Fueron gobernadoras con el feminismo en pañales

Hace 98 años era 1925, tiempos bravos de la humanidad, cuando, ya superada la cruda Gran Guerra, que fue la primera a nivel mundial, se iba sembrando de a poco el germen para el crecimiento del nazismo y su desembocadura en la Segunda Guerra.

Había crisis económica, y en Estados Unidos golpeaba fuerte. Tiempos de “ley seca” y progresiva consolidación de la Ley por sobre la anarquía.

En esos tiempos agitados, hubo dos mujeres que fueron elegidas gobernadoras, cada una en su Estado: Nellie Tayloe Ross, En Wyoming, y Miriam Amanda Wallace "Ma" Ferguson, en Texas, ese Estado que con el tiempo se convertiría en meca petrolera, y que es adorado por el establishment neuquino.

Nellie Tayloe Ross, hija de un matrimonio propietario de una plantación en Tennessee, ganó las elecciones el 4 de noviembre de 1924, y el 5 de enero de 1925 se convirtió en la primera mujer gobernadora en la historia de los Estados Unidos.

En su plataforma política, figuraron la reducción de impuestos, la ayuda del gobierno para los agricultores pobres, la reforma bancaria y leyes que protegían a los niños, las mujeres trabajadoras y los mineros. También defendió empecinadamente el fortalecimiento de la ley seca, esa que prohibía las bebidas alcohólicas y que terminó originando una actividad mafiosa que después fue peor que lo que el alcohol puede provocar.

Miriam Amanda Wallace "Ma" Ferguson, a quien la llamaron con ese apodo para diferenciarla de su marido, también político, James Edward “Pa” Ferguson, fue elegida para el cargo en las elecciones generales de 1924, y durante esa campaña proclamó que los votantes obtendrían "dos gobernadores por el precio de uno".

No tuvo en ese primer mandato (1925-27) ningún problema en asumirse como representante de su esposo. Sus discursos en mítines consistían en presentarlo y dejarlo subir a la plataforma. Un eslogan de campaña común fue: "Yo por mamá, y no tengo nada malo contra papá".

“Ma” fue nuevamente elegida gobernadora en Texas en 1932, derrotando a George C. Butte, un destacado abogado y decano de la Universidad de ese Estado.

Mujeres bravas, sin ser especialmente baluartes del feminismo, sino -como en el caso de “Ma”- a veces todo lo contrario.

Tal vez por eso ahora no se las ponga de ejemplo.