Una promesa con dos banderas que encendió la grieta
Lo que comenzó como un acto escolar cargado de emoción terminó en una fuerte polémica nacional. En varias escuelas de Neuquén y Río Negro, alumnos de cuarto grado prometieron lealtad a la bandera argentina. Pero algunos también llevaron consigo la Wenufoye, la insignia del pueblo mapuche, en señal de identidad cultural. Se trata de territorios donde las comunidades originarias tienen una fuerte presencia histórica y simbólica.
Las imágenes de los niños sosteniendo ambas banderas circularon rápidamente en redes sociales y provocaron una oleada de opiniones divididas. Mientras que muchos lo celebraron como un acto de integración y respeto por la diversidad, otros lo tomaron como una ofensa a los símbolos patrios y un intento de fragmentar la idea de nación.
Las provincias de Neuquén y Río Negro tienen una larga tradición de convivencia con pueblos originarios, a los que incluso se hace referencia en sus constituciones, himnos provinciales y contenidos curriculares. Para muchos, lo ocurrido en las escuelas es simplemente una expresión más de esa realidad.
“Inadmisible y repudiable”: la reacción del INAI
Pero desde el Gobierno nacional no hubo lugar para interpretaciones. Claudio Avruj, titular del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI), repudió en duros términos la presencia de la bandera mapuche en los actos escolares. “Argentina tiene una sola bandera, la celeste y blanca. Lo que pasó en Río Negro y Neuquén es inadmisible. Los docentes que promovieron esto deben ser sancionados”, disparó el funcionario.
Sus declaraciones, lejos de cerrar el tema, le echaron nafta al fuego. Rápidamente se multiplicaron las respuestas desde comunidades indígenas, docentes, defensores de derechos humanos y legisladores patagónicos, quienes interpretaron el mensaje como una negación de las identidades indígenas reconocidas por la propia Constitución Nacional.
Para muchos, las palabras de Avruj marcan un retroceso en términos de reconocimiento cultural y buscan disciplinar a los sectores educativos que apuestan por una mirada más amplia de la argentinidad. Otros, en cambio, le dieron la razón, señalando que ningún símbolo puede estar al mismo nivel que la bandera nacional.
¿Reconocimiento cultural o fragmentación nacional?
El eje del conflicto parece estar en cómo se interpreta la inclusión de la Wenufoye en un acto patrio. ¿Es una falta de respeto o un gesto de reconocimiento? ¿Se trata de identidad o de separatismo simbólico? Las respuestas, como siempre en Argentina, están atravesadas por la grieta.
La Wenufoye es la bandera mapuche adoptada en 1992 como símbolo de lucha, unidad y cultura ancestral. Para muchas comunidades del sur, su presencia no niega la bandera argentina, sino que complementa su identidad dentro de un Estado que se reconoce —al menos formalmente— como plurinacional.
Desde organizaciones indígenas recalcan que “nadie quiere reemplazar símbolos patrios, sino ser incluidos dentro de ellos”. Pero en una Argentina donde el debate sobre la identidad nacional está más encendido que nunca, la simple imagen de un niño con dos banderas puede ser vista como un acto de respeto… o una provocación.
Las escuelas, en el centro del nuevo capítulo de la grieta
Con la educación pública como escenario, el conflicto por los símbolos deja en evidencia una vez más que la discusión no es solo legal o cultural: es profundamente política. ¿Deben las escuelas reflejar la diversidad de su territorio? ¿O deben ceñirse a una visión homogénea de la nación?
En Neuquén y Río Negro, la respuesta parece clara: los pueblos originarios no son una nota al pie, sino parte constitutiva del entramado social. Pero el gobierno nacional y ciertos sectores del oficialismo tienen otra lectura, donde cualquier expresión cultural que no pase por el filtro del nacionalismo tradicional se ve como una amenaza.
Mientras tanto, los docentes quedan en el medio, entre la necesidad de educar en la diversidad y el temor a sanciones por decisiones que responden al contexto en el que enseñan. Y los chicos, esos que prometieron lealtad a su país, con una o dos banderas en la mano, probablemente no imaginaron que estaban participando del último capítulo de la grieta argentina.