Cuando uno planifica ver un torneo de tenis en el año, hay uno en particular que, para los sudamericanos, los latinoamericanos y especialmente los argentinos, tiene un atractivo especial: Roland Garros. Ese torneo histórico y emblemático que se juega en París, y que mantiene una conexión muy fuerte con nosotros.
¿Por qué? Porque allí brillaron grandes figuras de nuestro tenis. Guillermo Vilas, Gastón Gaudio, entre otros, lograron llegar a instancias decisivas y dejaron su huella. Cada vez que comienza Roland Garros, sentimos que hay algo nuestro en esa cancha de polvo de ladrillo.
Pero este 2025 fue distinto. El pasado 25 de mayo fuimos testigos de uno de los homenajes más emocionantes de la historia del tenis: el tributo a Rafael Nadal. El español, ya retirado del circuito profesional, recibió un reconocimiento inolvidable en la cancha principal, el estadio Philippe Chatrier. Ese escenario donde Nadal jugó innumerables partidos y donde conquistó nada menos que 14 títulos de Roland Garros, de los 22 Grand Slams que ganó a lo largo de su carrera.
Su primer título en este torneo fue en 2005, cuando venció al argentino Mariano Puerta. Apenas un año después de aquella recordada final argentina entre Coria y Gaudio en 2004. A partir de entonces, comenzó una era dominada por Nadal en París. Una seguidilla impresionante de títulos, muchos de ellos frente a su gran rival histórico, el suizo Roger Federer. También enfrentó en múltiples ocasiones al serbio Novak Djokovic, con quien protagonizó algunos de los mejores partidos de la última década.
El homenaje tuvo momentos muy especiales. En esa pista se reunieron figuras históricas del tenis mundial: Roger Federer, Andy Murray, Novak Djokovic… Todos presentes para acompañar a Nadal en este tributo. La Federación Francesa de Tenis le rindió honores, reconociendo su trayectoria y su legado en Roland Garros.
Cuesta mirar los partidos y no ver a Rafael Nadal, corriendo hasta la última pelota, luchando como solo él sabía hacerlo.
¿Por qué tanto reconocimiento? Porque Nadal no solo ganó, sino que compitió como pocos. Su fortaleza mental, su disciplina, su garra y su humildad lo convirtieron en un modelo. Algunos podían estar más o menos de acuerdo con su estilo de juego, pero nadie podía negar su entrega total.
Con el tiempo, mejoró su técnica y se adaptó a todas las superficies. Siempre decía: “Siempre quise aprender más”. Y lo logró. Aprendió a jugar en césped, donde se consagró campeón en Wimbledon, en una final histórica frente a Federer. Ganó también en el Abierto de Australia, en el US Open, en los Juegos Olímpicos y en la Copa Davis.
Fue parte de una generación dorada junto con Federer, Djokovic y Murray. En esa época también se metió nuestro Juan Martín del Potro, aportando lo suyo a una de las etapas más brillantes del tenis. Y antes de ellos, otros argentinos dejaron su marca enfrentando a Nadal: David Nalbandian, Guillermo Coria, Gastón Gaudio… Todos vivieron partidos intensos con él. Basta con recordar esas batallas de 2005 en Montecarlo y Roma frente a Coria.
El homenaje fue un acto de gratitud del mundo del tenis. Nadal estuvo acompañado por su familia, incluso por su hijo de apenas dos años y medio, que ya se lo vio correteando por las canchas. Hoy tiene su academia en España y, aunque aún no se sabe qué rol va a ocupar en el deporte en esta nueva etapa, su vínculo con el tenis seguirá vigente.
Mientras tanto, Roland Garros 2025 continúa. Grandes figuras como Novak Djokovic, Jannik Sinner, Carlos Alcaraz y Alexander Zverev siguen luchando en las etapas decisivas. Los tenistas sudamericanos no tuvieron una gran actuación esta vez, pero el torneo sigue siendo apasionante como siempre.
Cuesta mirar los partidos y no verlo a él, corriendo hasta la última pelota, luchando como solo él sabía hacerlo. Homenaje merecido para un jugador irrepetible: Rafael Nadal.