La historia de Miguel Ángel Russo con Boca no es una más. Es una de esas historias que están marcadas por la gloria, los reencuentros y un vínculo personal que trasciende lo estrictamente profesional. Ahora, en su tercer ciclo al frente del equipo, el flamante DT vuelve a ponerse el buzo azul y oro con la intención de traer orden, experiencia y competitividad. Y lo hace, otra vez, de la mano de Juan Román Riquelme.
La presentación fue emotiva. “Tengo mucha felicidad porque presentamos al último DT que nos regaló la Copa”, dijo Román, con una mezcla de nostalgia y expectativa. No es para menos: Russo es el último entrenador que llevó a Boca a la cima de América. Pero para entender el presente, hay que revisar el camino recorrido.
El primer ciclo (2007): la Libertadores que aún brilla
Corría 2007 y Miguel Ángel Russo asumía el desafío de dirigir a un Boca potente, cargado de nombres pesados y hambre de gloria. Lo suyo fue breve, pero inolvidable. En apenas seis meses, logró lo que todo técnico sueña: ganar la Copa Libertadores. Y no de cualquier forma.
Con un Riquelme estelar —quien regresó solo para esa competencia—, Boca tuvo una campaña sólida que culminó con una histórica final ante Gremio. El 5-0 global todavía se recuerda con emoción en La Bombonera. Fue la sexta Libertadores del club y el primer gran hito de Russo en el banco.
Sin embargo, tras la caída en el Mundial de Clubes frente al Milan, su ciclo terminó abruptamente a fin de ese mismo año. Los resultados en el torneo local no acompañaron y la dirigencia de entonces decidió interrumpir el proceso. A pesar de eso, su legado quedó intacto.
El segundo ciclo (2020-2021): títulos y reconstrucción
En diciembre de 2019, con Riquelme como flamante vicepresidente, Russo volvió a Boca para encabezar una etapa de transición. El equipo venía golpeado tras perder la Superfinal de Madrid y necesitaba volver a las bases. Y Russo lo consiguió.
Con un fútbol sólido, un Carlos Tévez renacido y una defensa firme, Boca le arrebató la Superliga 2019/20 a River en la última fecha. Fue una vuelta olímpica cargada de simbolismo. Luego, llegó la Copa Diego Maradona y una semifinal de Libertadores ante Santos que dejó gusto a poco.
En ese ciclo, Russo también puso en marcha un recambio generacional, apoyando a jóvenes como Zeballos, Varela y Medina. Aunque su segundo año no tuvo el brillo del primero y los resultados comenzaron a flaquear, dejó la vara alta en cuanto a identidad y compromiso.
El presente: tercer ciclo y nuevos desafíos
Ahora, en pleno 2025, Russo vuelve al club que lo marcó y al que también ayudó a marcar. Pero esta vez con una mochila distinta: Boca atraviesa una etapa de inestabilidad futbolística y el vestuario necesita orden. Su llegada es, en muchos sentidos, un acto de confianza mutua entre dos amigos que ya se conocen y se entienden.
"Estoy feliz. Amo lo que hago y sé lo que necesita el hincha de Boca", dijo Russo en su presentación, donde se mostró agradecido por el llamado y emocionado por volver a casa. Su objetivo está claro: recuperar la identidad, rearmar el equipo y volver a competir al más alto nivel.
Una relación que va más allá del fútbol
Riquelme y Russo se entienden con miradas. Compartieron la gloria como jugador y DT en 2007, volvieron a reencontrarse en 2020 y hoy, como presidente y técnico, encaran un nuevo desafío. No es un detalle menor que, en medio de la presentación, Román le haya dicho: “Te quiero mucho”. Y Russo, con la camiseta en la mano, respondió: “Esta se la regalo a mi nieto”.
Una nueva etapa comienza en Boca. Con Miguel Ángel Russo otra vez al mando y con la ilusión intacta de que lo mejor aún puede estar por venir.