A las seis de la mañana del primer día de septiembre de 2024, la noche aún peleaba contra el amanecer en una chacra del barrio Colonia 2 de Abril en Cutral Co. Allí transcurría una fiesta con cuerpos danzando, vasos chocando y voces cada vez más espesas por el alcohol y el cansancio. La música todavía sonaba cuando la violencia interrumpió el ritmo. En el corazón de esa madrugada espesa, un disparo partió el silencio como un rayo seco: Luciano Hernandorena cayó al suelo con un balazo en el pecho. No hubo tiempo para nada más.
Esta semana comenzó el juicio por su muerte. En el banquillo de los acusados se sienta el hombre señalado como el autor del disparo que terminó con la vida del joven. El fiscal jefe de Cutral Co, Gastón Liotard, fue el encargado de abrir el debate con una exposición clara y directa: sostuvo que, tras una discusión, el imputado extrajo un arma y le disparó a quemarropa. No hubo forcejeo ni defensa posible.
Después del disparo, el acusado intentó huir. El personal de seguridad del lugar quiso retenerlo, pero solo consiguió que dejara caer el arma antes de desaparecer entre la sombra. Horas después, fue detenido en Añelo, a unos 130 kilómetros de distancia.
La fiscalía calificó el hecho como homicidio agravado por el uso de arma de fuego, en carácter de autor, una figura legal que prevé penas severas y no admite atenuantes si se comprueba la intención. El abogado querellante, que representa a la familia de Hernandorena, adhirió sin reservas a la acusación.
En el juicio, que se desarrolla ante un tribunal colegiado integrado por las juezas Vanessa Macedo Font y Florencia Martini, y el juez Richard Trincheri, se espera la declaración de más de 20 testigos: amigos de la víctima, familiares, personal médico, peritos forenses y policías. También se incorporará prueba documental, elementos secuestrados y convenciones probatorias. Cada pieza buscará reconstruir esa madrugada fatal: los pasos, los gritos, el arma, la sangre, la huida.
El acusado llegó a esta instancia detenido. Desde el momento en que fue apuntado por laJusticia se le impuso prisión preventiva para evitar su fuga y proteger a los testigos. En la audiencia se lo vio sereno, con un rostro duro y sin sobresaltos, como quien ya sabe que el tiempo, ahora, no le pertenece.
No era la primera vez que Cutral Co amanecía con una muerte joven. Tampoco era la primera fiesta que terminaba en tragedia. Pero esta vez el caso tomó cuerpo, forma, presencia: un nombre propio, una víctima con rostro, una escena con sangre. Y sobre todo, una pregunta que aún recorre el aire como el eco de aquella detonación: ¿por qué?
Quién era la víctima
Luciano Hernandorena tenía 26 años. Sus amigos lo describen como un pibe tranquilo, de barrio, sin problemas con nadie. Nadie sabe —o nadie dice— cómo empezó la discusión. Algunos hablan de celos, otros de un malentendido. Lo cierto es que esa noche, entre tragos, pasos de baile y adrenalina, algo se desbordó. Y cuando la palabra ya no alcanzó, apareció el arma.
El juicio seguirá durante los próximos días. Cada testimonio aportará una pieza a ese rompecabezas trágico. Se sabrá —tal vez— si hubo premeditación, si hubo ensañamiento, o si fue un acto impulsivo, desmedido y brutal. Se sabrá si hubo justicia o si, como tantas veces, quedará una sensación de vacío.
Por ahora, solo hay un cuerpo que no vuelve, una familia que llora, y un acusado que espera su destino entre paredes grises.