Es domingo. Tarde de sol y padres en celebración y ausencias. La inocencia de un niño de la mano de su padre caminando por la plazoleta frente a mi balcón. Imagen que me hace pensar en la inocencia, esa madre de la vida que abandonamos cuando nos hacemos grandes.
¿Cuándo y hasta cuándo fuimos inocentes?, ¿cómo y porqué la dejamos?,¿ con quién se fue para siempre?.
No hay respuestas que haga descarrilar de una buena vez la angustia de haberla perdido.
La realidad golpea y duele, da ganas de salir corriendo por sobre las bardas y las plazas, por las calles desiertas y el río, salir a buscarla desesperadamente hasta encontrarla y pedirle perdón y abrazarla fuerte, fuerte hasta, ver otra vez esa sonrisa de niño caminando por una plaza de la mano de papá en su día.