El hospital Pedro Moguillansky de Cipolletti fue escenario de una noche de caos y violencia. Lo que comenzó como una emergencia médica terminó en una agresión feroz contra el personal de salud que pretendía atender la paciente. La situación dejó en evidencia la creciente inseguridad que enfrentan quienes trabajan en la guardia, sólo cuentan con un policía pero que permanece en el sector externo, en la sala de espera.
Todo comenzó cuando un paciente fue trasladado por el SIARME tras ser encontrado tirado y descompensado en una plaza. Al ingresar al hospital, presentaba signos compatibles con un episodio epiléptico, por lo que se le realizaron estudios de laboratorio y una tomografía antes de trasladarlo a una sala de internación para personas en observación.
Sin embargo, lo inesperado ocurrió minutos después. El joven, en un estado de agitación extrema, se levantó de la cama y pese a las recomendaciones de los enfermeros, se arrancó la vía intravenosa y salió al hall de la guardia. Fue entonces cuando sus familiares irrumpieron en el hospital con una actitud agresiva, desatando el caos.
Testigos relataron que los familiares comenzaron a increpar al personal de salud con gritos e insultos. La tensión escaló rápidamente y, sin previo aviso, los golpes comenzaron a caer sobre médicos y enfermeros. Pese al enorme caos que se generó, el único policía que permanece en la institución cumpliendo tareas de prevención, no pudo hacer nada porque estaba del lado de afuera, sin saber lo que ocurría en el interior de la guardia.
El hospital cuenta con un policía en la entrada, pero en situaciones como esta, la intervención no siempre es inmediata. La agresión fue tan grave que algunos trabajadores no puedor volver al servicio. El personal de salud reclama mayor presencia de seguridad y apoyo institucional. Este episodio es solo una muestra de la violencia que se volvió cotidiana en los hospitales.