Detuvieron al narco Fernando Gastón Etchegaray tiene una condena firme de cuatro años de prisión por narcotráfico, dictada por la Justicia Federal. Lo atraparon tras una tarea de inteligencia de la Comisaría 21º de Roca, que lo venía siguiendo de cerca. En 2019, había sobrevivido a un ataque en el que asesinaron a su hermano “Charo” en barrio Nuevo. Esta vez, no zafó.
La escena fue tan simple como contundente: eran las 13 cuando el patrullero lo interceptó. Iba como acompañante en un Chevrolet Sonic azul conducido por su pareja de 26 años que no tiene antecedentes. Pero él sí. Y pesados. Cuando los efectivos lo identificaron, saltó la alerta: pedido de detención para cumplir condena efectiva por tenencia de estupefacientes con fines de comercialización. También estaba vinculado a una causa por tenencia ilegal de armas.
La orden era clara: detenerlo y ponerlo a disposición del Juzgado Federal. El operativo fue rápido, sin resistencia, pero no improvisado. Desde la Comisaría 21º ya lo venían rastreando. Sabían que se movía por la ciudad. Sabían que no estaba escondido. Solo faltaba el momento justo para actuar.
Etchegaray no es un apellido cualquiera en el ambiente de la venta de drogas de Roca. Su padre, Juan Carlos, es un nombre conocido en los pasillos judiciales y en los barrios del norte. Un narco con historia. Y sus hijos no quedaron al margen. En 2019, Fernando fue víctima de un ataque brutal en barrio Nuevo. Iba con su hermano Carlos, alias “Charo”, cuando los acribillaron. Ambos fueron trasladados en autos particulares, gravemente heridos. Charo murió en el camino. Fernando estuvo en terapia intensiva. Sobrevivió.
Desde entonces, su nombre volvió a aparecer en los registros judiciales. Pero esta vez, no como víctima. En 2023, la Justicia Federal lo condenó a cuatro años de prisión y una multa económica. Sin embargo, recién se ordenó su detención cuando se acabaron las apelaciones.
El secretario federal Diego Pino Miklavec fue quien ordenó que quede detenido y sea trasladado a un establecimiento del Servicio Penitenciario Federal. Esta vez, la historia no terminó en una ambulancia. Terminó en una celda.
