PUBLICADO EN "THE LANCET"

Estudio argentino: el 60% de los que ingresan a terapia, mueren

Un grupo de especialistas de nuestro país relevó 63 unidades de cuidados críticos de todo el país, y publicó los resultados.
lunes, 5 de julio de 2021 · 11:12

El análisis de cientos de investigaciones de distintas partes del mundo, llevó a un grupo de intensivistas argentinos a analizar lo que pasa cuando un paciente Covid-19 positivo entra a terapia intensiva. Luego del relevamiento concluyeron que muere casi el 60% de quienes ingresan, de acuerdo a los datos extraídos por los especialistas de  63 unidades de cuidados críticos del país.

Con el nombre de “Características clínicas y resultados de los pacientes con COVID-19 con ventilación invasiva en Argentina (SATICOVID)” la revista The Lancet Respiratory Medicine publicó el trabajo de los profesionales de la medicina, cuyo grupo estuvo liderado por la Dra. Elisa Estenssoro, del Servicio de Terapia Intensiva del Hospital Interzonal de Agudos “General San Martín”.

Dicho análisis, se llevó a cabo en 63 terapias intensivas de todo el país, siguiendo el desarrollo de la infección en 1909 pacientes con COVID-19 positivo confirmado por PCR. Todos los casos “fueron seguidos hasta la muerte en el hospital o el alta hospitalaria, lo que ocurriera primero”, según explicaron los especialistas, quienes destacaron que el 57% de los afectados finalmente falleció.

En el mismo contexto, los especialistas también advirtieron que, pese a que el número de muertes tras el ingreso a terapia fue similar a las registradas en otras partes del mundo, el cansancio en el sistema y personal de salud podría haber “contrarrestado los beneficios del aprendizaje relacionado con el manejo de COVID-19″.

El análisis de los especialistas de la SATI

A partir del inicio de la pandemia, muchos científicos, investigadores y especialistas empezaron a evaluar cuáles podrían ser los factores que provocarían la muerte de los pacientes. Mientras que los intensivistas argentinos también evaluaron si la realidad económica de la nación podría ser considerada como un factor negativo para los infectados.

Según argumentan en el documento realizado por la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva (SATI), “La información epidemiológica sobre pacientes críticamente enfermos con COVID-19 en países de ingresos bajos y medianos ha sido escasa. En Argentina, un país de ingreso mediano alto (definido por el Banco Mundial), la información proporcionada por el Ministerio de Salud está fragmentada y los datos disponibles sobre los subsectores privados de salud son deficientes”.

También manifestaron que, la intención de esta investigación fue realizar un “análisis detallado” de cada uno de los pacientes y cada uno de los síntomas y patologías a los cuales debieron accionar.

Las comorbilidades como factor determinante

El documento, que contó con una publicación online antes de su versión impresa en la prestigiosa revista The Lancet, llevó adelante una evaluación respecto a la mortalidad y su relación con “la edad, las comorbilidades, la disfunción renal y cardiovascular aguda y la oxigenación comprometida”.

Según detallan los intensivistas argentinos, “las causas de muerte se seleccionaron de una lista de nueve posibilidades”, y resaltaron que al momento del fallecimiento “se podría considerar a más de una causa de muerte”.

En el mismo sentido, sostuvieron que en los 1909 pacientes que se analizaron, entre el 20 de marzo de 2020 y el 31 de octubre de 2020, la edad promedio se situó en los 62 años (entre 52 y 70), había un 67,8% de hombres y el 91,7% tenían comorbilidades, siendo que la hipertensión arterial se ubicó en el primer lugar, con el 46,9%; seguida por la obesidad (con el 44,4%) y la diabetes (con el 29,0%).

Los mismos profesionales de terapia, destacaron “el aumento de la edad fue un predictor independiente de mortalidad” y pese a que los “factores de riesgo fueron similares a los identificados en otros estudios”, en el estudio argentino se evidenció la presencia de, al menos, una comorbilidad en el 92% de los pacientes, la cual denominaron como “la más alta registrada”.

Además también señalaron que “las complicaciones en todos los pacientes fueron frecuentes. El síndrome de distrés respiratorio agudo (SDRA) se desarrolló en el 87,6% pacientes”, y resaltaron que, en el 61,1% de las oportunidades, se aplicó la técnica de poner boca abajo (decúbito prono) a los afectados, un método que se aplica en los cuadros más graves, según explicaron.

Aun así, y pese a las técnicas aplicadas para salvar la vida de los pacientes, los intensivistas registraron que “el 57,7% de los afectados murieron en el hospital (como resultado primario), mientras que la mortalidad a los 28 días alcanzó el 50,6% y la mortalidad en la UCI se ubicó en el 57%”.

Personal de salud agotado

El estudio también develó que existe un factor que lejos de pertenecer a los enfermos puede haber influenciado en los dolorosos resultados: el cansancio y la saturación de los sistemas de salud argentinos, más allá de los números y los porcentajes.

Según reflexionaron los intensivistas, “si bien el sistema de salud en Argentina contó con buenos recursos en términos de equipos y consumibles durante los períodos de alta demanda, la mortalidad aumentó, quizás como resultado de la carga sostenida sobre el escaso personal de salud”.

Del mismo modo, destacaron que pese a que los cuadros de los pacientes fueron más graves durante el primer periodo de estudio, entre los meses de abril y julio de 2020, la mayor mortalidad ocurrió durante la segunda mitad, o sea entre agosto y octubre del pasado año.

También los especialistas en terapia, señalaron que “el mes de ingreso hospitalario se asoció de forma independiente con la mortalidad, pero mientras que se informó que la mortalidad mejoraba con el tiempo en Francia y el Reino Unido, encontramos que la mortalidad fue mayor entre los pacientes ingresados en los últimos meses en comparación con abril, en Argentina”.

En dicho estudio, destacaron inclusive la aplicación de “la única medida terapéutica probada como eficaz (la dexametasona) y la administración de corticosteroides”, aunque admitieron que no alcanzaron los resultados esperados

Finalmente manifestaron que “en Argentina, las camas de la UCI, los ventiladores y el equipo de protección personal estaban ampliamente disponibles en períodos de mayor demanda de UCI debido a la adquisición y distribución oportuna por parte del gobierno y de organizaciones privadas y sin fines de lucro. Aunque el personal de la UCI se volvió escaso, el número de intensivistas ya era bajo antes de la pandemia, y muchos contrajeron COVID-19 o incluso murieron a medida que se acercaba el pico de casos”.

Recalcaron además que “el sistema de salud no se vio abrumado en términos de equipo insuficiente, denegación de atención o falta de camas”, aunque “durante los períodos de máxima demanda en la UTI, los pacientes tenían casi el doble de riesgo de mortalidad en comparación con los tratados durante los períodos de baja demanda”.

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