EFECTO CORONAVIRUS

Ni el “Gauchito Gil” se salvó: le robaron los cigarrillos

La falta de cigarrillos en todo el país hizo que el Gauchito sea víctima de los fumadores.
domingo, 10 de mayo de 2020 · 00:10

La foto de la semana sin dudas fue la gente haciendo eternas filas en cada una de las estaciones de servicio y quiscos de todo el país en busca de un atado de cigarrillos. Es que por el parate de las tabacaleras ante la cuarentena general por la pandemia de coronavirus los cigarrillos faltaron en los últimos días.

Mientras que el común de los fumadores hizo largas filas para conseguir un atado, otros robaron los cigarrillos que los fieles del Gauchito Gil dejan como ofrenda a la figura religiosa. El hecho se registró en Comodoro Rivadavia.

Los medios locales informaron que el faltante no solo se notó en los quioscos sino en varios de los santuarios situados en la ruta que rodean a la importante urbe patagónica.

Pese a la escasez que se registró en las últimas horas, la producción tabacalera que quedó paralizada por la pandemia reactivará sus funciones el lunes, pero esto no quita que el faltante de productos se prolongará al menos hasta fines de mayo.

El culto al “Gauchito Gil” tiene origen en la historia de Antonio Mamerto Gil Núñez, quien fue un gaucho nacido en Pay Urbe, cerca de Mercedes, en Corrientes alrededor de 1840. Su vida está envuelta en incógnitas, pero el 8 de enero de 1878 fue asesinado y un aviso al agresor despertó su mito.

Según cuenta la legendaria historia, Gil fue un trabajador rural que adoraba a San La Muerte y terminó reclutado por el Partido Autonomista para pelear contra los liberales, pero desertó, por lo que fue declarado traidor y delincuente. El 8 de enero de 1878 fue capturado, colgado de su pie en un árbol de espinillo y degollado.

Los historiadores correntinos sostienen que Gil le dijo a su verdugo que debería rezar su nombre por la vida de su hijo, quien estaba muy enfermo. El verdugo así lo hizo y su hijo sanó milagrosamente. Agradecido, el verdugo enterró el cuerpo en el lugar donde hoy está el santuario y las personas que se enteraron del “milagro” construyeron un altar, que no paró de crecer y sumar adeptos.

Pese a que la Iglesia Católica no lo reconoce “santo”, desde el 2000 admitió el clamor popular que generaba el gaucho y comenzó a formar parte de las celebraciones.

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