El fuego y la electricidad lo atraparon sin piedad. En un abrir y cerrar de ojos, la rutina se tornó en una escena aterradora. El chofer de una empresa jamás imaginó que aquella tarde sería la última. Conducía un furgón por la zona de chacras de Villa Alberdi cuando un cable de media tensión, que pertenecería a la empresa Edersa, convirtió su vehículo en una trampa mortal. El shock eléctrico lo fulminó e incendió el vehículo.
La descarga recorrió toda la masa metálica del furgón Peugeot Boxer como un látigo de energía descontrolada. Toda la carrocería se electrificó y desató una llamarada voraz. La camioneta se convirtió en una prisión de fuego. Carrasco, con el instinto de sobrevivir al horror, forcejeó con la puerta e intentó escapar. Pero el destino le cerró cualquier posibilidad: en cuanto sus pies tocaron el suelo, una lengua de fuego lo envolvió por completo. No hubo oportunidad de auxilio, no hubo margen para la esperanza. Murió fulminado al instante.
La escena fue dantesca. Algunas personas que estaba en las chacras cercanas corrieron desesperados en busca de ayuda, otros solo pudieron observar en silencio la tragedia desplegarse ante sus ojos. Cuando los bomberos y equipos médicos finalmente arribaron, el desenlace estaba escrito: el fuego había consumido todo. Criminalística y la Fiscalía intervinieron, intentando reconstruir el instante fatal, mientras el aire seguía impregnado de humo y la tierra chamuscada marcaba el sitio de una muerte imposible de olvidar.
Las autoridades ahora buscan esclarecer cuál fue la causa principal del fallecimiento: la descarga eléctrica que recorrió su cuerpo o el fuego implacable que terminó por consumirlo. A los pocos minutos llegó al lugar un hombre, quien aseguró ser el dueño del vehículo y confirmó la identidad de la víctima, que quedó tendida en la calle de ripio, junto a la puerta.