El 17 de junio de 1885, la ciudad de Nueva York recibió, en cientos de piezas y a bordo de un barco francés, lo que luego se convertiría en uno de los monumentos más emblemáticos del mundo: la Estatua de la Libertad. Pero, ¿por qué una figura femenina colosal, de rostro sereno y antorcha en mano, fue enviada desde Europa a América? ¿Qué mensaje pretendía transmitir? Y más aún, ¿en qué se ha transformado con el paso de los siglos?
Una promesa de libertad en hierro y cobre
El origen de la Estatua de la Libertad está profundamente ligado a los ideales revolucionarios. Fue un regalo del pueblo francés a los Estados Unidos para conmemorar el centenario de la Declaración de Independencia estadounidense (1776) y celebrar los valores compartidos entre ambas naciones: la libertad, la democracia y la lucha contra la tiranía.
La idea nació del pensador y político francés Édouard René de Laboulaye, quien propuso que Francia regalara una estatua como símbolo de amistad y compromiso con los valores republicanos. El escultor Frédéric Auguste Bartholdi fue el encargado de diseñarla, mientras que el célebre ingeniero Gustave Eiffel —sí, el mismo de la Torre Eiffel— ideó su estructura interna para resistir los vientos y el paso del tiempo.
¿Cómo se construyó la estatua?
La construcción fue una verdadera proeza técnica y simbólica:
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Altura total: 93 metros desde el suelo hasta la antorcha, incluyendo la base.
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Material: cobre martillado (casi 300 láminas unidas) sobre una estructura de hierro.
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Envío: La estatua fue construida en París y desmontada en 350 piezas. Viajó en el barco Isère, que arribó a Nueva York el 17 de junio de 1885. Se necesitaron más de cuatro meses para ensamblarla.
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Inauguración: El 28 de octubre de 1886, el presidente Grover Cleveland la declaró oficialmente inaugurada.
¿Qué representa la Estatua de la Libertad?
Su nombre oficial es “La Libertad iluminando al mundo” (Liberty Enlightening the World). Su imagen —una mujer de túnica clásica con una antorcha en alto y una tabla con la fecha de la independencia estadounidense— está cargada de simbolismo:
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La corona tiene siete rayos, representando los siete continentes y los siete mares.
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La antorcha simboliza la iluminación, la razón y el progreso.
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La cadena rota a sus pies representa la abolición de la opresión y la esclavitud.
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La ubicación, en la isla de la Libertad (Liberty Island), es estratégica: era lo primero que veían los inmigrantes al llegar por mar a Estados Unidos.
De emblema nacional a ícono cultural global
Con el paso del tiempo, la Estatua de la Libertad superó su función conmemorativa para convertirse en un ícono universal de esperanza y libertad. Especialmente a fines del siglo XIX y principios del XX, cuando millones de inmigrantes europeos llegaron a EE.UU. escapando de guerras y hambre, la estatua fue su primer faro: una promesa de una vida nueva.
El monumento también inspiró obras literarias, cinematográficas y canciones, y se volvió símbolo de luchas contemporáneas por los derechos civiles, la igualdad de género y la justicia migratoria.
En 1984, fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, destacando su valor como “símbolo potente que ha tenido gran significado para millones de personas en busca de libertad”.
Una inversión colosal, un legado invaluable
Si bien fue un regalo de Francia, Estados Unidos debió construir el pedestal, lo cual requirió una intensa campaña de recaudación de fondos. El famoso editor Joseph Pulitzer (del New York World) lanzó una colecta popular que reunió los fondos necesarios gracias a donaciones de ciudadanos comunes.
Hoy, la estatua recibe más de 4 millones de visitantes anuales, siendo una de las atracciones turísticas más importantes del país. Su impacto económico en la industria cultural, editorial y audiovisual es incalculable.
El monumento más fotografiado del mundo
Acompañar este artículo con imágenes no solo es un complemento, sino casi una necesidad: la estatua se ha convertido en uno de los monumentos más fotografiados y reproducidos del planeta, presente en souvenirs, tatuajes, afiches, emojis, series de televisión, películas y hasta videojuegos.
Más que una escultura de cobre, la Estatua de la Libertad representa una idea viva: la de que la libertad, aunque amenazada, debe seguir brillando. En un mundo atravesado por conflictos, desplazamientos forzados y desigualdad, su silueta aún grita, silenciosamente, que otro horizonte es posible.