. Al retomar la marcha llegaron finalmente hasta la añorada Cascada. Julián y su tía optaron por bajar al pie de la cascada por un sendero corto y fácil, mientras que Marta lo hizo por otro sector desde donde captó en imágenes la felicidad del niño por estar en ese maravilloso lugar: “Es casi imposible explicar la felicidad que mi nieto tenía y sentía con la Cascada. Como era cerca del mediodía y con el aval de su tía se sacó la ropa y se puso cerca de la cascada para sentir cómo le caían las gotas de agua. Fue simplemente feliz”, recordó la abuela.

Escarbando en la memoria los recuerdos, de ese inolvidable día para todos, Marta pudo “ver” nuevamente a su nieto cómo gritaba, saltaba y bailaba al ritmo del sonido del agua: “Era solo él y la cascada. Como se veía un pequeño arco iris al chocar el agua en la roca, Julián nos decía que atrás debía haber un tesoro pero nos acercamos y no había cueva detrás de la cascada”, rememoró entre risas.

El regreso con sabor a “experiencia ganada”

 

Marta y Lilén, mientras estaban en la montaña con Julián, reflexionaban acerca de que quizás los regalos más memorables sean estos momentos de disfrute en la naturaleza lejos de las pantallas y en familia: “Fue una hermosa experiencia para nosotras verlo disfrutar de esa manera tan libre y tan lejos de todo”, dijo Marta.

Como parte de esa salida en familia, Julián pudo también conocer unas formaciones volcánicas que son conocidas como “Bolillos”. Como fue durante toda la jornada, el pequeño recibió las explicaciones del caso sobre cada cosa que conocía o despertaba su interés. Así llegó la hora del almuerzo y Julián y su nuevo amigo “Pepe” tomaron la actitud de bendecir el momento y los alimentos: “Fue muy hermoso y tierno a la vez porque él quiso bendecir el momento con unas palabras agradeciendo a Dios por los alimentos y la salida”.

Más tarde, con toda la “experiencia ganada” en el terreno, Julián adoptó el rol de guía y fue él quien fue marcando el sendero de regreso. “Allí él nos dijo que era el profe Emi y nos indicaba por donde debíamos pisar. Buscó las piedras indicadas para atravesar el río y  no quería que nos adelantáramos porque él era el guía”, recordó Marta risueñamente aquellos momentos. Cabe recordar que “Emi” es un profesor llamado Emiliano Zamudio, quien ha compartido con Julián y otros compañeros salidas a cerros cercanos a Chos Malal. En el tramo final de la aventura, llegaron hasta el Bañado Los Barros y observaron varios flamencos. Al regresar Julián se puso cómodo en el vehículo y durmió todo el viaje hasta su casa. Ya nadie le quitaría lo feliz que fue ese Día de Reyes.

Julián, en su nuevo rol de guía en el regreso.

 

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