Análisis

Refugiados: la doble vara de la comunidad internacional

La crisis humanitaria producto de las guerras y migraciones que se están dando en distintos lugares del planeta plantea serios desafíos a la capacidad de respuesta de la comunidad internacional, que hasta el momento se ha mostrado muy poco eficaz.
miércoles, 8 de marzo de 2023 · 11:02

La Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), reporta que, como resultado de conflictos, violencia, violaciones a los derechos humanos, persecución y desastres naturales, la cifra de desplazamientos forzados en todo el mundo superaba los 89 millones de personas, incluidos 27 millones de refugiados en todo el planeta y 53 millones de personas desplazadas internamente (en el mismo país).

En 2022 Putin decidió invadir Ucrania. Las situaciones de migraciones y refugiados en distintas partes del mundo sumaron una más: el éxodo masivo de ucranianos a otros países de Europa. El viejo continente pasó de ser un país receptor de desplazados producto de conflictos y crisis en otros países del mundo, a ser origen y destino de nuevos desplazados.

Sin dudas, se trata de la crisis de refugiados más importante de los últimos tiempos. Por el número de personas desplazadas, por el corto tiempo en el que tuvieron que desplazarse y porque se da en el centro de Europa. El drama de los ucranianos permanecerá manifiesto en toda Europa durante muchos años. Qué harán los países desarrollados para satisfacer las necesidades de millones de personas que, aún si la guerra terminara mañana mismo, no podrán volver a su hogar, es el mayor de muchos desafíos que deberá enfrentar la Europa Occidental.

La guerra en Ucrania quitó protagonismo a situaciones de desplazamientos forzados en otras partes del mundo. Se trata de crisis gravísimas que, quizá, no han logrado conmover de igual manera para generar una acción más concreta por parte de la comunidad internacional, pero que permanecen entre los “pendientes” de los grandes líderes mundiales.

África protagoniza una de las crisis migratorias más importantes del momento. Desde 2014 han muerto o desaparecido casi 25.000 personas en su intento por llegar a Europa a través del Mediterráneo. Los flujos migratorios, provenientes principalmente de los países del norte africano, también incluyen a poblaciones de otros puntos del continente, que ven en el Mediterráneo la salida a la crisis humanitaria con la que conviven. La falta de políticas migratorias a nivel europeo está demostrando la incapacidad de la Unión Europea para dar respuestas.

En Medio Oriente, tras la salida de Estados Unidos de Afganistán, miles de personas han intentado traspasar la frontera del país hoy en poder del Talibán, con el objetivo de llegar a Europa. Actualmente, más de 6 millones de afganos han sido desplazados de sus hogares y de su país ante los conflictos, la violencia y la pobreza que se vive, según Naciones Unidas, proceso intensificado tras la asunción del Talibán. También en la región, Siria lidera desde hace años el ranking de países con mayor población desplazada. 

América latina no escapa a la problemática. Por un lado, Venezuela es el segundo país que más población desplazada registra, luego de Siria. La situación económica, social y política del país gobernado por Nicolás Maduro ha generado el desplazamiento de más de 4 millones de personas, que migran hacia otros países de América del Sur, principalmente Colombia. Por otro lado, en América central, el éxodo de mexicanos, hondureños, guatemaltecos, nicaragüenses y haitianos suma cada vez más tensión a la frontera norte con Estados Unidos.

¿Existen desplazados y refugiados de primera y de segunda clase? ¿O todos son simplemente desplazados y refugiados? La respuesta es evidente. Pero la realidad marca otra cosa. La crisis humanitaria desatada en Ucrania, indiscutible, puso de manifiesto el tratamiento diferenciado que las grandes potencias europeas dieron a la situación, en comparación con, por ejemplo, su accionar con respecto a los migrantes sirios o africanos.

Esta guerra en Ucrania mostró una situación nueva, o al menos que no se veía desde hacía muchas décadas: la migración de familias de clase media. Normalmente, y volviendo a las situaciones en Medio Oriente, África y América latina, el común de los desplazados son personas de bajos recursos, provenientes de países de ingresos bajos. Pero no había registros de familias enteras de clase media, con niños, trasladándose en trenes, con abrigos, juguetes, y alimentos, a otro país. Ambos, lo de bajos recursos y los de clase media, con un mismo objetivo: sobrevivir y encontrar un futuro mejor, que en sus lugares de origen perdieron.

Es innegable al afinidad cultural y étnica que los europeos sienten con los ucranianos. ¿Pero por qué los estados europeos han dado un tratamiento tan diferenciado a los desplazados ucranianos, respecto de los africanos y sirios? Rápidamente los grandes líderes occidentales procuraron la implementación de medidas para recibir a las familias que venían desde Ucrania, huyendo del criminal de guerra Vladimir Putin. Y lo bien que hicieron. Visados, refugios, alimentos, escuelas, todo se ofreció muy rápidamente para paliar el drama ucraniano. Pero la reacción no es ni parecida cuando los desplazados llegan desde el norte de África, o desde Afganistán, Yemen o Siria.

El compromiso de las grandes potencias para contribuir a administrar una situación acuciante parece depender del origen de los desplazados. Un dato de ACNUR es elocuente para evidenciar esta situación: hasta la guerra en Ucrania, solo cinco países, de los cuales solo uno es de ingresos altos y desarrollado, reciben el 40% de los desplazados de todo el mundo. Se trata de Turquía (3,7 millones), Colombia (1,7 millones), Pakistán (1,4 millones), Uganda (1,4 millones) y Alemania (1,2 millones). Es decir, los países en desarrollo son quienes más salen al auxilio de los desplazados de otros países en desarrollo, sus pares.  

Mantenete informado todo el día. Escuchá AM550 La Primera aquí

Seguinos por la tele, en CN247 aquí

Comentarios

Otras Noticias