PESAR EN EL MUNDO DEL TEATRO
Murió en Neuquén el dramaturgo Alejandro Finzi
Tenía 70 años. Es considerado uno de los autores fundamentales del teatro argentino contemporáneo.Alejandro Finzi solía cruzar la multitrocha de la ex ruta 22, con ese paso cansino, un poco encorvado, mirando atentamente ese mundo que supo retratar como pocos en la escena de los teatros. Este domingo cruzó su última calle y entró en ese desconocido ámbito de recuerdo o de olvido que es la muerte. Tenía 70 años y estaba enfermo, y ahora su muerte llena de dolor a quienes lo apreciaban, por su talento o simplemente por ser Finzi.
Finzi había nacido en 1951 en Buenos Aires. Se radicó en Neuquén en 1984. Sus piezas teatrales han sido estrenadas no solo en Argentina, sino también en Europa y en varios países de Latinoamérica; además de haber sido traducidas al inglés, árabe, portugués, ruso y francés.
Recibió durante esa efímera circunstancia llamada vida diversos reconocimientos. El Instituto Nacional del Teatro le concedió un subsidio para la publicación de su Obra reunida, que incluye textos que datan desde la década de los ochenta hasta el 2009, por ejemplo. Es que pocos dudan de que Finzi es uno de los autores más importantes de la escena argentina actual.
Fue fundador, junto con Daniel Vitulich, del Grupo de Teatro Patagónico Río Vivo. Pero no solo escribió y trabajó en el teatro concreto, el que impone carnadura de personajes. Es reconocido también por su obra teórica. Y fue apreciado como catedrático en la Universidad del Comahue, donde dictó el curso de Literatura Europea.
En una nota que le hiciera Beatriz Kreitman, Finzi dijo: “Todo lo que se tiene en la vida, todo cuanto se posee, es un oficio. No tenés un ladrillo, un cacho de tierra, un zoquete, ni la bicicleta de Dios. Un oficio. Es lo único. El mío es la escritura. Y porque tengo eso puedo amar”.
Ya no veremos su lento trajinar sobre la superficie de las baldosas del bajo, su paso por la cinta blanca entre semáforos de la multitrocha. No lo podremos saludar cariñosamente, recibiendo a cambio una sonrisa, la retribución del saludo. Murió Finzi. Estaba enfermo de esa rara enfermedad que, quizá, todos tenemos, pero que solo algunos practican, ese oficio, esa práctica, ese imaginar otras vidas en la propia.