El desplazamiento de Gerardo Gutiérrez de la presidencia de la Comisión de Producción de la Legislatura neuquina dejó al descubierto una pequeña turbulencia en el camino por el que transita el Movimiento Popular Neuquino (MPN), rumbo a su nueva etapa. Su salida no fue voluntaria: lo desconectaron, sus compañeros de bloque lo obligaron a renunciar.
El MPN, que alguna vez fue sinónimo de hegemonía en Neuquén, ahora se enfrenta a la construcción de su futuro y Gutiérrez permanece al margen. Es que no solo marcó distancia con el oficialismo provincial, sino que también desafió el acuerdo explícito que las expresiones más genuinas del partido (afiliados, intendentes y presidentes de las seccionales) establecieron con el gobernador Rolando Figueroa.
La decisión de sus propios compañeros de bloque de marcarle la cancha -al parecer con tinta indeleble- no sorprendió, ya que, entre otras cosas, Gutiérrez rechazó la ley que devolvió fondos de coparticipación a la Legislatura y cuestionó la decisión de las seccionales partidarias de acompañar a los candidatos que surjan de Neuquinidad para las elecciones legislativas de este año. En paralelo, la relación entre Figueroa y el ex gobernador Omar Gutiérrez (hermano de Gerardo y presidente del MPN) se ha enfriado.
“La sociedad está exigiendo a la dirigencia política que deje de lado sus mezquindades, sus egoísmos y sus intereses sectoriales, y que, con una visión provincial, trabaje de manera conjunta, transparente y comprometida, teniendo como única premisa el bienestar de las familias neuquinas”, dijeron los presidentes de las seccionales del MPN en un documento que hicieron público al comenzar febrero y que firmaron todos, menos las autoridades de Centenario, la única que reconoce sintonía con Gerardo Gutiérrez.
De pronunciar su aislamiento, Gerardo Gutiérrez estará cercano a la oposición cerrada que hoy sólo encarnan los tres diputados kirchneristas y los dos del Frente de Izquierda.