Su ex la dejó en coma: la Justicia lo podría mandar a convivir con ella

Fátima Aparicio dejó Salta, y viajó a Tucumán escapando de la violencia. Huyendo de la angustia de no saber cuándo su ex marido, Luis Ernesto Rondón, con quien tiene 3 hijos, iba a terminar finalmente con su vida.  Hoy Fátima, sigue con miedo, pero en parte por culpa de la Justicia. 

La mañana del 8 de mayo del año pasado, Rondón ingresó a su casa, y se escondió en su baño. Esperó a que ella llegué, y cuando la vio, corrió la cortina y le gritó "buuuu". Tenía guantes de goma puestos. La tomó por el cuello e intentó asfixiarla, pero no lo logró.  La arrastró a la cocina y empezó a darle martillazos en la cabeza. Siete veces la golpeó hasta que ella perdió el conocimiento, bañada en su propia sangre.

Lola, la perra de Fátima, viendo el brutal ataque se puso a ladrar de manera incesante y alertó a los vecinos, que advirtieron la sangre que salía por debajo de la puerta. Decidieron romperla, llamar a la policía y entrar. La mujer estaba inconsciente y con la ropa bajada. Sobre la mesada de la cocina, había una fila de cuchillos. En la cama, tiras atadas. Los vecinos detuvieron a Rondón y Fátima fue derivada al hospital de emergencia.

Fátima Aparicio se salvó. Se despertó 15 días después en un hospital. Sobrevivió a un edema pulmonar, coágulos en el cerebro y múltiples fracturas.

Ernesto Rondón fue a la cárcel, pero podría recuperar su libertad. Dos meses atrás la Justicia rechazó el pedido de domiciliaria ya que el hombre pretendía vivir en la casa de la mujer a la que casi mata. Sin embargo se vence el plazo y el prisionero podría regresar al hogar en donde además están los tres menores. 

En las redes sociales el reclamo fue unánime: "Salven a Fátima Aparicio". La justicia tiene la última palabra. En un marco de cuarentena por la pandemia de coronavirus, que hizo que aumentaran los casos de femicidio en los propios hogares de las víctimas, Fátima volvió a tener angustia de temer por su vida.