Un impacto que heló la sangre de los fanáticos del automovilismo argentino. Este sábado, Franco Colapinto protagonizó un durísimo choque en la Q1 del Gran Premio de Emilia-Romaña, justo cuando estaba haciendo historia en su debut clasificatorio con el equipo Alpine en Fórmula 1.
El golpe no fue en cualquier lugar. Colapinto perdió el control del A524 en la zona de la chicana previa a la curva Tamburello, la misma que quedó marcada para siempre por la muerte de Ayrton Senna hace poco más de 30 años. Aunque ya había logrado meterse en Q2, no pudo continuar.
La imagen del trompo y el choque contra el muro recorrió el mundo. El piloto argentino terminó con el auto destruido contra las defensas. Afortunadamente, salió ileso. Pero el eco simbólico del accidente volvió a poner en el centro a la temida curva del Autódromo Enzo e Dino Ferrari.
Senna murió allí, en el GP de San Marino de 1994. Ese trágico fin de semana también había visto el accidente de Barrichello y la muerte de Roland Ratzenberger en la qualy. En un giro cruel del destino, Colapinto chocó en ese mismo sector reformado tras la tragedia.
El detalle que estremece aún más es la comparación entre ambos. El argentino ha sido muchas veces vinculado físicamente a Ayrton Senna, su ídolo de la infancia. Él mismo lo reconoció: “Es un orgullo que me comparen físicamente con Ayrton. Fue el más grande. Crecí leyendo y viendo todo sobre él”.
Hoy, esa admiración se vuelve dolorosa. La coincidencia geográfica y simbólica golpea fuerte. Tamburello, esa curva maldita, se volvió a cobrar una víctima, esta vez sin consecuencias físicas, pero con una carga emocional imposible de ignorar.