PATAGONIA

Reforestar: los bosques después del fuego

¿Qué sucede con los bosques luego de los incendios? ¿Cuánto tarda en regenerarse la vegetación nativa? ¿Qué podemos hacer los ciudadanos y qué están haciendo los científicos al respecto? A más de dos meses de los grandes incendios que azotan a la Patagonia, el doctor Juan Paritisis analiza, desde Bariloche, esta problemática.
martes, 15 de febrero de 2022 · 21:09

Por Ceci Russo, desde Bariloche.

 

Desde hace más de dos meses, en toda la Argentina, pero particularmente en la Patagonia, ya se vieron afectadas más de 160 mil hectáreas de bosque nativo a causa de los incendios forestales. Con el trabajo de bomberos, brigadistas y voluntarios, el fuego se va combatiendo pero luego de las cenizas y la hierba chamuscada, queda la otra mitad de las acciones a llevar a cabo: planificar y organizar cómo será la recuperación de la vegetación perdida.

Juan Paritsis, de Bariloche, es doctor en Biología y trabaja principalmente en el área de ecología de bosques. Sus líneas de investigación se centran en el estudio de los cambios en el régimen de incendios en la Patagonia sur: controles climáticos, uso de la tierra y procesos ecológicos de retroalimentación positiva. También trabaja sobre cambio climático en bosques de la región y plantaciones de coníferas exóticas, biodiversidad e invasiones.

 

“El bosque andino patagónico es un mosaico de vegetación bastante diverso. A mayor elevación están los bosques de lenga; en la parte más húmeda y hacia el oeste, están los bosques de coihue, y después,  mientras nos vamos moviendo hacia el este, empiezan a aparecer los de ciprés. Ya sobre la zona de Ruta 40 (N. del A: entre Bariloche y El Bolsón) hay una transición a matorral, especialmente con nativas como radal, maitenes, ñires”, describe Paritsis. Y agrega: “por lo que vi en algunos perímetros, toda esa vegetación fue afectada en mayor o menor medida”.

 

Claves para empezar

Él explica que el estudio del impacto del fuego en la vegetación, y su posterior recuperación, se puede abordar a través de cinco factores.

Observar la vegetación: “Si tenemos lenga, su capacidad de recuperación después de un fuego es bastante pobre en nuestra zona. Puede demorar cientos de años en volver o puede no volver nunca, dadas las condiciones climáticas que se dan en la actualidad que son más secas y calurosas”, marca Paritsis. Y, a su vez, pronostica el futuro de los bosques de coihue y ciprés: “podrían recuperarse más fácilmente que la lenga, dependiendo de las condiciones climáticas”.

Y agrega: “los que mayor capacidad de recuperación tienen son los matorrales porque hay muchas especies que rebrotan. Radales, lauras, maitenes, si son quemadas las partes aéreas tienen la capacidad, en general, de regenerar muy bien”.

 

Cuánto daño causó el fuego: “Podemos tener un incendio que fue muy severo, que haya quemado el follaje por completo, incluso las raíces y, entonces, hay una mortalidad muy alta. Por otro lado, si tenemos un fuego que avanza muy rápido, tenemos como resultado un incendio menos severo donde, quizás, quedan algunos parches sin quemar y, en ese caso, es bueno porque los semilleros están ahí”, señala el especialista en ecología.

El lugar, un punto clave: Si el fuego se dio en las laderas Norte, la exposición al sol es mucho mayor y, por ende, son zonas más secas y de calor. “Es más difícil para las plántulas germinar y desarrollarse en esas condiciones, comparadas con las laderas Sur que, por lo general, son más húmedas. La ubicación tiene influencia en la recuperación del bosque”, dice Paritsis.

“Y también hay lugares que, como los cañadones, que también son más húmedos, ahí en general, se ven árboles sobrevivientes. Si se establecen semillas ahí, hay más chances de que puedan prosperar”, suma.

 

La era del cambio climático: “Otro tema, que se ve a nivel global, es el cambio climático, el clima luego del incendio es importante”, advierte el referente del CONICET.

“Si hay varias temporadas lluviosas, con primaveras y veranos húmedos, hay más chances de que esas plantas prosperen. Lamentablemente, eso ocurre cada vez menos. Por el cambio climático, no estamos teniendo un clima propicio para la regeneración después de un incendio”, cuenta.

Las manos humanas: En esta etapa, Paritsis recomienda, por un lado, “evitar el ganado en la zona de una posible recuperación” y “estar atentos a las invasiones de plantaciones de pinos, ya que es una especie adaptada al fuego, que crece mucho más rápido y se establece mucho mejor en condiciones de sequía; por eso compite y no deja que vuelva el bosque nativo”.

 

Y, ¿entonces?

Paritsis insiste mucho en la necesidad de, tras los incendios, hacer un mapeo de la severidad, el grado de afectación del paisaje, los tipos de vegetación que se vieron afectadas y evaluar la topografía para ver en qué lugares el bosque quedó muy deteriorado y sin capacidad de regenerarse por cuenta propia.

“Que los esfuerzos sean exitosos”, remarca. “Hay que enfocarse en las zonas del incendio en donde las chances de que un plantín evolucione favorablemente sean altas, porque si no es un costo enorme que está destinado a fracasar”.

 

Como ejemplo pone la restauración tras el incendio en el Parque Lanín en 2014: “se han hecho esfuerzos en zonas de bosques de araucaria, en Ñorquinco, donde se  plantaron miles de semillas de pehuén, la cual es relativamente buena, resiste el calor y la sequía. Entonces, las chances son altas. Todo este trabajo se debe hacer cuando no tenés llegada de semilla naturalmente”.

Y en este contexto, el biólogo continúa: “hay lugares donde los esfuerzos de regeneración serían inútiles. Es triste, pero hay lugares que cuando se queman, están destinados a perderse por las condiciones del clima. Por más que nosotros plantemos, el esfuerzo sería poco efectivo. Estamos con un panorama climático muy complicado”.

 

Un nuevo plan

A partir de esta situación, y en un mundo donde el cambio climático no permite una pronta recuperación de las especies perdidas por el fuego, la sequía y otros factores adversos, el trabajo debe pasar por plantear una nueva estrategia. Y Paritsis reafirma: “estaría bueno que exista un protocolo estándar que se aplique luego de los incendios para ver si amerita o no esfuerzos de restauración, que son muy costosos. Incluso en lugares donde se tienen muchos recursos, es muy difícil hacer esfuerzos de restauración a gran escala; en general se los deja para que vuelvan solos”.

“En el Hemisferio Norte se está viendo que especies adaptadas a las sequias, como ciertos pinos, están fallando, la semilla no logra establecerse luego de incendios y no vuelven a crecer. Es un drama mundial y lamentablemente lo vamos a empezar a ver más seguido”, asegura.

En este contexto, también confirma que “en Patagonia, bajo las condiciones que se predicen sobre el cambio climático, aumentarán las probabilidades de que se vean más incendios en la zona y consecuentemente tendremos más bosques quemados”.

 

Salvar el planeta de una planta a la vez

Independientemente de los recursos que se disponen para la reforestación,  en general los especistas vaticinan que “estos fuegos van a seguir ocurriendo”, y Paritsis señala que “lo que sí se podría hacer es tratar de disminuir la cantidad de eventos incendiarios, que no prosperen; que se trabaje en la detección temprana y en lucha rápida de focos. Con eso podría, eventualmente, disminuir la cantidad de daños en los bosques”.

 

Con más intensión de ocuparse que preocuparse, el biólogo barilochense sostiene que “con las condiciones climáticas que estamos teniendo, se va a intensificas la sequía y el calor, y las áreas quemadas irán en aumento”.

 

Por eso, aconseja,  que toda persona u ONG con planes de reforestación –“que por suerte son muchos los que quieren colaborar y sumar”- se asesore previamente con investigadores del CONICET, de la Universidad, del INTA, o de Parques Nacionales para encauzar sus esfuerzos de la manera más eficiente posible en base a los conocimientos que se tienen.

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