Deportivo Madryn empezó la temporada pisando fuerte. Ordenado, efectivo y con un sprint final arrollador, se quedó con el primer puesto de su zona con números que hablaron por sí solos: cinco puntos por encima de Atlanta, 16 victorias y una autoridad que lo depositó en la primera final por el ascenso ante Gimnasia de Mendoza. Ahí no le alcanzó. Empate en los 120 minutos y derrota dura en los penales que lo mandó de lleno al Reducido.
Y en el Reducido empezó otro torneo, uno picante, espeso y lleno de capítulos que hoy siguen dando vueltas en la categoría. La historia estalló en Jujuy. Con el Lobo ganando 1 a 0 al descanso, el árbitro Lucas Comesaña suspendió el partido por presuntas amenazas de la dirigencia local. La decisión posterior fue una bomba: victoria 3 a 0 otorgada a Madryn en la ida. Un fallo que no se jugó pero que condicionó toda la serie.
La vuelta, ya con el viento a favor, fue golpe por golpe. En el Abel Sastre, Madryn lo cerró con un 1 a 0 corto y se metió en semifinales, mientras del lado jujeño seguían las quejas, el fastidio y la sensación de haber perdido algo más que un partido.
En semis apareció Morón y, con él, un nuevo capítulo caliente. El Gallo ganó la ida, pero en la revancha Madryn ajustó, metió, encontró un gol oportuno y empardó la serie. Lo que quedó en el aire fue el arbitraje: fallos discutidos, criterios desparejos y cobros que, para el visitante, inclinaron la balanza. El final directamente fue un caos: gresca generalizada y gas pimienta contra los jugadores del Gallo, una postal que volvió a encender las sospechas.
Con polémicas, decisiones controvertidas y un sendero cargado de ruido, Deportivo Madryn se plantó en la final por el ascenso. Este domingo irá por la ida frente a Estudiantes de Río Cuarto en Córdoba, buscando un resultado que lo deje con vida rumbo a la definición del 30 en el Abel Sastre.
