Este miércoles por la tarde, el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) publicará el Índice de Precios al Consumidor (IPC) correspondiente a abril, en medio de una fuerte expectativa por parte del Gobierno, analistas económicos y la sociedad en general. Será el primer dato inflacionario completo tras el levantamiento del cepo cambiario, y tanto desde el oficialismo como desde el mercado se anticipa un número contenido, en torno al 3%.
La sorpresa no radica sólo en la cifra, sino en el contexto: a un mes de la salida del cepo, no se registraron las turbulencias que muchos preveían. Lejos de un salto abrupto en el dólar o en los precios, la flotación del tipo de cambio —dentro de una banda entre $1.000 y $1.400— se mantuvo más estable de lo esperado y su impacto en la inflación, al menos en abril, habría sido limitado.
Qué dicen los datos y las proyecciones
El dato oficial de marzo, con un 3,7%, encendió algunas alertas, pero fue leído como un “ajuste estacional”, especialmente por el fuerte incremento en el rubro Educación (21,6%). Para abril, en cambio, las consultoras privadas y el Relevamiento de Expectativas del Mercado (REM) del Banco Central coinciden en ubicar la inflación entre 2,8% y 3,2%.
Fue el propio presidente estrella, Javier Milei quien explicó que para junio de 2026 la inflación en el país será inexistente y algo del pasado oscuro del país. Incluso algunos estudios prevén una cifra menor al 3% para este mismo abril, una marca que en otro contexto político y económico parecería anecdótica, pero que hoy representa un hito si se confirma.
Entre los factores que colaboraron a la desaceleración, se destacan:
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La estabilidad cambiaria, pese al fin de las restricciones.
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Una leve retracción en Alimentos y Bebidas, aunque con variaciones por regiones.
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La normalización del rubro Educación, que tras el pico de marzo volvió a niveles más bajos.
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Un comportamiento controlado en Transporte, Salud y Vivienda, que no tuvieron sobresaltos.
En paralelo, la inflación en la Ciudad de Buenos Aires fue del 2,3% en abril, marcando una desaceleración clara respecto al 3,2% de marzo. El dato local suele anticipar tendencias nacionales, y refuerza las proyecciones optimistas para el IPC nacional.
Milei: optimismo, dólar quieto y promesas
Durante su participación en el Congreso del IAEF, el presidente Javier Milei redobló su apuesta: aseguró que “los precios no subieron y el tipo de cambio se mantuvo” tras el fin del cepo, y pronosticó que “para mitad del año que viene en Argentina no va a haber más inflación”.
El mercado, si bien más cauto, no contradice del todo esa narrativa. La mayoría de las consultoras estima una inflación anual en torno al 32% para 2025, una cifra muy inferior a la del año pasado, y proyectan una inflación por debajo del 2% mensual hacia el último trimestre del año.
Además, el tipo de cambio oficial, lejos de dispararse tras la liberalización, se mantiene por debajo del techo de $1.400, con cotizaciones que rondan los $1.150. Según el REM, se espera que finalice el año cerca de los $1.322, lo que representa una devaluación ordenada en términos reales, sin crisis cambiaria.
¿Y ahora qué?
El dato de abril será clave no sólo por su valor en sí, sino porque funcionará como un termómetro de la confianza en el programa económico. Si se confirma una inflación en torno o por debajo del 3%, el Gobierno podrá reivindicar el orden fiscal, la emisión cero y la desregulación como herramientas válidas para domar los precios. Pero también abrirá interrogantes: ¿cuánto de esta baja se explica por el congelamiento de tarifas? ¿Qué pasará con el consumo y el empleo en un contexto de ajuste?
Por lo pronto, a un mes del fin del cepo, el sistema cambiario se estabilizó sin fogonazos, el dólar no se disparó y la inflación parece seguir el camino descendente. La señal, aunque aún incipiente, puede leerse como un respaldo —al menos parcial— al experimento económico más audaz de los últimos años en Argentina.