Cada 7 de junio, en redacciones, universidades, radios, portales y estudios de televisión de todo el país, se recuerda una fecha fundacional para la historia argentina: el Día del Periodista. No es una conmemoración arbitraria, ni una jornada inventada al azar. Está anclada en los días más intensos de la Revolución de Mayo y en un acto de comunicación estratégica que, a más de dos siglos de distancia, sigue marcando la identidad de la profesión en Argentina.
Corría el año 1810. En Buenos Aires, la tensión política y social había desembocado en la creación de la Primera Junta de Gobierno, el 25 de mayo. Pero había algo claro para los hombres de aquel tiempo: una revolución no se sostiene solo con actos de gobierno; también necesita palabras, ideas y convencimiento.
Fue entonces que Mariano Moreno, secretario de la Junta y figura central del proceso revolucionario, impulsó la creación de un periódico que permitiera comunicar directamente las decisiones del nuevo gobierno, difundir ideas republicanas y enfrentar los discursos realistas. Así nació, el 7 de junio de 1810, La Gazeta de Buenos Ayres.
La Gazeta: voz de una nueva nación
En sus primeras páginas, La Gazeta dejó en claro sus objetivos: "Los pueblos no deben contentarse con que se obre bien; deben desear también saber cómo se ha obrado". Con esa premisa, el periódico se convirtió en una herramienta de pedagogía política y en una tribuna desde donde se explicaban los actos de la Junta, se debatía sobre el comercio libre, se informaba sobre movimientos militares, y se ensayaban nuevas formas de pensar la patria.
Sus redactores fueron algunos de los intelectuales más influyentes de la época: el propio Mariano Moreno, Manuel Belgrano, Juan José Castelli, entre otros. Durante años, La Gazeta se mantuvo como el principal medio de expresión de la naciente estructura estatal y sentó las bases del periodismo político argentino.
El reconocimiento de la profesión
Recién más de un siglo después, en 1938, se institucionalizó el Día del Periodista. Ocurrió en el Primer Congreso Nacional de Periodistas, realizado en Córdoba. Allí, los delegados de todo el país eligieron el 7 de junio como la fecha oficial en homenaje a La Gazeta y a sus impulsores.
Desde entonces, cada 7 de junio es una jornada para recordar ese origen revolucionario, pero también para reconocer el rol del periodismo en la vida democrática: su capacidad de informar, formar opinión, fiscalizar el poder y sostener un diálogo público plural y crítico.
Informar en tiempos de sobreinformación
Hoy, el oficio periodístico atraviesa desafíos impensados en los días de Moreno. Si antes el problema era el silencio o la censura, ahora es el ruido: una sociedad hiperinformada, conectada a múltiples pantallas, expuesta a noticias falsas, fragmentación informativa y algoritmos que moldean la realidad en tiempo real.
En ese contexto, el periodismo mantiene una responsabilidad vital: verificar, jerarquizar, contextualizar. En otras palabras: dar sentido. En un mundo donde todos pueden hablar, la diferencia radica en quién sabe escuchar, qué voz merece ser amplificada y qué dato está respaldado por hechos.
Una fecha con legado
El Día del Periodista no es solo una efeméride profesional. Es un recordatorio de que comunicar no es neutro, ni inocente. Que informar bien es parte del tejido democrático. Y que en la Argentina —un país marcado por pasiones, luchas sociales e intensos debates públicos—, el periodismo sigue siendo un territorio donde se disputa el presente y el futuro.
Aquel 7 de junio de 1810, Mariano Moreno no solo fundó un periódico: encendió una tradición que, aún hoy, atraviesa salas de redacción, aulas universitarias y redes sociales. Una tradición que, en medio de todas las transformaciones tecnológicas, sigue defendiendo una idea simple y poderosa: que el pueblo tiene derecho a saber.